Banco Central Europeo: Cuatro razones para valorar positivamente su última decisión
Sonsoles Castillo, economista jefe del BBVA research, analiza los efectos del último paquete monetario anunciado por el Banco Central Europeo ante la deflación.
Por: Redacción Gestion.pe
BCE: ¿queda más?
Por Sonsoles Castillo,
Economista jefe de Escenarios Financieros de BBVA Research
Esta vez sí. Por fin, después de varios meses anticipando algún tipo de decisión, podemos decir que el BCE ha actuado según lo previsto.
El anuncio hecho el último jueves en la reunión mensual de política monetaria hay que valorarlo positivamente en varios motivos. Primero, precisamente porque el BCE no ha decepcionado. Esto era particularmente relevante en esta reunión, dadas las elevadas expectativas que el propio banco central había generado entre analistas y mercados y, sobre todo, dado el panorama que dibujan las previsiones de inflación para la zona euro de aquí a 2016.
En apenas tres meses los riesgos a la baja en la inflación se han materializado. En el corto plazo se han producido sorpresas bajistas en los precios y a medio plazo sigue en entredicho el cumplimiento del objetivo del banco central. En fin, llegaba un punto en el que BCE ponía en riesgo su credibilidad.
Segundo por lo exhaustivo y complementario del paquete de medidas anunciado. Las medidas abarcan desde las medidas estándar de política monetaria hasta las medidas no estándar. El BCE, aparte de bajar los tipos de interés prácticamente al cero (0,15%), aprueba un tipo negativo (penalización, para entendernos) para el exceso de liquidez que mantengan los bancos en la ventanilla de depósito (algo que muy contados bancos centrales han hecho hasta ahora). Con ello, el banco central reduce el coste de financiación y genera un incentivo para que la liquidez fluya (entre bancos y hacia la economía) al penalizar el exceso de liquidez. Además, el BCE aprueba una nueva medida para dinamizar el crédito, esto es, una línea de liquidez condicionada a la concesión de préstamo al sector privado (empresas y familias, exceptuando préstamos hipotecarios).
Con ello, el BCE persigue restablecer el seriamente dañado mecanismo de transmisión de la política monetaria, o lo que es lo mismo, facilitar que la rebaja de tipos llegue a las empresas y familias. Algo que hasta ahora no está ocurriendo en algunos países por la fragmentación existente en los mercados.
Tercero, por la potente señal que lanza el banco central respecto a dónde va estar la política monetaria por mucho tiempo. La extensión hasta diciembre de 2016 (a dos años y medio vista) de la liquidez bajo el formato de full allotment junto con la fijación del tipo de interés de la nueva liquidez para financiar crédito es un buen indicativo del horizonte en el que no cabe esperar cambios en la política monetaria. En fin, una especie de garantía de anclaje por cierto tiempo del coste de financiación.
Y cuarto, porque a pesar de lo anunciado, el BCE podría hacer más. Ciertamente en materia de tipos de interés están prácticamente en cero, pero en medidas no estándar el BCE puede hacer todavía más. La compra de activos financieros respaldados por préstamos al sector privado, los denominados ABS, es una vía en la que el BCE está particularmente concentrado. Pero la compra de activos públicos (lo que podríamos llamar un “quantitative easing puro”) sigue siendo una opción. Draghi lo ha dicho muy claro: no hemos terminado todavía, si hiciera falta, haremos más.
Dicho esto, se mantienen los interrogantes: qué cabe esperar de estas medidas, si llegan a tiempo y si serán suficientes. Las medidas valoradas individualmente no son particularmente potentes si se comparan con las tomadas ya hace tiempo por la Reserva Federal (que anunció hasta tres rondas de QE, quantitative easing), el Banco de Inglaterra (que además del QE puso en marcha un esquema de liquidez para fomento del crédito) o el Banco de Japón (con el anuncio de uno de los programas de QE más agresivo).
El tipo de depósito negativo y la liquidez para facilitar el crédito son una gran incógnita. Esta última ha sido ya probada por otros bancos centrales y su impacto resulta difícil de cuantificar, el crédito depende de la oferta pero también de la demanda. El propio Draghi ha reconocido que, si bien algunas de estas medidas podrían tener efecto inmediato, otras podrían tardar varios (tres-cuatro) trimestres en materializarse. El tiempo dirá. De momento, el anuncio es bienvenido y cabe esperar la señal que ha lanzado el BCE, poniendo de una sola vez sobre la mesa todas las opciones que estaban “precocinadas” y con el forward guidance. No obstante, dado que las medidas no van a ser la gran panacea, conviene no bajar la guardia.