Siga este truco para integrarse dondequiera que usted viaje
FOTOGALERÍA. Pauline Frommer, hija del pionero de las guías turísticas Arthur Fommer, comparte con Bloomberg Pursuits sus mejores secretos de viajes para toda ocasión y destino, entre ellos un simple truco que lo ayudará a integrarse en casi en cualquier parte.
Pauline Frommer es copresidente de Frommer Media LLC, junto con su legendario padre, pionero de las guías Arthur Fommer. Este año se celebra el 60º aniversario de su primer libro. Hay ahora más de 100 títulos en la serie Frommer; Pauline ha escrito ocho de ellos. Y ha perdido la cuenta de la cantidad de millas que registra cada año, pero no es servilmente leal a una aerolínea en particular. En cambio, Frommer busca el mejor negocio.
“Mi compañía aérea favorita, al menos en Estados Unidos, es JetBlue”, dice. “Me gusta el espacio para las piernas, y la tripulación parece tener mucho más sentido del humor que muchas otras aerolíneas”. Está casada con el profesor de la Universidad de Columbia Mahlon Stewart; la pareja tiene dos hijas. Estos son sus secretos de viajes:
Evelyn Hannon de Journeywoman me dio uno de los mejores consejos prácticos que he escuchado. Como las mujeres que viajan son más propensas a ser acosadas en algunos países si son vistas como forasteras, lo primero que hace cuando llega a un nuevo destino es comprar algo pequeño en una tienda de comestibles o farmacia muy local. Y luego lleva consigo la bolsa en que le dieron sus compras porque sabe que, no importa lo diferente que ella se vea de los demás habitantes del lugar, la bolsa la marcará como local y posiblemente le proporcionará alguna protección.
He utilizado este truco recientemente en Chennai; incluso insistí en que mis hijas adolescentes lo hicieron cuando salieron solas. Es como una manta de seguridad. Estoy asumiendo que funciona, pero puede ser que solo me dé más confianza.
Nunca viaje sin unos audífonos duplicadores, esa es una sugerencia de mi madre. Permite a dos o tres personas conectar sus auriculares y ver la misma película a la vez. Ha sido un salvavidas para mí. Mis chicas y yo podemos reunirnos alrededor de una PC portátil o iPad, y discutir la película después. Las hace entretenerse bien, y también les permite mantener otro iPad cargado completamente, en lugar de gastar la batería de varios dispositivos.
Creo que necesitas ir a países que permiten que los niños hagan cosas que serían ilegales aquí. En Belice, por ejemplo, mi hija de 10 años hacía rapel por la cara de un acantilado, y nadamos en unas cuevas donde había una sala semejante a una catedral con antiguos artefactos mayas calcificados en el suelo, incluyendo huesos de sacrificios humanos.
En Nueva Zelanda, mis hijas practicaron zorbing, o esferismo, y bungee jumping, el salto al vacío con una cuerda elástica sujeta a los tobillos. Y en White Island, justo al lado de la costa de la Isla Norte, caminamos alrededor del volcán más activo del país. Hay que usar una máscara de gas y caminar codo a codo con el grupo porque el terreno cambia cada día. No quiero que siempre estén cómodos.
Para mí, en unas vacaciones, se trata de ser valiente y desafiarse a sí mismos. Incluso mejor, esas fueron las vacaciones en las que mis hijas no discutieron ni una vez, porque cada día tenían una aventura diferente. Había aprendizaje, pero no era un aprendizaje puramente teórico.
Siempre reserve una habitación con balcón, ya sea en Airbnb o un cuarto de hotel. Usted puede salir de los confines de su habitación y ver la vida a su alrededor, pero todavía tiene la privacidad de estar ahí afuera en su bata, bebiendo una taza de café. Recuerdo estar en París, en un pequeño complejo justo al lado del Boulevard St. Germain, en una habitación como esa, en uno de esos edificios franceses rodeados por un patio. Me sentaba allí y miraba a los vecinos, viendo cómo realmente vivían sus vidas: colgando la ropa, niños desplazándose en rodados. Sentí que veía un París que el turista nunca ve.
Haga un corto viaje de dos días con alguien con quien no haya viajado nunca antes. Recuerdo que, en mi primera ida a la universidad, hice una gira de investigación para mi padre, ya que soy una Frommer, viajé durante tres meses con mi amigo Darren. Al final del viaje, nos despreciábamos el uno al otro. No sé si alguna vez he odiado a alguien más. Fue porque no veíamos el mundo de la misma manera: él siempre necesitaba estar interactuando, mientras que yo necesito tiempo para sumergirme en un libro o en mis propios pensamientos. Ambos deben saber bien con quién van a estar cuando eligen un compañero de viaje.
Demasiadas personas se dirigen a él, dicen, 'Oh, allí está' y se van. Pero tienes que llegar hasta debajo del borde, tal vez sean solo 120 metros, o una caminata de 30 minutos, y eso cambiará las cosas inmensamente y añadirá a tu comprensión. Llegas debajo del borde, y de repente el paisaje se transformó totalmente. Al atardecer o al amanecer, es un cañón diferente. Y tienes que obligarte a permanecer quieto y dejar que funcione. Tienes que mirar y permitir que te afecte. Lo mismo ocurre en un museo: si intentas recorrerlo y ver demasiadas cosas, quedarás exhausto. Tienes que comulgar con lo que estás mirando, por lo que es una experiencia revitalizante, en lugar de una agotadora.
Taipéi, en Taiwán, tiene las más sorprendentes y atractivas baratijas. Me encanta el mercado nocturno de Shilin. Cuando mis hijas eran más pequeñas, traje a casa dos paraguas … bueno, eran muñecas que se transformaban en paraguas. Y fueron siempre su juguete favorito, durante tanto tiempo. Para mí, me compré un estuche de teléfono celular que era mitad de brillantitos, mitad de piel, era tan loco, pero me hizo feliz.
El otro lugar es París, especialmente la Rue d’Alésia, donde están muchos almacenes de diseñadores parisinos, como Sonia Rykiel y Azzedine Alaia. Es donde compré mi primer traje sastre cuando era adolescente, y constantemente regreso. Tienen la moda del año pasado, pero no me preocupa demasiado. La moda parisina del año pasado está muy cerca de la estadounidense de este año.
Fui a Mackinac Island en Michigan fuera de temporada, y el viaje transformó mi manera de pensar. Muchos lugares tienen su historia, pero siempre va a haber señales de modernidad: semáforos, cables para teléfonos y electricidad. Pero no en Mackinac. Nunca permitió coches en toda su historia, porque las calles son demasiado angostas, por lo que no hay semáforos.
La gente se traslada en bicicleta o a caballo o en carreta. Sí, la gente está hablando en sus teléfonos celulares, porque eso no se puede evitar, pero realmente se puede volver atrás en el tiempo de una manera mucho más completa que en otros lugares. Es una sensación visceral. No te alojes en el Grand Hotel, porque tendrás que aceptar su plan de media pensión. Paré, en cambio, en el Chippewa Hotel, y me dieron una habitación con un precioso balcón con vista al lago.
Por: Redacción Gestion.pe