Conozca cuáles son las dietas más extrañas de la historia

Desde consumir los huevos de la lombriz solitaria hasta ingerir píldoras con arsénico. En siglos anteriores, éstos formaron parte de los métodos más extraños para adelgazar, que fueron recopilados por la BBC.

Por: Redacción Gestion.pe

Masticar y escupir
El estadounidense Horace Fletcher consideró, a inicios del siglo XX, que masticar bien los alimentos hasta extraer “todo lo nutritivo” y escupir la materia fibrosa era un método acertado para perder algunos kilitos de más.

Las personas que optaron por esta dieta solamente podrían defecar una vez cada dos semanas, debido a la poca cantidad de comida que se ingería.

Algunos de sus seguidores más famosos fueron Henry James y Franz Kafka.

La dieta de la lombriz solitaria
Esta dieta consistía en ingerir los huevos de la lombriz solitaria, incluso en píldoras. Cuando las lombrices llegaran a la madurez, entonces absorverían la comida, de acuerdo a la teoría de este método, que se hizo conocido a comienzos de 1900.

Apelar a esta práctica causa pérdida de peso, diarrea y vómitos. Para deshacerse de las lombrices, cuando la persona lograba obtener el peso deseado, recurría a pastillas anti parásitos. Sin embargo, esto provocaba fuertes dolores y complicaciones rectales y abdominales.

Arsénico
Uno de los métodos para perder peso en el siglo XIX consistía en ingerir píldoras con un peligroso ingrediente: arsénico.

La mayoría de personas desconocía en ese entonces cuáles eran los componentes de dichas píldoras y optaba por ingerir mayor cantidad de la dosis recomendada en búsqueda de mejores resultados. Por supuesto, no sabía que podía morir envenenada.

Vinagre
El poeta Lord Byron popularizó, a comienzos del siglo XIX, una dieta que consistía sobre todo en vinagre. Aunque los efectos secundarios incluían vómitos y diarrea, muchas personas consideraban que para limpiar su cuerpo debían beber vinagre a diario y comer patatas mojadas en él.

Caucho
El uso del caucho se extendió enormemente a mediados del siglo XIX. Por esta razón, se apeló al uso de corsés y bragas de goma.

La goma causaba sudoración al hacer presión sobre el cuerpo y ello originaba la pérdida de peso. No obstante, este método terminaba por deteriorar la piel, haciéndola vulnerable a infecciones.