Cinco lecciones de trabajo en equipo del Barcelona que puedes aplicar a tu negocio
FOTOGALERÍA. En las décadas de los años 70 y 80, el fútbol estuvo marcado por un modelo de éxito basado, principalmente, en individualidades como Pelé, Beckenbauer o Maradona. Pero en el FC Barcelona, Johan Cruyff marcó un cambio, en el período 1988-1996, introduciendo un modelo simple pero efectivo donde los once jugadores atacaban y también defendían. Esto dio origen a cinco lecciones que las organizaciones de negocio pueden aprender del trabajo en equipo:
Crear una visión común. El FC Barcelona, como muchos equipos de futbol en la actualidad, comprenden que la visión de la institución es algo más grande que los jugadores e incluso que el equipo mismo. Los entrenadores, así como también los directivos, diseñan una imagen de los objetivos y el futuro del club, aquello que desean alcanzar. Luego, se encargan de que tanto los miembros del equipo como los fans y los partners de la institución hagan propias esas metas y visión del club. En las empresas, tener una visión como organización a nivel macro es importante, pero no suficiente. Los jefes departamentales o de división también deben tener una visión propia y trazar el futuro del equipo de manera que los miembros trabajen en pos de alcanzarla. (Foto: thinkstock)
Diseñar roles flexibles. Los tiempos en los cuales los recursos funcionales desarrollaban "expertise" sólo en determinadas tareas han quedado atrás. En la actualidad, los equipos se encuentran alineados, más frecuentemente, en función de proyectos u objetivos específicos. Manejar determinadas áreas de conocimiento o herramientas ha dejado de ser privativo de una función, para pasar a ser una responsabilidad conjunta. Por ejemplo, el área de Marketing necesita más que nunca conocer y gestionar nuevas tecnologías resultando impensable que esa función se delegue por completo en el equipo de IT. La mentalidad de gestión en silos y la visión egocéntrica del éxito no tiene lugar en el contexto actual. (Foto: thinkstock)
Ser un coach, no un jefe. En el pasado, la gestión del equipo basada en la autoridad, el orden y la obediencia eran moneda corriente, tanto en el mundo del deporte como en los negocios. La realidad ha demostrado que esta forma de liderazgo, si bien puede resultar efectiva en momentos de crisis, posee efectos negativos en el largo plazo. Los entrenadores autoritarios han dejado lugar a aquellos que más bien muestran el camino a seguir y acompañan a los miembros del equipo. (Foto: thinkstock)
Definir objetivos comunes. Los equipos deportivos han abandonado en gran parte (aunque no totalmente) los incentivos por desempeño individual. Esto favorece el foco en el trabajo colaborativo y en el funcionamiento del equipo como un todo, por encima de la performance de sus miembros. En el área de negocios, sin embargo, muy pocas organizaciones definen objetivos por equipo u otorgan recompensas a nivel colectivo. La gran mayoría de las empresas todavía practica el ritual de las revisiones de desempeño y otorga recompensas y bonos basados en ello. Con el pretexto de establecer responsabilidades individuales sobre el alcance de las metas, este tipo de revisiones genera, frecuentemente, conductas no deseadas como la definición de objetivos por debajo de lo que requiere un mayor esfuerzo o la competencia desleal entre compañeros. (Foto: istock)
Ser un líder a tiempo completo. Los buenos líderes pasan la mayor parte de su tiempo facilitando el trabajo de los miembros del equipo, no ejecutándolo por ellos mismos. Al igual que un entrenador en un equipo deportivo, el trabajo del jefe no debería llevarse a cabo en el terreno de juego, sino en la preparación de la estrategia de juego y en la aplicación de correctivos durante la ejecución. No hay dudas de que existe una gran relación entre la gestión del trabajo en equipo, la motivación y el desarrollo de las personas en el mundo del deporte aplicable al mundo de los negocios. (Foto: istock)