Montevideo.- Unos 5,000 hombres de decenas de nacionalidades trabajaban por turnos en la época de esplendor de un gigante frigorífico en Uruguay construido a orillas del río en el siglo XIX y desde donde se exportaba carne enlatada a los combatientes de la Segunda Guerra Mundial. Los cambios de dueños y el paso del tiempo convirtieron al emporio de ladrillo y cemento en una mole vacía condenada al abandono. Pero su sofisticada arquitectura, que aún conserva, y el papel que desempeñó en el desarrollo industrial de Uruguay hizo a la vieja fábrica merecedora de un lugar en la lista de bienes inmuebles y Patrimonio de la Humanidad como "paisaje cultural-industrial". (Foto: AP)