Tus errores en las redes sociales, ¿pueden darte un empleo?
Lo que hasta ahora se consideran malas prácticas en Twitter, LinkedIn o Facebook no serían tanto así, e incluso pueden ser argumentos que los reclutadores toman como nuevos valores para contratarte.
Por: Redacción Gestion.pe
Con el uso de las redes sociales, casi todos hemos aprendido que no es bueno subir fotos o vídeos subidos de tono, ni comentarios pasados de vueltas u opiniones incendiarias.
También tiene sus riesgos exagerar, edulcorar o mentir en las redes sobre lo que somos o hacemos. Y ni qué decir del exceso de información sobre nuestra vida privada; o alguna molestia generada por la empresa donde trabajamos, jefe o compañeros.
Estos y otros errores pueden afectar a la vida personal, pero también impactan en nuestra marca, y hasta en las posibilidades de encontrar un trabajo (si lo estamos buscando) o de progresar en la propia compañía.
Hace tiempo que los reclutadores y las empresas rastrean las redes en busca de talento o para comprobar los datos y perfiles de quienes usan métodos tradicionales de búsqueda, y eso lleva a pensar que nuestra vida en Twitter o Facebook pronto pesará más que el currículo cuando buscamos trabajo.
La cuestión es si alguna de estas malas prácticas en las redes ha dejado de serlo. Quizá ciertos comportamientos, comentarios, opiniones, actitudes, maneras de ser y de mostrarse, que antes podían resultar ofensivos, rechazables o negativos para nuestra marca personal o nuestras posibilidades de resultar atractivos a un reclutador, ahora son más o menos indiferentes… O incluso positivos…
Cabe preguntarse si alguno de esos errores en las redes sociales pueden llegar a ser valores o argumentos que impulsen nuestra contratación, tras unos años de vida en los medios sociales y ahora que los reclutadores ya habitan en ellos de manera regular y los usan como herramienta cotidiana en sus procesos de selección.
Guillem Recolons, socio de Soymimarca, recuerda que “todos tenemos un Yo real que no siempre proyectamos de la misma manera. El tipo de trabajo que gestionamos a veces nos obliga a determinadas rutinas sociales que no siempre caminan de la mano de nuestra verdadera personalidad. Hay una dicotomía entre el Yo real y el Yo social, y muchas veces el objetivo es generar un Yo percibido e idealizado que dista de cómo somos realmente”.
Recolons añade que “es posible que las redes sociales hayan influido en la dicotomía, pero también es la etiqueta laboral la que condiciona la forma en que nos comportamos. A tenor de lo que vemos en algunas redes sociales, parece que prevalece el Yo social”.
No todo son desventajas
Así, Recolons concluye que no todo son desventajas en el hecho de mostrarnos como somos realmente. Para empezar, argumenta que es absurdo tratar de gustar a todo el mundo. Además asegura que “mostrarnos como somos, sin postureos, nos ayuda a conectar con nuestros pares y obtener así un networking más directo y efectivo”.
También se refiere a la necesidad de evitar el síndrome de la postverdad, que lleva a que algo que aparenta ser cierto tenga más importancia que la propia verdad.
Recolons cree también que “compartir fotografías de actividades extralaborales (sin exagerar) habla de nuestros valores, prioridades y gustos. Y ayudan a conectar”. También opina que “decir lo que dicen todos o compartir lo que comparten todos no nos ayuda a diferenciarnos”.
Para Recolons, “la filosofía de la discreción con la que nos educaron nuestros padres ya no es útil en el nuevo contexto social. Hoy, si no te ven, no te encuentran”. Añade que “es más fácil resolver un problema de reputación puntual que una ausencia de marca o un postureo maquillado y falso”.
El socio de Soymimarca explica que “la polarización del debate que se produce en temas como el fútbol, el sexo, la religión o la política no siempre es insana si se gestiona con el debido respeto a la diferencia. El fairplay no es pecado. Hoy buscamos más las posiciones personales de nuestros referentes que un frío tutorial que podrían haber escrito mil personas”.
Para Recolons, “nuestra marca es lo que los demás ven de nosotros, para bien y para mal. Sin miedo. Perderemos alguna batalla, pero ganaremos la guerra”.
Paula Fernández-Ochoa, socia de MoreThanLaw y consultora de márketing jurídico y marca personal, afirma que “la identidad digital no es opcional. Estamos bajo una espiral de interacción sin precedentes, con una constante conectividad y socialización, siendo emisores de datos sin pausa. En este contexto, las barreras entre lo profesional y lo personal se diluyen. Dejamos de tener compartimentos estancos para ser perfiles dinámicos de 360 grados. Los headhunters buscan talento, un amplio abanico de atributos, motivaciones y comportamientos que acompañen a nuestros datos identificativos y a nuestra formación y experiencia”.
Cree además que “hemos pasado de un currículo en papel, a cuestionarnos si estar o no en redes sociales, a compartir contenido estrictamente profesional y, ahora, a transmitir con autenticidad lo que somos desde un prisma más completo. La clave está en hacerlo de forma estratégica, gestionando correctamente nuestra marca personal, y utilizando los canales y las redes adecuadas”.
Más allá de los límites
Fernández-Ochoa considera que sigue habiendo ciertos límites infranqueables que no han cambiado, pero indica que ahora cobra vital importancia compartir contenido personal y todo lo que se refiere a la interacción, a saber escuchar, participar con tu comunidad, recomendar publicaciones y ser creativo o participativo, aportando valor.
Explica que el contenido personal no puede ser nunca el privado, que queda bajo nuestra esfera más íntima: “Para situaciones, características, datos que nos definen y que hemos decidido compartir porque dan fuerza a nuestra identidad, tenemos que utilizar las redes adecuadas, como puede ser Instagram.
Sin duda, si al contenido que demuestre nuestra valía profesional o excelencia técnica le añadimos fotografías con valores como la familia o la amistad, o imágenes de práctica de deporte en las que consta nuestra capacidad de sacrificio, de superación, de constancia, estamos incluyendo datos que nos diferencian y que complementan nuestra trayectoria profesional”.
Por su parte Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, habla de un cierto retraimiento en las redes sociales por parte de los profesionales:“Aquellos que tienen más cuidado de su reputación han decidido reducir al mínimo su presencia, y los que nunca han entrado prefieren evitar problemas y mantenerse lejos.
Además, las empresas son mucho más sensibles a las filtraciones o meteduras de pata de un empleado que pueda generar problemas y, de forma implícita o explícita, están prohibiendo su presencia en las redes. Sigue siendo tabú estar en ellas exceptuando LinkedIn, y se tiende a ocultar aspectos o imágenes de la vida privada más allá de los que transmiten hábitos de vida saludables (haciendo deporte, escenas bucólicas de paisajes, comida sana, o retratos familiares)”.
Nuevas actitudes
El análisis de Pérez concluye que, “más que a imágenes o fotos, las redes sociales se abren para los profesionales a temas como los estados de ánimo, en los que no hay tanto miedo de expresar las emociones. En la mayoría de los casos suelen mostrar enfado, descontento o quejas sobre lo que ocurre en su entorno profesional, y muchas veces esta apertura emocional suele venir edulcorada con toques de humor, pero ya no quedan reducidos a la máquina de café de la oficina”.
Pérez añade que “en plataformas que permiten más desarrollo como un blog hay profesionales que no temen hablar de sus errores y meteduras de pata. Antes esto era tabú, pero hoy se ha entendido que una equivocación bien explicada transmite que el profesional es humano, y que es capaz de obtener lecciones positivas. Tampoco es raro que alguien lance a su audiencia en redes una duda o un problema que le ha surgido”.
Asimismo, cree que “las redes sociales están facilitando que se hable de logros, premios y triunfos profesionales con más naturalidad. Ya no es raro que un profesional explique algo que ha logrado y, a continuación, reciba decenas de comentarios positivos (falsos o auténticos) de sus amigos y colegas.
Sin olvidar la política: aunque entra dentro del ámbito de lo privado, parece que tiene cierto margen para que un profesional se abra, sobre todo en lo que se refiere a opiniones sobre temas de actualidad que son claramente aceptados por la mayoría (los je suis, las banderas solidarias de países atacados por terroristas o lazos que defienden causas obvias). Incluso si no te sumas a esas causas en las que hay que estar, te pueden poner algún punto negativo”.
Herramientas útiles para acceder a un trabajo…
La necesidad de gestionar adecuadamente nuestros perfiles sociales lleva a que lo que hacemos y somos capaces de demostrar en Facebook, LinkedIn, Twitter, Instagram o incluso Snapchat gane cada día más peso en la decisión de quienes buscan al candidato más adecuado.
Hay quien piensa que la actividad que desarrollamos en las redes sociales podría llegar a ser considerada por los reclutadores y las empresas como una referencia más importante incluso que el currículo u otras estrategias y herramientas de selección que se tienen por tradicionales.
Algunos estudios internacionales sostienen que el perfil que mostramos en redes como Facebook es un predictor exacto de nuestro éxito profesional. Muestra información actualizada y de comportamientos pasados, con un valor de la historia de un posible candidato que no se puede obtener en un test de personalidad.
Pero la visibilidad no lo es todo
Ser muy visible gracias a las redes sociales está bien, y puede brindarte nuevas oportunidades laborales. Pero debes recordar que todo lo que pongas en ellas también puede ser utilizado en tu contra.
Esta visibilidad excepcional sólo puede beneficiarte si demuestras que eres muy buen profesional de forma continuada y utilizas herramientas serias.
El error es empezar por la visibilidad personal antes que por la realidad profesional y la relevancia apoyada en hechos.
Perseguir la simple popularidad, o tratar de resultar simpático y original centrándolo todo en las formas y olvidando el fondo es ineficaz a largo plazo.
El número de seguidores o la popularidad ya no es un elemento diferenciador. La marca personal debe basarse en la autenticidad, porque la diferencia está en la calidad del trabajo que muestras en las redes y de qué manera las utilizas.
Diario Expansión de España
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)