Huacachina, el único oasis que no es un espejismo

FOTOGALERÍA. Cuando perú aún era una tierra libre de conquistas, una hermosa doncella llamada huacay china se enamoró de un joven guerrero. Se casaron, pero él tuvo que marcharse a la guerra, llegando poco después una carta que anunciaba su muerte a su amada. Así comienza la leyenda que, se cuenta, dio lugar a huacachina,

un oásis en medio del desierto costero del pacífico, de esos que sólo nos hemos creído en los libros de cuentos. Contra todo pronóstico, este paisaje casi mítico existe: sigue leyendo, que te desvelamos el resto de la historia de este destino piz buin, un lugar ideal para disfrutar del astro rey con toda la calidad y protección y ¡ser feliz este verano! (Foto: Getty)
¿Por dónde íbamos? Ah, sí: la desdichada huacay china llora la ausencia de su amado e intenta consolarse caminando cada noche desde tacaraca hasta la mitad del desierto, donde se interna para llorar su amor perdido entonando tristes canciones bajo la luna. Una noche, un cazador, atraído por sus hermosos cantos, se acerca a observarla. Huacay, alertada por el ruido, saca su espejo de mano para descubrir una silueta tras ella, y al verla, se asusta y sale corriendo. Entonces, sus blancos vestidos caen al engancharse con sus propios pasos, y así se forman las bellas dunas de la zona; el espejo también se precipita contra el suelo, dando lugar a una hermosa laguna. En ella cae la doncella, convertida ahora en sirena.
Pero hay otra versión de la historia: la científica, la que dice que aquellas aguas color verde esmeralda surgieron debido al afloramiento de corrientes subterráneas. Antaño, además, se les atribuían poderes curativos, pues eran ricas en sustancias sulfurosas y salinas, lo que dio lugar a que la zona se convirtiera, alrededor de 1940, en un exclusivo balneario. Entonces, se construyeron señoriales casas y hoteles y se levantó un hermoso malecón alrededor de la laguna con elegantes barandas, alamedas y vestidores. Incluso se sembró de ficus, acacias y huarango la carretera que une la ciudad de ica con el oásis, haciendo del propio camino una exuberante premonición de la vida vegetal que explotaba imprevisible en medio de la arena.
En aquellos tiempos fue cuando se construyó el hotel mossone, entonces hospedería predilecta de la aristocracia peruana (llegó a alojar incluso a presidentes) y hoy monumento histórico del país. En sus instalaciones de estilo colonial, testigos de un tiempo más opulento, se conserva el mismo bar que abrió en 1920, año de su inauguración. Además, el mossone está construido a orillas de la laguna, que más vale no perder de vista: se dice que huacay sumerge cada año a una persona hacia lo más hondo de sus aguas, para que le haga compañía en su triste cantar.
Saliendo del oásis, el paisaje se torna todavía más sobrenatural: las dunas, gigantescas y doradas, se multiplican como dando vida a la superficie de un nuevo planeta. Puedes disfrutarlas a pie o en un relajado paseo en buggy, pero, si lo que buscas es un poco de adrenalina, ¿qué tal probar el sandboarding? Pilla una tabla y surfea la arena como si fuese nieve, o, si no tienes ganas de acrobacias, prueba a tumbarte sobre la tabla y descender desde lo más alto como si llevaras un pequeño trineo. Pero que no se te vaya el santo al cielo con el buen rato: recuerda que estás hiper expuesto al sol debido al reflejo de sus rayos en la arena, que a la vez inciden en tu piel, así que no olvides llevar una mousse solar como protect & cool de piz buin: no sólo te proporciona una efectiva e inmediata protección contra los rayos uva / uvb, sino que además, su refrescante espuma de fácil absorción dejará tu piel fresca y con una sensación de desnudez que te hará sentir como si no llevaras nada.
Sólo en la costa se produce uno de los productos más típicos de perú, el pisco. Dirígete para probarlo hacia ica, una ciudad a tan sólo cinco kilómetros de huacachina, y asombráte no sólo con el sabor, sino también con el curioso almacenaje de este destilado del aguardiente de uvas, que lleva produciéndose desde el siglo xvi. Estas llamativas ánforas, que forman parte del patrimonio y del paisaje peruano, fueron creadas hace más de 2.000 Años por lo habitantes del valle de pisco, un asentamiento que destacó entonces por su cerámica y sus notables productos alfareros.
Otra excursión que merece la pena hacer es la que te lleva a la absolutamente impresionante reserva nacional de paracas, la única zona protegida que conserva una porción del mar y del desierto de perú. En este paisaje horizontal de azul sobre naranja se asegura la conservación de las diversas especies de flora y fauna silvestres propias del lugar, como los pingüinos de humboldt, en peligro de extinción. De hecho, se dice que su mar, el mar frío, es el más rico del planeta debido a sus muchos y muy diversos ambientes acuáticos. Pero no es lo único asombroso de la zona: al noroeste de la había existe un geoglifo, es decir, un dibujo grabado en roca, con una extensión de 120 metros. Posee una forma similar a la de un candelabro, y se cree que tiene relación con las líneas de nazca y de pampas de jumana.
Las líneas de nazca, por cierto, tampoco quedan lejos, e incluso se puede alquilar un avión privado para recorrerlas desde lo alto (aunque también es posible verlas con claridad desde las colinas circundantes). Estas misteriosas figuras, con miles de años de antigüedad, fueron trazadas por la cultura nazca y abarcan desde diseños simples hasta complejas figuras geométricas y con forma de animal y planta. Toda la zona tiene la consideración de patrimonio de la humanidad, pese a lo que, con el devenir del trasiego humano, han sufrido graves daños, especialmente debido a la construcción de la carretera panamericana y a las huellas de todoterrenos.
Por supuesto, no te puedes ir de esta extraordinaria zona de perú sin visitar las islas ballestas. Allí, cerca de pisco, se dan unas peculiares formaciones rocosas habitadas por fauna marina de nombre tropical, como el guanay, el piquero y el zarcillo. No obstante, la colonia más impresionante y llamativa es la de lobos marinos, que anuncia su supremacía incluso antes de ser vista: simplemente al acercarte al archipiélago (lo harás en bote, el único transporte permitido) ya se dejarán oír los peculiares gritos de las manadas, que parecen rodearte en todas direcciones.
Nos acercamos a este oásis atraídos por sus cantos de sirena y su aspecto de fábula infantil, pero huacachina es también el punto de partida para un viaje por lo más asombroso que ofrece perú: sus misteriosos trazos sobre piedra, su fauna irrepetible, sus costumbres milenarias, sus paisajes oníricos… Por todo ello, es uno de los destinos que piz buin te ofrece para disfrutar del astro rey, ¡pero hay muchos más!: Entra en sun finder, descúbrelos y elige entre su más de 70 propuestas de viajes veraniegos alrededor del globo, porque tendrás la posibilidad de volar a cualquiera de ellos sólo subiendo una foto de tu lugar favorito bajo el sol. ¡Suerte!

Por: Redacción Gestion.pe