Del teléfono de disco a la interacción multiplataforma
Especial 25 años de Gestión. Además de la competencia en telefonía móvil, el mercado comenzó a registrar un mayor dinamismo en los segmentos de Internet, telefonía fija alámbrica e inalámbrica, entre otros rubros.
Por: Josimar Condor
En dos décadas y media, la manera de comunicarnos ha mejorado notablemente. Hemos pasado del teléfono de disco a diferentes medios que confluyen entre sí. Se han acortado los tiempos y las distancias, facilitando así las relaciones personales y los negocios.
Pero el camino no ha sido fácil ni rápido. El proceso se inició en Europa, en la década de 1990. Las autoridades del Viejo Continente comenzaron la liberación de las estructuras de las telecomunicaciones, propiciando la apertura a la competencia de los mercados de equipos terminales y el desarrollo de la “sociedad de la información”, recuerda Javier Manzanares, presidente de Telefónica del Perú.
En ese nuevo contexto, una nueva oportunidad se presentó para las principales firmas de la industria. Una de ellas, Telefónica Internacional de España, puso en marcha un plan estratégico de expansión que implicó la adquisición de empresas de telecomunicaciones en América Latina.
En Chile, la operación se concretó en 1988; en Argentina, en 1989 y años después, en 1994, en el Perú, con la compra de la Compañía Peruana de Teléfonos (CPT) y Entel Perú, que dieron origen a Telefónica del Perú. Asimismo, otras compañías llegaron al mercado peruano. Entre ellas, la estadounidense BellSouth, Nextel, AT&T y la italiana TIM.
Desde ese entonces, muchos cambios normativos, reformas e inversión privada se han ejecutado. “En la década de los 90 había una lista de espera de 500,000 solicitudes para acceder al servicio de telefonía fija, personas que tenían que esperar hasta seis años y pagar unos US$ 3,000 por un teléfono fijo. Hoy, el sector de telecomunicaciones tiene más de 30 millones de usuarios de telefonía móvil, de los cuales 17 millones son clientes de Movistar”, refiere Manzanares.
El presidente del Organismo Supervisor de la Inversión Privada en Telecomunicaciones (Osiptel), Gonzalo Ruiz, distingue cuatro periodos en los 25 años de evolución de esta industria en el Perú.
El primero, marcado por la implementación de un nuevo marco regulatorio. “Fue una transición desde una industria administrada e integrada verticalmente por la CPT y Entel, hacia un contrato de concesión en 1994 con un operador monopólico, al cual se le exigen rutas de expansión y ordenamiento de tarifas”, sostuvo.
Luego, llegaría el segundo periodo, de apertura y competencia, acompañado por el ente regulador para promover la telefonía de larga distancia. Y, en otro frente, se alentó la competencia en telefonía móvil con un sistema que permitió a los operadores fijar las tarifas de las llamadas de fijos a móviles.
“Este mecanismo se mantuvo hasta el 2010 y cambió en el 2011”, añade Ruiz, tras señalar que en esta segunda etapa también se plantearon una serie de medidas, como la portabilidad, el área virtual móvil, entre otras.
Crecimiento del mercado
Desde inicios de la década, el mercado de telecomunicaciones cambió y las prioridades de la regulación en este tercer periodo apuntaron a promover la inversión y el crecimiento en cobertura con medidas relacionadas al cargo de interconexión y otros.
Además de la competencia en telefonía móvil, el mercado comenzó a registrar un mayor dinamismo en los segmentos de Internet, telefonía fija alámbrica e inalámbrica, entre otros rubros.
Finalmente, grafican una cuarta etapa del sector un mercado con cuatro operadores de red (Telefónica, Claro, Entel y Bitel), además de operadores en otros nichos de mercado, una penetración de 105% en telefonía móvil y 31 millones de líneas móviles. En esta coyuntura, las necesidades cambian y la regulación se redefine. “Quizá lo más importante de los noventa era generar garantías para las nuevas inversiones. Hoy día también se tiene que hacer, pero igualmente cuidar que los servicios públicos sean de calidad y accesibilidad, que es lo que buscaba la reforma”, sostuvo Ruiz.
Si bien aún existen muchos retos para lograr que las brechas entre las expectativas del usuario y la oferta se reduzcan, sobre todo en el ámbito rural, nadie puede negar la evolución de este mercado. “Tener un teléfono demoraba unos dos años. Ahora si demora dos días el usuario ya puede presentar su queja”, refiere.