Ibiza, fiesta non-stop
Solo en la temporada de verano, la isla recibe alrededor de 30,000 visitantes cada día. Las opciones que Ibiza ofrece a los turistas es multiple además de sus hermosas playas.
Por: Redacción Gestion.pe
Durante los meses de verano Ibiza recibe 30,000 visitantes cada día. Muchos llegan buscando tranquilidad y otros desenfreno.
Son las siete de la mañana y amanece en la isla. Los jóvenes más trasnochadores empiezan a abandonar los templos del baile. Las discotecas: Amnesia, Space, Pachá, cierran sus puertas, aunque aún hay sitios donde continuar la fiesta como en el Bora Bora, en la playa d’en Bossa.
Desayuno
En Ibiza ciudad las mejores opciones las encontramos en Capuccino Café, (Puerto Marina Botafoch local 316, Ibiza.) y Blue Marlin Marina, en la zona del Puerto Deportivo Marina Botafoch (1), son el lugar ideal donde admirar cómo preparan los yates aquellos afortunados que pasarán el día fondeados frente al islote de Es Vedrà.
Sin embargo para los que prefieren el interior, un pan tumaca con aceite y jamón en el Bar Anita (Lugar Barri San Carlos, s/n. San Carlos), por unos 5 euros, es obligatorio; mientras que para los fanáticos de lo orgánico, lo mejor son los desayunos macrobióticos de Passion.
Playas
La oferta es infinita, cualquier opción es un acierto. Esos tonos azulados y turquesas que deslumbran en las fotos de Instagram lo debe Ibiza a las praderas de posidonia que pueblan su fondo marino. Durante las primeras horas del día, las playas del norte son la mejor oferta: Aguas Blancas, Cala Lleida o Cala Mastella (las tres en el municipio de Santa Eulalia del Río) son apuesta ganadora.
Por la tarde es mejor dirigirse a las playas del oeste, donde el sol se pone más tarde: Cala d’Hort, Cala Tarida o Cala Conta, las tres en el término municipal de San José. En Cala Benirrás, en Cova de s’Orenga, rugen los tambores al caer el sol: decenas de personas golpean el suyo en un espectáculo que comenzó como movimiento de protesta contra la guerra del Golfo y se ha convertido en reclamo. Para encontrar tranquilidad Cala Xarraca en el norte de la isla o la salvaje Punta Galera, junto a San Antonio.
Restaurantes
Hora de comer, difícil elección. La gastronomía en la isla es variada y el vecino de mesa casi se puede elegir a la carta. El Chiringuito o La Escollera, en la playa de Es Cavallet, suponen el mejor mantel sobre el que llenar el buche entre pareos, mojitos y comida reconstituyente.
No sería raro encontrarse con Neymar en la mesa de al lado. Para los que prefieren un ambiente un poco más sofisticado, Cala Bassa Beach Club, donde se pudo ver el año pasado a Paul McCartney.
Blue Marlin fue en su momento el lugar más chic y ultraluxury de la isla, pero desde que Ibiza es el destino preferido de muchas celebrities la oferta se ha diversificado. A su lado, el Yemanjá de Cala Jondal es un clásico, aunque ha cambiado de dueños y los precios también: de unos 40 euros que costaba antes a los 60 de ahora.
No obstante, si se prefiere degustar una Ibiza más auténtica, El Bigotes, en Cala Lleida, cuyo único plato en la carta es Bullit de peix (guiso de pescado, en torno a los 25 euros).
¿Quiere sorprender a su pareja? Por 40 o 60 euros por persona, en un beach-club sobre un acantilado en la zona de Cala Llonga, en Santa Eulalia del Río ‘Amante’ se convierte es un romántico espacio para ceremonias celebradas en la isla.
Si prefiere una experiencia extrasensorial, el chef Paco Roncero presenta Sublimotion, una aventura gastronómica en el Hard Rock Hotel que aúna olores, sonidos, imágenes proyectadas, mariposas volando en la sala. Semejante viaje gastronómico marcó un récord el año pasado con un precio de 1.200 euros por comensal.
Este año los hermanos Adriá y el Circo del Sol unen sus fuerzas para dar forma a Heart comunión perfecta entre comida, música y arte en el Paseo de Juan Carlos I de la capital.
Lugares como Can Balafia, en Sant Joan de Labritja, 30 euros, son una opción más rústica pero igual de gratificante: carnes a la brasa, ensaladas de tomate y patatas fritas. Simple pero increíblemente sabroso.
Por otro lado si quiere estar rodeado de celebridades tiene a Harbour Beach Club (por unos 60 euros), por la zona de Talamanca.
Cafés
La puesta de sol de Café del Mar, donde los cócteles cuestan 18 euros, llega a ritmo del sonido balearic que José Padilla se sacó de los platos a principios de los 90.
Justo cuando el sol empieza a desaparecer en el horizonte, de los altavoces del vecino Café Mambo surge el aria de Puccini Nessun dorma en la voz de Pavarotti y la multitud irrumpe en aplausos. Nessun dorma, que nadie duerma es el mensaje.
A pocos kilómetros, en la playa de Cala Conta, otro clásico de los atardeceres: Sunset Ashram (8), con platos indios desde 17 euros. En la costa este, el ME Hotel (Paseo Juan Carlos I, 17. Habitación doble desde 500 euros) se atreve con ocasos que mueren en la montaña y no en el mar.
Clubes
Si no tiene pensado echar siesta, Ushuaia , la pequeña joya del imperio Matute en la playa d’en Bossa, abre sus puertas a las 17.00 horas: un hotel-club que triunfa con su oferta de fiesta diurna. La entrada ronda los 60 euros y la mesa VIP en torno a los 300 por persona.
Llegan las 12 de la noche. Momento de la primera copa. En la zona del paseo marítimo un triángulo mágico, el formado por Cavalli Club, Cipriani Ibiza y Lío, con copas en torno a los 20 euros, se puede convertir en el de las Bermudas si no se anda con cuidado: se entra, pero no se sabe cuándo se saldrá.
Esta zona de la Marina es el paseo de las estrellas ibicenco donde se dejan ver las celebrities que visitan las Pitiusas. Cipriani se hizo célebre el año pasado por ser escenario de la pelea entre Orlando Bloom y Justin Bieber; Cavalli es el frondoso jardín-restaurante que el año pasado abrió el diseñador italiano y donde no es difícil encontrarse con Rafa Nadal tomando una copa con sus amigos.
Cien metros a su derecha, Lío, el mayor y más rentable invento de Ricardo Urgell, el fundador y patriarca del imperio Pacha. Mezcla de restaurante, cabaret y club, ha sido un éxito desde su apertura en 2011.
La entrada ronda los 70 euros sin consumición, y se puede cenar por unos 150, aunque lo normal es que las cuentas vayan en torno al millar, como mínimo.
La noche sigue avanzando, llega el momento de la verdad, el instante en el que la isla separa a los atenienses de los espartanos, a los cobardes de los valientes, los sensatos de los que no entienden otro tiempo que el “aquí y ahora”.
Es la hora de bailar hasta morir. Hablar del clubbing en Ibiza es hablar del toreo en la Maestranza de Sevilla, palabras mayores. Aquí se concentran TODOS, así en mayúsculas, los que son algo en la industria electrónica: David Guetta, Avicci, Calvin Harris, Aoki, Carl Cox… Si eres DJ y no has pinchado en Ibiza no eres nadie. Amnesia, Space y el mítico Pacha, entre 45 y 70 euros la entrada, se reparten la tarta.
Pero hay opciones más alternativas y divertidas:
En la zona de San Antonio, el Hotel Pikes es el club con más personalidad de la isla. Se hizo conocido por las grandiosas fiestas que celebraba Freddy Mercury a finales de los años 80, donde no había límites a la diversión. Y también es el lugar favorito para pinchar del actor Idris Elba (Stringer Bell en The Wire).
Si prefiere algo más con expresiones artísticas o culturales, DC 10 fue el club elegido por Madonna para terminar la celebración de su 56 cumpleaños. Voló de Cannes hasta la isla bonita para bailar Into the groove.
Estas son las opciones oficiales, pero la verdadera magia de Ibiza es que una noche loca puede terminar en la villa de Naomi Campbell, en el yate de Jean Paul Gaultier o en la fiesta de cumpleaños de Ricardo Tiscani, diseñador de Givenchy.
El amanecer tal vez le pille saliendo del TOX Club Privé, el after del Hotel Resort Destino (400 euros la noche), desde donde puede saludar el nuevo día entre palmeras, viendo el skyline de Dalt Villa a lo lejos. Otro clásico para continuar la fiesta más allá del alba es el mencionado Bora Bora.
Hoteles
Es posible que a estas alturas ya se haya dado cuenta de que Ibiza reclama más de 24 horas y quiera buscar habitación para uno, tal vez dos, casi seguro tres y posiblemente 15 días más. Los hay que vinieron de vacaciones y se quedaron para siempre. Que se lo pregunten a Jade Jagger y a Silke.
La oferta es inmensa: desde las impresionantes vistas y la tranquilidad de Hotel Hacienda Na Xamena, a 520 euros la noche, hasta el aire zen y ajardinado de Agroturismo Atzaró (650 euros). Si no quiere alejarse demasiado del mundanal bullir ibicenco, quédese en el Ibiza Gran Hotel (420 euros), el único art hotel de la isla y que este año ha conseguido la categoría de cinco estrellas plus.
Imprescindibles
Da igual si va buscando calma o farra, energía o derroche, desfase o misticismo. Hay una serie de cosas que tiene que ver y vivir antes de dejar la isla o el espíritu de la diosa protectora Tanit y la habitual de Ibiza Naomi Campbell se volverán contra usted.
A tener en cuenta: para los amantes de las energías y de los paisajes impresionantes, la isla de Es Vedrà ofrece algo de las dos. No se puede visitar pero sí contemplar desde Cala d’Hort.
La oferta cultural ibicenca se concentra en Dalt Vila, la parte alta de Eivissa. Su riqueza arquitectónica es tal que fue declarada en 1999 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Además, Ibiza posee la necrópolis más grande y mejor conservada de la cultura fenicio-púnica, con más de 3.000 tumbas.
Para los amantes del shopping, Las Dalias rezuma hippismo kitsch, un mercadillo que después de tres décadas se ha convertido en una institución. Compradores más contemporáneos tiene su dirección en Sluiz, en Sant Jordi de ses Salines, que aúna interiorismo, moda, arte y zona chill-out para relajarse de la fatiga consumista.
¿Quiere despedirse por todo lo alto? La Flower Power de Pacha (los martes, 38 euros entrada; mesa VIP para dos personas desde 550) es la fiesta con más flores en el pelo, y más rock and roll, de la isla.
Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)
Diario Expansión de España