La moda de acoso online que arruina carreras

La investigación online de información personal se ha vuelto un recurso para los acosadores.

Por: Redacción Gestion.pe

Hay literalmente libros de texto sobre acoso online, el primero de ellos data de 1999. Estas guías para “arruinar la vida” incluyen tácticas como colocar anuncios peligrosos o molestos en clasificados en internet. Tan populares como se mantengan esas técnicas, sin embargo, los acosadores online han aprendido que pueden causar más daño con una aproximación menos llamativa y más metódica. Se podría decir incluso que la nueva “tendencia” en el acoso online es la investigación por oposición.

La última víctima de perfil alto es Alison Rapp, exvocera de Nintendo América. Rapp ha estado en el cruce del fuego de una mafia online desde el año pasado, cuando Nintendo cambió varios de los personajes femeninos de las versiones americanas de sus juegos para hacerlas menos sexuales.

La crítica asumió que Rapp, una feminista autoproclamada, participó en la decisión, y lanzó una investigación pública sobre su vida personal. Entre la deconstrucción de su lista de deseos de Amazon, la publicación de varias cuentas de redes sociales anónimas y la circulación de copias de su tesis de grado, los investigadores de estilo propio también hallaron que Rapp estaba trabajando en un segundo trabajo misterioso, por lo cual fue despedida de Nintendo el 30 de marzo.

Sin descanso, la mafia siguió buscando más mugre de Rapp. También encontraron y republicaron lo que dicen que es su subscripción a un servicio de acompañantes.

Para ser claros, no hay indicación de que la lista es real: no muestra la cara del acompañante o el nombre real y Rapp no lo ha confirmado ni negado públicamente. Pero a pesar de si Rapp es o no la persona en la lista, el hecho de que alguien lo haya buscado dice mucho acerca de sus tácticas. O los críticos de Rapp escrutaron la web en busca de suciedad en ella, incluso sin la ayuda de los registros públicos o de búsqueda inversa de la imagen… O revisaron a través de listados de acompañantes hasta que encontraron un anuncio que posiblemente podría pasar como el de ella.

En ambos casos, representa una tonelada de trabajo meticuloso y calculado, del tipo que estamos acostumbrados a ver de investigadores profesionales de oposición.

La campaña anti-Rapp también comparte la lógica de su ética con la oposición profesional: que las personas en posiciones públicas (de cualquier tipo) deben rendir cuentas públicamente.

Fomentada por las nuevas normas de la plataforma contra el acoso convencional y la facilidad de la investigación digital, muchos activistas autodenominados han comenzado a tomar como objetivo muy personal a las personas que ven, con o sin razón, como los agentes de algún problema mucho más grande.

Tales errores no son, sin embargo, particularmente raros en el nuevo mundo de la internet. Fomentada por las nuevas normas de la plataforma contra el doxxing –la acción de investigar e investigaron información privada en Internet con una intención maliciosa– convencional y la facilidad de la investigación digital, muchos activistas autodenominados han comenzado a tomar objetivo muy personal a las personas que ven, con o sin razón, como los agentes de algún problema mucho más grande.

En agosto de 2015, el activista por los derechos del hombre Paul Elam juró investigar las vidas privadas de las personas que hablaran de forma poco halagüeña sobre él; ellos también “tienen suciedad en sus pasados”, escribió, “y nosotros lo desenterraremos y lo divulgaremos por todo el mundo como la gonorrea en un burdel”.

En otras palabras, hay que controlar a los acosadores conservadores con las mismas normas rigurosas de integridad y consistencia que lo haría una persona en cargos de elección popular. Esto es, después de todo, por lo cual la investigación de la oposición fue desarrollada inicialmente como una táctica: para investigar a los candidatos en línea para las posiciones de poder real y la consecuencia, no para triturar la privacidad de alguien en internet con el cual no se está de acuerdo.

Ciertamente los investigadores de Rapp no son capaces de reconocer que sólo porque alguien hace un producto que es accesible al público esto no quiere decir que ellos mismos deben ser, en su totalidad, accesibles al público. Y el mero hecho de que algo se pueda publicar no es justificación ética para hacerlo.

Diario El Observador de Uruguay
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)