El riesgo de las mentiras en las empresas y cómo combatirlas

Optar por no decir la verdad genera injusticias y desperdicia recursos, pero el que se lleva la peor parte es el que miente.

Por: Redacción Gestion.pe

César Antúnez de Mayolo
Profesor Postgrado UP

Tiene usted un cargo con varios reportes directos y notas en los cuales algunos miembros de su equipo suelen asegurar la ocurrencia de sucesos inciertos o exagerar en cuanto a ciertos resultados de negocio. Sin embargo, esto se acentúa cuando la presión de trabajo aumenta.

Debe tener en cuenta que no siempre puede comprobar si lo que le aseguran es totalmente cierto, pero como cree que no se trata de asuntos graves y no puede darse el lujo de perder mucho tiempo, va dejando pasar los hechos. No obstante, le incomoda que le mientan y a esa gente quisiera confiarle más cosas, pero prefiere no hacerlo.

A ello incluya que usted no siempre dice la verdad. Sucede, por ejemplo, cuando ingresa una llamada de un proveedor o cliente con quien no desea hablar y prefiere decir que está ocupado.

O cuando está llegando tarde a una reunión y asegura que demorará “tan solo 10 minutos” sabiendo que se demorará el doble.

Entonces, ¿decimos que “nos preocupamos por nuestros clientes” a pesar de que tenemos mucho por mejorar al respecto? ¿Encubrimos a un colaborador que no está desempeñándose bien? ¿Escogemos las cifras que más nos acomodan para evitar que un proyecto sea descontinuado? ¿Es necesario tener algo de mentira para que las cosas “fluyan”? ¿Cuáles son los efectos de la mentira en la empresa?

En nuestro ADN
En el libro del Génesis, Dios advirtió a Adán y Eva que podrían comer del fruto de todos los árboles del jardín, pero no del que estaba en el medio, so pena de muerte. La serpiente le aseguró a Eva que no morirían, sino que serían tan poderosos como Dios.

Salvo la religión musulmana, que bajo la doctrina de la tawriya, permite mentir creativamente siempre que no se generen injusticias, todas las religiones condenan categóricamente la mentira, comportamiento que no solo tiene que ver con faltar a la verdad manifestando algo distinto de lo que sabemos, creemos o pensamos, sino también con inducir al error, decir algo de una manera engañosa para que no parezca falso, crear alguna ilusión o falsa impresión, distraer a alguien para que no se dé cuenta de una realidad, aparentar que estamos calmos cuando realmente no es así o ser infieles sentimentalmente.

La mentira en la empresa
Las grandes mentiras corporativas han llevado a quiebras muy mediáticas a empresas como Enron, por sus estados financieros sistemáticamente manipulados, o a la pérdida de confianza en firmas como Gloria por la leche “Pura Vida”, que sin quebrantar la ley, llevó a que muchos de sus consumidores crean que solo contenía leche de vaca.

Mentimos porque tratamos de complacer a nuestros clientes o porque no queremos ser castigados por un error, para ser mejor vistos, para no sentir vergüenza o para no perder poder.

Sin embargo, la presencia de la mentira en la empresa tiene que ver muchas veces con pecados que podríamos considerar como “veniales”, porque se dan cotidianamente y solo buscan cuidar nuestra imagen.

Una mentira en la empresa puede llevarnos a no tomar la mejor decisión, generar injusticias y desperdiciar recursos, atentando contra indicadores de negocio, pero el principal daño se da en el que miente, pues le quita credibilidad y lo convierte en un peor profesional.

En la otra tribuna, busquemos soluciones y preguntémonos ¿cuál es el costo de no mentir? ¿No es preferible analizar mejor los problemas para no optar por la solución más fácil? ¿Y si nos acostumbramos a organizarnos mejor y manejar mejor nuestros tiempos? Si erradicamos la mentira de nuestro actuar viviremos con menos estrés.