¿Quieres conocer y disfrutar Lima? Aquí 20 cosas que hacer en la capital peruana
FOTOGALERÍA. Lima es una ciudad que estaba poco valorada como destino turístico, sin embargo, poco a poco se conocen más sus atractivos. El portal elviajero.elpais.com presentó una reseña de las 20 cosas que se pueden hacer en la capital peruana. Aquí se las presentamos.
La niebla que envuelve sus edificios coloniales y sus torres de pisos suaviza la primera impresión que puede causar Lima al viajero. Esta gran metrópolis, que se alza sobre un largo litoral de acantilados, es la segunda capital más seca del mundo después de El Cairo. Para disfrutarla no hay como sumergirse en el caos de edificios modernos levantados junto a templos precolombinos y en el ruidoso tráfico entremezclado con el rumor de las olas que llega desde el Pacífico.
Pero la capital peruana es también una ciudad sofisticada que presume de una cultura milenaria. Solo hay que ir a sus museos, donde exhiben una cerámica sublime, visitar los bares más clásicos del centro, como el Cordano o sus galerías más vanguardia. Pero lo mejor, y lo más famoso en este momento, es su talento culinario, que ha hecho que Lima protagonice una revolución gastronómica fraguada a lo largo de 400 años.
Comerse Lima a bocados. En Lima la vida gira en torno a la comida. Ciudad costera, propone múltiples opciones –desde puestos callejeros a locales de alta cocina- que, sin excepción, ofrecen exquisitas interpretaciones de la cocina de fusión peruana y de sus productos autóctonos, como la quinua y la cobaya. Platos que muestran una compleja mezcla de las influencias española, indígena, africana y asiática (china y japonesa).
La capital de Perú se ha consolidado definitivamente como uno de las grandes enclaves culinarios del mundo y puede disfrutarse tanto en una sencilla cebichería a pie de calle como en los restaurantes más vanguardistas. La prueba del éxito de la escena gastronómica peruana es el festival Mistura, que atrae a medio millón de personas cada año hasta Lima y cuenta con la participación de los restaurantes más refinados y los mejores locales de ‘streetfood’.
Ruta ‘gourmet’ por Miraflores. Los viajeros más comidistas saben que Lima reúne algunos de los grandes templos de la gastronomía mundial. Es difícil seleccionar, pero entre ellos se encuentra Astrid y Gastón (ahora en San Isidro), icono de la cocina novoandina limeña. Este afrancesado restaurante de Gastón Acurio sigue marcando tendencia y sus exquisitas especialidades de fusión (como filetes dorados de cuy al estilo pekinés con crepes de maíz púrpura) convierten una cena en una experiencia sublime.
En esta ruta hay que incluir a Central (centralrestaurante.com.pe), del chef Virgilio Martínez, otro reinventor de la tradición culinaria local. Resultan fascinantes sus reinvenciones de platos clásicos como el cochinillo, que elabora con peras, mostaza y tomate en rama. Con otro estilo, pero también en Miraflores, El Enano invita propone deliciosos sándwiches de pollo asado, jamón, pavo y chicharrones en pan francés con cebollas y chiles marinados.
De bares 'lounge' en Barranco. En Lima hay tabernas, bares de todo tipo y cervecerías, pero resulta irrenunciable tomar un buen pisco. El barrio de Barranco, alrededor del Parque Municipal, bulle la noche de los viernes y sábados con mucha gente con ganas de divertirse, y es que aquí se ubica Ayahuasca, el lugar de moda en Lima, una asombrosa y restaurada casona con florituras arquitectónicas moriscas donde se puede escoger entre diversos cócteles de pisco como el exquisito Ayahuasca sour, preparado con frutas de la jungla y hojas de coca.
Otros prefieren el Bar Piselli, local de barrio con buen ambiente y música en directo algunos días, o el clásico Santos, animado y agradable local instalado en una antigua mansión con varios salones y balcón con vistas al Pacífico.
Cultura local en Lima Centro. Fundada en el siglo XV, la riqueza cultural de Lima fluye desde sus catacumbas coloniales hasta los numerosos museos y las novedosas galerías de arte de Barranco. Pero en el casco histórico de la ciudad, Lima Centro, una cuadrícula de animadas calles trazadas en tiempos de Francisco Pizarro, se concentra la mayor parte de la arquitectura colonial que se conserva. Aquí se puede almorzar en el histórico Bar Cordano, abierto en 1905 –sus ‘tacu tacu’ (arroz con frijoles fritos) son una institución–, o en el encantador Domus, una mansión restaurada del siglo XIX muy frecuentado por periodistas.
Una parada aconsejable son el Museo Andrés del Castillo, que expone cerámica Chancay en un bonito edificio colonial, para después peregrinar hasta El Bolivarcito, famoso bar del Gran Hotel Bolívar, donde se sirve uno de los primeros pisco ‘sours’ elaborados en Perú.
Los restos de Pizarro. Muchas de las mansiones e iglesias coloniales del centro histórico de Lima desaparecieron con la expansión urbanística, los terremotos y la humedad permanente. Pero la plaza de Armas, donde Francisco Pizarro instaló en el siglo XVI el centro del Imperio español en América, sigue recordando el pasado ligado a España. No se conserva ninguno de los edificios originales, pero los que rodean ahora la plaza, como el Palacio Arzobispal, de 1924, mantienen ese estilo colonial y balcones moriscos.
El Palacio de Gobierno, de estilo barroco y actual residencia del presidente de Perú, alberga también exposiciones temporales, mientras que la Catedral de Lima –mezcla de estilos, ha sido reconstruida en varias ocasiones– se alza donde Pizarro levantó la primera iglesia de la ciudad, en 1535. Los restos del conquistador reposan en una capilla recubierta de mosaicos.
Rodeados de santos limeños. La Iglesia de Santo Domingo es uno de los edificios religiosos más ilustres de Lima. Su gran monasterio se levanta sobre un terreno concedido por Pizarro al fraile dominico Vicente de Valverde, quien le acompañó en la conquista.
La impresionante iglesia de color rosa que hoy vemos, construida en el siglo XVI (y reformada en diversas ocasiones), es célebre porque acoge los restos mortales de tres famosos santos peruanos: San Juan Macías, Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres (primer canonizado negro del continente). Las tumbas están en el convento pero las reliquias se conservan en un santuario a la derecha del altar.
Vida nocturna. Cuando el sol se pone por el Pacífico, Lima se ilumina con un millón de luces. Es la hora de disfrutar de la vida nocturna latina que comienza con un pisco sour o un chiclano en un bar de barrio o en un lujoso salón. Después, se puede ir a bailar cumbia, house, techno, rock latino o reggaetón hasta la madrugada. Hay música en directo en muchos locales, como El Dragón, o La Noche, conocidísimo local de tres plantas con actuaciones de rock, punk y música latinoamericana.
Quienes busquen un ambiente más exclusivo pueden escoger entre clubs como el elegante Aura (en el centro comercial Larcomar); o Gótica, local de moda para ir a bailar con ganas. El interior, que parece una iglesia, acoge sesiones de música electrónica, pop y hip-hop.
Museo Larco. El barrio de Pueblo Libre cuenta con uno de los mejores museos de la ciudad. Con la mayor colección mundial de arte precolombino, el Museo Larco es todo menos aburrido. Ocupa una mansión virreinal del siglo XVIII y reúne una de las mejores muestras de cerámica de Lima. Fundado en 1926 por Rafael Larco Hoyle, coleccionista y catalogador de objetos precolombinos, la colección asciende a unos 45,000 objetos catalogados y bien expuestos.
Cerámicas de las culturas cupinisque, chimú, chancay, nazca e incla no restan brillo a la estrella del centro: los retratos de navíos de la cultura moche, presentados en cajas sencillas y bien iluminadas. Pero lo que más suele llamar la atención de los visitantes es la colección de objetos eróticos precolombinos (sumamente explícitos). El café del museo es especialmente recomendable, con un jardín privado cubierto de buganvillas y un magnífico cebiche.
Pachacámac. A unos 30 kilómetros al sureste de Lima, este conjunto arqueológico con una ciudadela de adobe, palacios de piedra y templos piramidales no sorprenderá a quienes hayan estado en Machu Picchu, pero fue un importante centro inca y una ciudad relevante cuando llegaron los españoles. Centro ceremonial de la cultura Lima en sus orígenes (principios del año 100), fue ampliado por los huaris y conquistada finalmente por los ichsma. Los incas añadieron muchas construcciones cuando llegaron a la zona, en 1,450.
Gran parte de los edificios son poco más que montículos de escombros esparcidos por un paisaje desierto, pero algunos templos han sido excavados y sus rampas y laterales escalonados quedan a la vista. Se puede ascender por un sendero en zigzag hasta el templo del Sol, desde donde en días claros se observan excelentes vistas de la costa. El edificio más destacado es el palacio de las Mamacuna (Casa de las mujeres elegidas), comúnmente llamado Acllahuasi, con entradas trapezoidales de estilo inca. Por desgracia, un fuerte terremoto en el 2007 afectó a su estructura, por lo que los visitantes solo pueden verlo desde lejos.
Vuelo en parapente. Una experiencia original para ver Lima desde lo alto es saltar en parapente desde los acantilados de Miraflores y sobrevolar el barrio con el Pacífico en el horizonte. Desde el parque Raimondi, en lo alto de estos precipicios, despegan los vuelos, tanto individuales como en tándem. Peru Fly o Andean Trail Peru son dos de las agencias que ofrecen este tipo de vuelos.
Pedaleando por barrios coloniales. Barranco es una urbanización elegante del siglo XX con magníficas casonas antiguas, muchas de ellas ocupadas hoy por restaurantes y hoteles. En un recorrido por el barrio, paseando o en bicicleta, hay que detenerse en el Puente de los Suspiros, una estrecha construcción de madera sobre una antigua escalinata de piedra que conduce hasta la playa; ha inspirado muchas canciones populares y es perfecto para una cita romántica.
También debemos visitar el Museo Pedro de Osma, instalado en una bella mansión de estilo beaux arts rodeada de jardines. Aunque poco frecuentado, el centro tiene una exquisita colección de muebles coloniales, platería y arte. La tercera parada puede ser en la Galería Lucía de la Puente, alojada en otra magnífica casona de dos pisos, la mejor de arte contemporáneo en Lima.
Parques y momias huari. En Miraflores se encuentra el centro urbano moderno de Lima, lleno de restaurantes, tiendas y locales nocturnos, que mira al Pacífico desde sus acantilados. Podremos pasear y encontrar lugares como la Fundación Museo Amano, con su colección de arte y cultura preincaica; el Museo Enrico Poli Blanchi, también privado, al que solo se accede en visitas concertadas; el Choco Museo, dedicado al chocolate, o la casa de Ricardo Palma, un escritor peruano que murió en 1919.
Para los amantes de las culturas antiguas, la parada obligada es la Huaca Pucllana, un centro ceremonial de adobe de la cultura Lima, del año 400, en el que se han descubierto importantes momias huari. Hay circuitos guiados, un diminuto museo y un restaurante muy recomendable con vistas a las ruinas, iluminadas de noche.
Un museo en la intimidad. El Museo Amano, una colección de tejidos antiguos y cerámica, se disfrutar en la intimidad gracias a circuitos privados con cita previa. Lo mejor son sus cerámicas, especialmente las de las culturas chimú y nazca. También destacan los bordadosy tejidos de la cultura litoral chancay. Otro imprescindible es el Museo de Arte de Lima (conocido como MALI), que expone desde arte precolombino a piezas contemporáneas, y cuenta con visitas guiadas a exposiciones especiales.
Ver catacumbas centenarias. El Convento de San Francisco esconde un tesoro, sus catacumbas centenarias, pero también asombrosos accesorios coloniales. De intenso color amarillo, este edificio es famoso por su osario (tiene unas 70,000 piezas) y la admirable biblioteca, con más de 25,000 textos antiguos, algunos anteriores a la conquista. El edificio barroco cuenta con una espectacular cúpula morisca geométrica sobre la escalera principal, tallada en cedro en 1625, además de un bonito refectorio con obras del taller de Zurbarán.
Rodeados de oro (o no). El museo Oro del Perú es uno de los más importantes de la ciudad, o al menos lo fue hasta el 2000, cuando se reveló que el 85% de las piezas de metal de su colección eran falsas. Aunque reabrió sus puertas garantizando la autenticidad de las obras expuestas, de mayor interés (o más auténticas) son las miles de armas expuestas en el Museo de Armas que ocupa la planta baja del edificio.
Barroco a lo grande. Las iglesias limeñas son famosas por su profusa decoración barroca, con un estilo peculiar que las hace únicas. Podemos verlo en iglesias como La Merced, con una imponente fachada de granito en recargado estilo churrigueresco y altares barrocos y renacentistas, o en la de las Nazarenas, que formaba parte de un antiguo barrio de chabolas habitado por esclavos en el siglo XVII.
También barroca, la iglesia de San Pedro es uno de los más bellos exponentes de este estilo en Lima, con un interior suntuosamente decorado con tallas, azulejos y altares dorados. Es barroca la fachada de San Agustín o el pórtico del Palacio de Torre Table, la casona histórica más impecable de Lima, sede actual del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Empaparse del ambiente de los mercados locales. Para compras de 'souvenirs', el Mercado Indio, en Miraflores, es una buena elección, tiene de todo: desde alfarería de barro al estilo precolombino hasta alfombras de pelo de alpaca o telas magníficas. Algo más barato es la Feria Artesanal de Pueblo libre, y para regalos especiales, Las Pallas, en Barranco, una tienda de artesanía con una selección de productos de calidad. Más sabor tienen los mercados locales, como el Mercado Central, donde lo mismo encontramos pescado fresco que pantalones vaqueros.
Comprender la Lima literaria. La capital peruana en invierno (de abril a octubre) suele estar sumida en la neblina, y la llovizna llamada garúa. El cielo parece de alabastro blanco y la ciudad se hunde en la melancolía. Un microclima ultramundano que ha sido fuente de inspiración literaria. La cita más famosa sobre Lima aparece, nada menos, que en 'Moby Dick', de Herman Melville, quien visitó la ciudad en el siglo XIX: “Es la ciudad más triste y extraña que se pueda imaginar”, escribió.
En su tratado de 1964, 'Lima la Horrible', el ensayista Sebastián Salazar Bondy describe la garúa como un polvo flotante, una niebla fría. Alfredo Bryce Echenique la ha comparado con “la barriga de una ballena muerta" y Daniel Alarcón dice que es como “un techo de algodón sucio”. ¿Por qué construyeron los españoles aquí la capital de su imperio andino? Quizá porque la fundaron un 18 de enero, pleno verano, cuando el cielo siempre es azul.
Mansiones de ambiente colonial. La más impecable de todas es, probablemente, el Palacio Torre Tagle, con llamativos balcones moriscos y portada barroca. Pero hay otras mansiones ante las que hay que pararse en el centro histórico, como la Casa de Aliaga, ocupada por 16 generaciones de la misma familia. Su fachada no impresiona, pero el interior es maravilloso, con mobiliario antiguo y azulejos.
Magnífica también es la Casa de Riva Agüero, del siglo XVIII, con bonitos balcones de madera, un elegante patio y mobiliario de época, así como la Casa de Osambela, de color añil, en su día la casa más alta de Lima; desde su torre de observación se veía el Callao. En el Museo Pedro de Osma tendremos una visión general de los tiempos coloniales, en un bonito entorno decorado con exquisitos cuadros de la Escuela Cuzqueña y reliquias del virreinato.
Escaparse a la playa. Para saber cómo veranean los limeños hay que escaparse a las playas que se alinean a lo largo de la carretera Panamericana Sur. Podremos parar en balnearios como El Silencio, Señoritas, Caballeros, Punta Hermosa, Punta Negra, San Bartolo, Santa María, Naplo y Pucusana.
Atención: no esperen playas de corte tropical. Aquí el agua está fría y las corrientes son fuertes. El destino de los surfistas es Punta Hermosa, con olas continuas, y Punta Rocas, un poco más al sur. Y quien busque algunas más familiares, en San Bartolo encontrará alojamientos económicos.
Por: Redacción Gestion.pe