Reynaldo Arenas: “Si eres consciente de tu propio yo, puedes calzar cualquier rol”
El primer actor nacional confiesa que el teatro le da una “satisfacción especial”, aunque el nivel de concentración necesario sea tan alto como la exigencia emocional.
Por: Karen Rojas Andia
Reynaldo Arenas complexión gruesa, voz vigorosa, risa estentórea es considerado uno de los actores sobresalientes de la escena local. Si bien se inició hace más de 40 años, no fue hasta 1984 que se hizo un nombre por interpretar en el cine a Túpac Amaru II. Ha alcanzado sus más recordadas performances de mano de personajes dramáticos, sobre todo, en las tablas, y ahora está inserto en un formato novedoso: el microteatro.
Esta vez está involucrado en el microteatro. ¿Ha hecho antes algo similar?
Esto es un poco la reminiscencia de los años 70, cuando se hacían los ‘café concerts’, que fueron el comienzo de los ‘café teatros’, y se presentaban pequeñas obras de Tennessee Williams, Oscar Wilde, Edgar Allan Poe. Esto es similar. Es un teatro íntimo.
Entre teatro, cine o televisión, ¿qué formato lo entusiasma más?
Los tres son diferentes y merecen una atención especial. En el cine o en la TV, actúas para un lente. El teatro, en cambio, es una comunión con el público. A mí me gusta más, el teatro me da una satisfacción especial.
¿En teatro, el desempeño del actor también depende del público?
El actor necesita concentración absoluta, ser consciente de sus acciones y, como es en vivo, puede que ocurra cualquier incidente. Ahora, también hay diferentes públicos, los hay cultos, los hay socarrones (risas). Uno nota cuando está ante personas que no saben observar.
¿Es usted selectivo con sus papeles?
Sí. Yo soy serrano, y muchas veces me han llamado para ridiculizar al hombre del ande. Me han buscado para interpretar a drogadictos, violadores, alcohólicos. Pasa en TV, pasa en teatro. Hay personajes que denigran la condición del hombre andino o del hombre afroperuano.
¿Alguna vez ha interpretado un papel que para usted era hazaña?
Al principio he aceptado cada cosa… hasta he hecho café teatro y me he desnudado (risas). Cosas que uno hace cuando empieza, para experimentar, ahora ya no.
Para tener listo un papel, ¿de qué elementos se sirve?
Son muchos factores. A mis personajes los estudio desde cuatro aspectos: el físico, el psicológico, el social y el intelectual. En función a eso, voy construyéndolos. Al último ya viene la cáscara: la vestimenta, el maquillaje. El teatro es un trabajo artesanal.
¿La exigencia emocional que supone interpretar a un personaje dramático lo ha conllevado alguna vez al estrés?
En las escuelas de arte dramático es clave trabajar con un psicólogo que te enseñe a descubrir tu verdadero yo, y así desdoblar en otros personajes. Solo si eres consciente de tu propio yo, puedes calzar en cualquier rol. Al inicio yo he sufrido: hay personajes que se apoderan de ti (risas).
¿De qué manera?
Recuerdo una obra llamada “La Visita”, ahí interpretaba un joven que guardaba durante años rencor hacia los psiquiatras por una terrible experiencia personal, y un día visita a una doctora, la hostiga, la agrede, la intenta matar. Había mucha descarga de energía, era una obra tan violenta que llegaba extenuado a casa, cerraba la puerta con violencia, dormía hasta el mediodía…
¿Cómo ha evolucionado el teatro peruano?
Ha variado muchísimo. Antes había muchas salas de teatro, sobre todo en el Centro de Lima, el Entre Luz, Segura, Alcedo… pero han desaparecido, a eso se sumaba una mayor concurrencia de gente.
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¿Y ahora?
Ahora se ve el interés de muchos jóvenes por hacer teatro, pero faltan salas, no hay muchos espacios nuevos.
¿Es caro hacer teatro en el Perú?
Sí, los costos son inalcanzables. Mira, una función en el Teatro Nacional cuesta S/ 25.000 por día; en el Municipal, S/ 18.000. Así, ningún grupo de teatro se puede aventurar. Hay que recuperar nuestras salas. El teatro es vital, el sello de una nación.
¿Cree que se está dando cabida a la dramaturgia local?
Hay buenos intentos. El Perú es un crisol de talentos, pero a los gobernantes no les interesa la cultura… pueblo que despierta… (risas) El arte es una arma muy peligrosa.
OTROSÍ DIGO
Centro cultural. A sus 72, y con cuatro décadas de trayectoria, Arenas ha sido testigo de la desaparición de innumerables salas de teatro. Así que hace poco intentó fundar un Centro Cultural propio, pero no tuvo éxito. “Me topé con muchas trabas, no solo de las autoridades”, confiesa. Aún así espera retomar el propósito “para darle más espacio a la dramaturgia peruana”.
EL DATO
Obra. Reynaldo Arenas interpreta esta vez a un agente policial que deberá enfrentarse a un sacerdote poseído. “El Evangelio según Satanás” es una de las obras que compone la temporada “Por tus miedos” y, va hasta el 13 de noviembre en Microteatro de Barranco.