FAO: Perú puede llegar a ser un país con "hambre cero" antes del 2030
“La FAO está convencida de que es absolutamente posible acabar con la pobreza y el hambre para el año 2030”, comentó su representante en Perú, John Preissing.
Por: Edwin Bardales
Hoy 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación y en este 2015 cobra una relevancia especial, ya que el Perú es uno de los países que ha cumplido todas las metas internacional del hambre, señaló hoy John Preissing, representante de la FAO en Perú.
“Pero este Día Mundial de la Alimentación coincide con el lanzamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que son retos más exigentes, pero realizables, y el Perú es, sin duda, uno de los países que puede conseguir estos ODS antes de 2030”, declaró a Gestion.pe.
Precisó que el Perú puede lograr específicamente el segundo de estos objetivos, que apunta a conseguir “hambre cero”.
“Estamos hablando de lograr aproximar el porcentaje de la población subalimentada a un 2% o 3% en 15 años. Considerando que actualmente el porcentaje de personas con hambre en el Perú es de 7.5%, y que este porcentaje se ha reducido en casi un 25% en poco más de 20 años, la FAO está convencida de que es absolutamente posible acabar con la pobreza y el hambre para el año 2030”, comentó.
Mencionó que este año, en que la FAO celebran su 70º aniversario, se han visto resultados alentadores en el Perú y América Latina en la lucha contra el hambre.
“El tema del Día Mundial de la Alimentación de este año es la ‘Protección Social’ y tenemos que celebrar los avances en reducción de la pobreza e inclusión económica y social de las poblaciones más pobres, que se ha logrado en el país y la región, principalmente, gracias a un verdadero compromiso político que se ha mantenido vigente a través de varios gobiernos”, dijo.
Sin embargo, enfatizó que este compromiso político debe seguir alentándose, ya que aún hay dos millones de hombres, mujeres, niños y niños que aún viven con hambre en el Perú, por lo que se requiere de un “esfuerzo concertado y progresivo” entre los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.
“Así como debemos reconocer los logros del país en alcanzar las metas globales de reducción del hambre y la pobreza, debemos también reconocer que a los Estados todavía les es difícil llegar de forma efectiva a los bolsones más duros de pobreza que, como sabemos, están principalmente en el campo”, anotó.
Indicó que casi el 80% de los pobres del mundo viven en zonas rurales y dependen principalmente de la agricultura para sus ingresos y su seguridad alimentaria.
“Por eso la inversión en la agricultura sigue siendo la forma más eficaz para sacar a las personas de la pobreza en las zonas rurales. Aunque estas personas se benefician del crecimiento macroeconómico, requieren de intervenciones más focalizadas”, afirmó.
Protección social
En ese contexto, manifestó que la protección social, por ejemplo en forma de transferencias de dinero en efectivo a los hogares pobres, puede hacer una gran diferencia y en el 2013, estos programas de protección social lograron sacar de la pobreza extrema a 150 millones de personas en zonas rurales de todo el mundo.
“Pero la protección social, aun siendo esencial, no es suficiente; solo puede desempeñar una función de apoyo. Para combatir la pobreza y la inseguridad alimentaria en el contexto del desarrollo rural y la transformación agrícola, son necesarias políticas e intervenciones tanto en materia de protección social como de agricultura” subrayó.
El representante de la FAO puntualizó que hay que tener en cuenta que una persona puede caer o superar el hambre y la pobreza dependiendo de la calidad de un programa social.
“Por eso se necesitan programas cada vez más y mejor focalizados; y sobretodo se necesita mejor articulación entre protección social y desarrollo agrícola. Un ejemplo de esta articulación y que ha demostrado ser efectiva, es la que hay entre Juntos y Haku Wiñay, que permite que los más pobres puedan transformarse en entes productores netamente y no sean de forma prolongada beneficiarios de programas sociales”, anotó.
Por ello consideró que se requieren más programas y articulaciones de ese tipo, profundizar en ellos y extraer lecciones aprendidas de programas que, además, tienen más de 20 años implementándose en el país.
“Como FAO hablamos siempre de la importancia de políticas de Estado para atender temas de extrema pobreza en el largo plazo. Esto es, sin duda, un reto para quienes están pensando en lanzar campañas electorales el próximo año; deben basarse en la evidencia de programas de éxito, en experiencias probadamente exitosas y donde ha habido vacíos, y de innovar en las áreas donde todavía es posible hacerlo”, afirmó Preissing.
Preissing acotó que si se miden los progresos del Perú en la lucha contra el hambre desde 1990, se puede ver que está en la trayectoria para ser un país con “hambre cero” y “no hay ningún indicio de que no se pueda alcanzar este objetivo”.
“Es verdad que hoy día estamos experimentando una desaceleración en la economía, pero el país aún sigue creciendo y seguramente lo seguirá haciendo. Y si pensamos en las zonas de pobreza rural extrema, donde ya vemos que ese crecimiento no siempre llega, volvemos a insistir en la combinación de programas sociales y de desarrollo productivo agrario, focalizados en la agricultura familiar”, concluyó.