The physics of Wall Street: los aportes de la física a las finanzas

G de Gestión. Un físico defiende las contribuciones de sus colegas en el mundo de las altas finanzas y reivindica su papel hacia el futuro. Los ‘quants’ que aprovecharon los avances de esta ciencia lograron los mejores rendimientos.

Por: Redacción Gestion.pe

Por Gonzalo Carranza

Ya en su primera página, The physics of Wall Street plantea una tesis sorprendente: el mejor inversionista del mundo no es Warren Buffett, ni George Soros, ni Bill Gross de Pimco. De hecho, es un personaje probablemente desconocido para todo aquel que no sea físico de profesión: Jim Simons.

En el mundo de la física, Simons es célebre por su aporte a la teoría de cuerdas, pero en las altas finanzas, su firma, Renaissance Technologies, no está en el top of mind de nadie, hasta que se sabe que Medallion, su principal fondo, obtuvo un retorno promedio anual de 40% desde su fundación en 1988. La cifra duplica, por ejemplo, el retorno obtenido por Buffett en Berkshire Hathaway desde que esta se transformó en una firma de inversiones.

El objetivo de James Owen Weatherall al plantear este caso es generar un efecto de disonancia en aquel lector que se ha acostumbrado a ver a los ‘quants’, como se llama a los físicos y matemáticos que aterrizaron en Wall Street desde los ochenta, como los culpables de la última crisis financiera, cuyos sofisticados modelos estadísticos no pudieron prever.

Para el autor, esa es una visión parcial, que considera solo a los físicos que manejaban una gama limitada de modelos basada en hipótesis y premisas ideadas muchos años atrás. “Incluso los más sofisticados fondos liderados por quants estaban apoyándose en herramientas de primera o de segunda generación, cuando ya había disponibles herramientas de tercera o hasta de cuarta generación”, escribe Weatherall.

En cambio, aquellos quants que habían seguido los avances de la física y la matemática para incorporarlos en sus decisiones financieras se contaban entre los mejores inversionistas y entre los pocos que habían visto con claridad la crisis de proporciones históricas que se avecinaba a finales del 2008. De hecho, para el autor, el futuro de las finanzas e, incluso, de la ciencia económica, está íntimamente ligado a la física y a sus disciplinas cercanas.

Weatherall elabora un relato basado en biografías de físicos y matemáticos que se vincularon con las finanzas, reseñando de manera didáctica y ágil sus aportes. La narración se inicia a finales del siglo XIX y se proyecta hasta el presente y más allá. El primer personaje es Louis Bachelier, el matemático francés que sentó las bases para vincular la estadística moderna con la ‘especulación’ financiera.

Su premisa fundamental fue que los cambios en los precios de los activos seguían una distribución normal, donde los movimientos extremos son sumamente improbables, una simplificación que aún se dicta en los cursos financieros, a pesar de que, más de cien años después, los aportes de físicos como Maury Osborne, Benoit Mandelbrot, Edward Thorp y Fischer Black han sofisticado los modelos, incorporando inclusos insights psicológicos o matemática de fractales.

Finalmente, el libro llega a los físicos del presente, cuyas historias recoge Weatherall fuera del mainstream de la física académica y de Wall Street, pero que han probado con resultados el valor de sus modelos. Renaissance es solo un ejemplo de varios que, al terminar el libro, dejan la conclusión de que las finanzas del futuro no se librarán de las ecuaciones.