Por qué 20% será el gran número de 2016

Las chances en general se ubican en torno a una en cinco: no probables pero sí posibles. Este “mundo del 20%” va a definir el tono en las democracias de ambos lados del Atlántico.

Donald Trump. (Foto: Reuters)

Por: Redacción Gestion.pe

(Bloomberg View).- Si quisiera elegir un número para 2016, ¿qué le parece 20%? Échele una mirada a la política del mundo occidental y verá que muchas ideas antes impensables y candidatos de posiciones extremas de pronto tienen auténticas posibilidades de triunfar.

Las chances en general se ubican en torno a una en cinco: no probables pero sí posibles. Este “mundo del 20%” va a definir el tono en las democracias de ambos lados del Atlántico –sobre todo porque, como le dirá cualquiera que apueste en las carreras de caballos, eventualmente uno de estos desconocidos llegará a la meta a medio galope-.

Empecemos por el presidente Donald Trump. Los jugadores, que han sido mucho más certeros que los encuestadores para predecir los resultados políticos, actualmente calculan en alrededor de 6-1, o 17%, las probabilidades de que el multimillonario difícil de encasillar pero en general de derecha llegue a la Casa Blanca.

Es interesante que esas sean aproximadamente las mismas probabilidades de que Jeremy Corbyn, el dirigente más de izquierda del Partido Laborista en una generación, llegue a ser el próximo primer ministro de Gran Bretaña.

En Francia, los apostadores ubican las probabilidades de que Martine Le Pen conquiste la presidencia de Francia en 2017 en cerca del 25%, en parte porque la populista de derecha tiene muy buenas chances de llegar a la segunda vuelta. Geert Wilders, otro populista de derecha antes calificado de “ultra”, quizá tenga probabilidades similares de convertirse en el próximo primer ministro holandés.

Otras posibilidades antes impensables rápidamente podrían hacerse realidad. La versión estadounidense de Corbyn, Bernie Sanders, a quien Trump hace poco calificó de “chiflado”, en la actualidad se cotiza en alrededor del 5%, no peor que Jeb Bush.

Además, Sanders ha reunido una especie de coalición corbynista de estudiantes, jubilados y trabajadores del sector público que suele tener un buen desempeño en las primarias. Si Hillary Clinton tropieza con un nuevo escándalo, los demócratas podrían encontrarse con que un socialista compite por la candidatura nacional.

Y no solo hay candidatos “chiflados”; algunos acontecimientos impensables también son claramente posibles. Este año, quizá ya en junio, Gran Bretaña podría votar para dejar la Unión Europea. Los corredores de apuestas aún esperan que el país se incline por el status quo, aunque algunos expertos están menos seguros respecto a esto que lo que estuvieron sobre el referéndum escocés del 2014, que resultó ser una competencia incómodamente reñida para el establishment británico.

Los inversores están acostumbrados a que el mundo político dé sorpresas. Estas sorpresas, sin embargo, usualmente consistían en que a un partido tradicional le fuera mucho mejor o mucho peor de lo previsto… y que las cosas continuaran su curso normal.

Esta vez no. Con Trump al mando, Estados Unidos tendría un muro junto al río Grande y bien podría quedar enredado en una guerra comercial con China. Le Pen quiere sacar a Francia del euro y renegociar la pertenencia de Francia a la UE.

Es difícil decir qué sería más perjudicial para la City de Londres: una salida de Gran Bretaña de la UE, o Brexit, que podría llevar a que miles de empleos bancarios se trasladen al continente; o la elección de Corbyn como primer ministro, que podría incluir un salario máximo y la renacionalización de los bancos, los trenes y las compañías energéticas de Gran Bretaña.

Es más, en el mundo del 20%, algunas posibilidades desagradables hacen que otras sean más probables. Si Gran Bretaña deja la Unión Europea, Escocia (que, a diferencia de Inglaterra, probablemente votaría a favor de quedarse) a su vez podría tratar de dejar Gran Bretaña. Si Le Pen logra sacar a Francia del euro, aumentarán las posibilidades de disolución de la unión. Y no es difícil adivinar lo que un presidente Trump le haría a las relaciones de los Estados Unidos con América Latina y el mundo musulmán.

La opinión generalmente aceptada entre las elites políticas es que los votantes estudiarán estas posibilidades, se despabilarán y se alejarán de lo impensable. Los jerarcas del establishment no se equivocan: los mercados del juego muestran que Hillary Clinton y Marco Rubio tienen más probabilidades de llegar a la presidencia que Donald Trump, así como muestran que Gran Bretaña tiene más probabilidades de permanecer en la Unión Europea que de dejarla.

Pero también hay abundantes pruebas de que, en todo el mundo occidental, los votantes están furiosos con los partidos y las opciones tradicionales… y mucho más dispuestos a evaluar soluciones extremas, en especial cuando se ven frente a políticos que “les dicen las cosas como son” y parecen auténticos, ya sea porque dicen lo impensable (Trump y Wilders) o porque se mantienen firmes en sus principios, por pasados de moda que parezcan (Corbyn y Sanders).

De hecho, candidatos de posiciones extremas ya han empezado a llegar al poder en países más pequeños. Hace cinco años, Alexis Tsipras, un demagogo marxista, era tratado con tanto desdén por los políticos tradicionales de Grecia como Sanders por la familia Bush.

Pero Syriza, el partido de extrema izquierda de Tsipras, ganó las elecciones griegas en enero de 2015 y llevó al país a un choque con Alemania que casi desemboca en la salida de Grecia de la Unión Europea. Hungría ahora está gobernada por Viktor Orban, que ha prometido construir “un estado antiliberal”. Los populistas nacionalistas también gobiernan en Polonia y son parte del gobierno en Suiza y Finlandia.

Dicho de otra manera, es difícil calificar a una “Brexit” o una presidencia de Trump de sorpresa total. Trump está primero en las encuestas republicanas desde hace varios meses. La mayoría de los grandes bancos ya están trabajando en un Plan B en caso de que la City de Londres se vea fuera de la UE.

La inquietud que nos ha llevado a este punto no va a ceder. A ambos lados del Atlántico, aun cuando las economías crecen, los votantes de todo el espectro político están nerviosos por casi las mismas cosas, entre ellas la desigualdad y la globalización (en especial la inmigración y el comercio). Si uno está preocupado por su empleo y el futuro de sus hijos, puede inclinarse hacia la izquierda por Jeremy Corbyn y Bernie Sanders o hacia la derecha por Donald Trump y Marine Le Pen.

La corrupción y la ineficiencia –ya sea bajo la forma de la política del dinero en los Estados Unidos o la falta de responsabilidad en la UE- en parte explican por qué los males del mundo occidental no se han resuelto. Pero otra razón es que problemas como la desigualdad no se prestan a una solución fácil o rápida. Una generación no llega a tener un alto nivel de formación de la noche a la mañana; una realineación económica provocada por la tecnología no se resuelve en el corto plazo. En otras palabras, el mundo del 20% ha llegado para quedarse. Acostúmbrense a él.