Uber necesita más que 'ayuda de liderazgo' para su CEO

Mientras la tecnología de Uber funcione (y así ha sido, maravillosamente) nadie va a mortificarse por la inmadurez de su CEO Travis Kalanick ni la de su compañía. “Pero esta vez se siente diferente”, opina un columnista de Bloomberg.

Travis Kalanick, CEO de Uber.

Por: Redacción Gestion.pe

(Bloomberg View).- “Esta es la primera vez que he estado dispuesto a admitir que necesito ayuda de liderazgo y pretendo conseguirla”, escribió Travis Kalanick, el máximo ejecutivo de Uber, en un correo electrónico a su personal hace unos días.

En el mismo correo electrónico, que fue enviado luego de que Bloomberg publicó un vídeo que lo muestra reprendiendo a un conductor de Uber, el CEO de 40 años de edad también señaló que el incidente le recordó que “ debe cambiar fundamentalmente como líder y crecer”.

Ante esto la única respuesta apropiada es: ¿Por qué te tardaste tanto, hermano?

Para decirlo muy clara y honestamente, Kalanick es un idiota de primera clase. Y la compañía que fundó – y que, para darle crédito, se convirtió en un gigante del transporte – en gran medida, sigue el ejemplo.

¿Recuerda cuando Kalanick dio una entrevista a la revista GQ y dijo que la compañía podría también ser llamada “Boob-er” porque ahora él era tan deseable para las mujeres? ¿Y qué hay de la forma en que el personal de Uber fastidiaba a su principal competidor Lyft llamando para pedir móviles de Lyft para luego cancelarlos? ¿O la vez en que un ejecutivo de Uber utilizó su tecnología para rastrear el trayecto de un reportero de Buzzfeed sin autorización?

Peter Thiel ha calificado a Uber como “la compañía con la ética más cuestionable de Silicon Valley”, y, aunque difícilmente sea un observador imparcial (es inversionista de Lyft), he escuchado a muchas otras personas en Silicon Valley que opinan lo mismo.

En su mayoría, los tropiezos de Uber no la han detenido. En efecto, mi colega de Bloomberg Brad Stone, autor de “The Upstarts” (“Los advenedizos”) acerca de Uber y Airbnb, me dijo que la idiosincrasia turbulenta de Kalanick era probablemente necesaria debido a la lucha de la compañía contra los reguladores y monopolios de taxi en todas las ciudades.

En tanto, su ventaja competitiva sigue siendo poderosa: Uber prácticamente ha alcanzado el estatus de Xerox, su nombre representa no solo una compañía, sino una actividad.Además, las compañías raramente son castigadas por los consumidores por los pecados de sus ejecutivos.

Por ejemplo, que Henry Ford fuera un racista propietario de un periódico antisemítico no le importó mucho a quienes compraron automóviles Ford. Hace algunos años, el periódico Allentown Morning Call reveló que Amazon de Jeff Bezos no instaló sistemas de aire acondicionado en sus bodegas y, en lugar der eso, mantenía ambulancias estacionadas afuera para revivir a los trabajadores que colapsaban debido al calor. Los ingresos de Amazon siguieron aumentando.

Mientras la tecnología de Uber funcione – y así ha sido, maravillosamente – nadie va a mortificarse por la inmadurez de Kalanick ni la de su compañía.

Pero esta vez se siente diferente. Se siente un poco como la escena final de la novela cómica de Ian McEwan, “Solar”, en la cual las cosas malas que ha hecho el protagonista durante el curso del libro regresan para morderlo todas al mismo tiempo.

Todo comenzó cuando Kalanick se unió a un consejo económico formado para entregar asesoría comercial al presidente Donald Trump. Renunció rápidamente tras los alaridos de protesta de empleados y clientes.

Cuando los taxistas del aeropuerto JFK de Nueva York hicieron una huelga de una hora para protestar contra el veto de Trump para el ingreso de viajeros desde siete países predominantemente musulmanes, Uber tuiteó que suspendería el aumento de precios en el aeropuerto, lo que enfureció tanto a los taxistas como a los manifestantes.

El hashtag #deleteuber comenzó a ser tendencia; desde entonces se ha convertido en un término general para los críticos de Uber.

Incluso esa impresionante avalancha de malas noticias se vio empequeñecida luego de que una ex ingeniera de Uber, Susan J. Fowler, escribió un relato totalmente convincente sobre su experiencia de acoso sexual y la respuesta que recibió de total indiferencia y absoluta hostilidad cuando intentó que la compañía hiciera algo al respecto.

Luego vino el golpe de gracia: el video que muestra a Kalanick discutiendo con un conductor que se quejaba de que su negocio se había visto afectado por la reducción de precios de Uber.

“A algunas personas no les gusta asumir la responsabilidad por su propia mierda”, dijo Kalanick. ¡Puf!

¿Tienen estos recientes infortunios el potencial de dañar a Uber de una manera que los problemas anteriores no lo han hecho? Creo que la respuesta es sí, por tres razones.

1. A pesar de que Uber es la marca más grande, este estilo de transporte se ha masificado. Un pasajero que escoja a Lyft por sobre Uber encontrará poca diferencia en el servicio. Y mientras Lyft permanece en un distante segundo lugar, está presente en muchas ciudades; de hecho, muchos conductores tienen contrato con ambos servicios. Así que la gente que esté molesta con Uber puede cambiar fácilmente.

“He escuchado ’estoy llamando a un Lyft’ más veces en la última semana que en los últimos seis meses”, dijo Lise Buyer, socio de Class V Group, una empresa de consultoría tecnológica. Por su parte, Lyft está tratando de aprovechar el momento recaudando una nueva ronda de capital.

2. La elección de Trump ha generado un momento político inusualmente candente, con una división entre los estadounidenses como nunca antes. Por ejemplo: la decisión de Nordstrom Inc. de eliminar los productos de Ivanka Trump en sus tiendas se transformó instantáneamente en polémica, con algunos clientes que aplaudieron y otros que amenazaron con un boicot.

(No importa que Nordstrom diga que tomó la determinación por las razones menos controvertidas posibles: los artículos no se estaban vendiendo.) De forma justa o injusta, ahora se considera que Uber ha tomado varias acciones “pro-Trump”

Además, las conductas sexuales inapropiadas se han convertido en un tema movilizador que también puede hacer llevar a la gente a rechazar una empresa. Si la campaña #deleteuber gana fuerza, tiene el potencial de costar a Uber los pasajeros urbanos, de clase alta, con fuerte inclinación demócrata, de los que depende el servicio.

3. La gran sorpresa en el blog de Fowler no fueron las acusaciones de acoso sexual; ¿realmente se esperaba algo diferente de una cultura “de éxito”, como Kalanick la describe dentro de Uber?

No, fueron todas las otras formas en que la cultura de Uber es disfuncional. Ella hace que Uber suene como Juego de Tronos, una comparación que hace explícitamente. Ejecutivos que menoscaban abiertamente a sus supervisores con la esperanza de reemplazarlos. Ese tipo de cosas.

¿Quisiera usted trabajar en un lugar así? Una compañía que combina esa cultura despiadada con el acoso sexual desenfrenado empezará a tener problemas para atraer a personas talentosas.

“La información sobre el ambiente laboral que se filtra hacia el mundo real ahora sin duda tendrá algún impacto” en los candidatos, me dijo Buyer. “Existen muchos otros lugares bien financiados y muy interesantes para trabajar. Y bueno, si tu interés es el sector de transporte, Lyft está a pocas cuadras de distancia”.

Es bastante obvio lo que tiene que ocurrir. Kalanick no solo necesita “ayuda de liderazgo”, sino que tiene que traer a un líder real, alguien que sepa cómo dirigir una compañía de enorme tamaño como en la que Uber se ha convertido. Puede hablar todo lo que quiera sobre su necesidad de crecer, pero se le ha acabado el tiempo y, también, las oportunidades.

Por Joe Nocera

Esta columna no refleja necesariamente la opinión de Bloomberg LP y sus dueños.