“Un tiempo dejé de trabajar, pero mis hijos no me veían igual. No me sentía yo”
Eva Arias, presidenta de minera Poderosa, guarda en un lugar especial, los regalos que sus hijos le hicieron de niños.
Por: Karina Abarca
Eva Arias ya había terminado de compartir su rol de madre con nosotros, cuando mandó a llamar a sus dos hijos, Jimena y Diego, que trabajan en la Minera Poderosa, para orgullosa presentarlos y resaltar cada una de las virtudes de estos.
Agradece a Dios por las celebraciones de Navidad y por el Día de la Madre, donde prima la unión, gracias al legado de su padre. Aunque se queja de que su cumpleaños no resalte tanto (28 de julio), porque todos están en medio de las festividades por Fiestas Patrias.
¿Cuál fue su fórmula para manejar sus tiempos de profesional y madre?
Saber delegar y elegir a las personas correctas que me dieran confianza. Pero sabes, antes busqué realizarme profesionalmente y tener una independencia
económica.
¿A los cuántos años tuvo su primer hijo?
A los 30 años y ya no era tan joven (risas). Y obviamente, la vida me cambió. Pero pude con todo, les di de lactar hasta los ocho meses en promedio a cada uno.
Usted tiene dos hijos, ¿tuvo igual número de nanas para soportar el training?
No, solo una para mis dos hijos, Jimena y Diego, que hoy tienen 33 y 30 años de edad, respectivamente. Y la verdad, no recuerdo haber sentido cansancio cuando llegaba, por ejemplo, en las noches.
¿Cuál fue su ventaja?
Tenía mi trabajo cerca de la casa y cuando ellos entraron al nido, mi mamá me ayudaba a tenerlos toda la tarde y luego yo pasaba a recogerlos para llevarlos a bañar, a cenar y luego a acostarlos. Realmente tuve suerte.
¿No pensó en dejar de trabajar para no estar en ese ritmo?
Un tiempo dejé de trabajar, pero sentí que mis hijos no me veían igual, sentían que no era yo. Así que volví a trabajar con más fuerza en la mina.
¿Y cómo reconocían esa labor sus hijos?
Son chicos buenos. No hubo mayores dolores de cabeza, traviesos como todo los niños. Pero la clave está en compartir con ellos.
Recuerdo que hice un hornito en mi casa para que mis hijos y sus amiguitos jugaran, mientras yo los observaba.
Y el Día de la Madre, ¿cómo es el regalo perfecto para usted?
Ese regalo se va haciendo a lo largo del año. Siempre ha sido así. Cuando eran niños, el regalo por ese Día empezaba con las buenas notas en el colegio, con un buen comentario de la profesora sobre el rendimiento escolar.
¿Y ahora?
Ahora son los momentos que compartimos en familia, a la que se han sumado mis dos nietas y mi yerno.
¿Ha podido preservar los regalos que sus hijos siendo niños le entregaron?
Son mi tesoro. Tengo un candelabro que me hicieron con una botella de plástico. También están cartitas y dibujos. Están en un lugar especial. Me siento muy bendecida por la familia que tengo.