Conoce los entretelones de la reunión en Miami que busca salvar a la FIFA de su caída por corrupción
La FIFA cuya conducción del fútbol internacional y de la Copa Mundial ha pasado a ser prácticamente sinónimo de corrupción, la Concacaf está teniendo dificultades para lavar décadas de pecados.
Por: Redacción Gestion.pe
(Bloomberg).- Las figuras claves de una organización que fue un nexo de dinero, poder y corrupción en el fútbol internacional durante un cuarto de siglo, se reunieron a puertas cerradas en Miami.
Esta vez, no hubo arenas bordeadas de palmeras ni piscinas de fondo azul celeste –tampoco suites de hoteles cinco estrellas, cuentas de bar abiertas por US$ 25,000 o strippers en la tarjeta corporativa. Y no hubo tampoco abultados sobres con efectivo para aceitar los lucrativos engranajes del fútbol en el continente americano.
A las 80 y tantas personas reunidas en el Sheraton del Aeropuerto de Miami ese viernes se les transmitió, por el contrario, un mensaje duro: limpien todo o todo corre peligro.
La reunión de emergencia de 24 horas de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf) encapsuló todo lo que pasó de malo en el fútbol y su organismo de gobierno, la FIFA –y lo difícil que resultará desenmarañar la red de coimas y codicia que ha mancillado al deporte más popular del mundo.
Pocos en los Estados Unidos han oído hablar del verdadero pez gordo del fútbol en esta parte del mundo: la Concacaf, que ha sido durante décadas uno de los rincones más sucios del negocio sucio del fútbol mundial.
Asimismo, la FIFA cuya conducción del fútbol internacional y de la Copa Mundial ha pasado a ser prácticamente sinónimo de corrupción, la Concacaf está teniendo dificultades para lavar décadas de pecados. Sobornos, manipulación de contratos, escándalos en elecciones –la lista no termina ahí.
Ambas organizaciones insisten en que aportarán transparencia y democracia a transacciones que durante largo tiempo se realizaron en las sombras. No obstante, aun los que están adentro se preguntan cuánto cambiarán las cosas o, es más, si es posible un cambio. Una primera prueba tendrá lugar esta semana, cuando la FIFA elija al sucesor del empresario caído en desgracia Sepp Blatter, y la Concacaf vote su lista de reformas.
El resultado, en ambos casos, es totalmente incierto. Pero hay algo que está claro: la Concacaf , cuya competencia se extiende desde Panamá hasta Canadá e incluye a los poderosos equipos nacionales estadounidenses, se encuentra en una encrucijada desesperada. Documentos internos revisados por Bloomberg indican que la mala conducta anterior de algunos protagonistas fue peor de lo que se creyó inicialmente. Entrevistas con docenas de personas asociadas al grupo pintan un panorama de una organización en crisis.
Con ese telón de fondo, los delegados de la región llegaron al Sheraton en Miami a comienzos de este mes. Estaban allí para recibirlos un par de estadounidenses, Carlos Vincentelli, consultor de Miami, y Samir Gandhi, abogado de Nueva York, que vienen trabajando desde junio para enderezar el barco de la Concacaf.
No todos se alegraron de verlos. Por denuncias de algunos miembros, ambos hombres recortaron presupuestos, congelaron salarios, establecieron un sistema limpio de gestión del dinero y pusieron fin a 18 contratos cuestionables. También han propuesto cambios integrales –desde directores independientes hasta límites de mandato- que, dicen, resultarán satisfactorios para el Departamento de Justicia estadounidense, que aún sigue investigando a la organización.
En el interior del Pan Am Ballroom del Sheraton, Vincentelli –que trabaja en Alvarez Marsal, una firma más conocida quizá por su trabajo en la quiebra de Lehman Brothers- presentó el estado precario de las finanzas de la Concacaf.
El panorama es preocupante. Las imputaciones penales estadounidenses y los registros de Concacaf revisados por Bloomberg News brindan los detalles más completos de la mala administración financiera que continuó mucho después de la renuncia en 2011 del presidente Jack Warner, cuya acusación en mayo contribuyó a destituir a Blatter de FIFA .
El sucesor de Warner, Jeffrey Webb, prometió reformas y proclamó éxitos en 2014, diciendo que “la nueva Concacaf se funda en la confianza y la transparencia”.
Sin embargo, el nuevo régimen de Webb es muy parecido al viejo, y los documentos revisados por Bloomberg demuestran que desde 2012 hasta 2015, gastó libremente el dinero de la organización. Además de un salario anual de US$ 2 millones y el uso de un avión privado, Webb facturó a la organización “viajes en delegación” –un eufemismo por fiestas en todo el mundo. Un viaje, de Jamaica a México, costó US$ 96,000, según una factura revisada por Bloomberg.
Ante la amenaza del escándalo en la FIFA , Webb, aliado cercano de Blatter, se puso a la defensiva. Utilizó dinero de la Concacaf para contratar una firma de seguridad con el fin de revisar su casa en Atlanta y la oficina de Concacaf en Miami en busca de dispositivos de escucha, según facturas y mensajes de texto revisados por Bloomberg News.
Los investigadores también trataron de espiar al responsable del fútbol estadounidense, Sunil Gulati, según mensajes de textos y un funcionario de Concacaf.
En mayo, Webb y Warner fueron acusados de cargos que incluían crimen organizado, lavado de dinero y conspiraciones de fraude electrónico. Webb fue uno de los siete ejecutivos de FIFA arrestados en el Baur au Lac en Zúrich, el mismo hotel donde los delegados del fútbol estarán esta semana.
El 23 de noviembre, Webb se declaró culpable de siete cargos de la acusación. Warner, que negó haber cometido delito alguno, se opone a la extradición desde Trinidad.
En el Sheraton de Miami, Vincentelli dijo a los presentes que después del arresto de Webb, la Concacaf, con ingresos de unos US$ 80 millones en un año bueno, tenía unos magros US$ 11 millones en efectivo. De esa suma, US$ 9 millones eran inaccesibles, en cuentas en las Islas Caimán controladas por Webb.
En un momento, dijo Vincentelli, la Concacaf tuvo apenas US$2 millones en el banco. American Express Co. canceló sus tarjetas de crédito y JPMorgan Chase Co. cerró su cuenta bancaria.
En ese punto, la Concacaf utilizó parte de ese dinero para contratar a Vincentelli y convocó a la Sidley Austin LLP, y a Gandhi, para llevar a cabo otra investigación interna.
Las dificultades financieras que encontraron reflejaban el problema que se extiende a toda la organización: la actual investigación por parte del Departamento de Justicia estadounidense.
En Miami, Gandhi presentó un panorama legal difícil. Doce funcionarios de la Concacaf figuran entre las 39 personas acusadas por las autoridades federales.
Luego Gandhi presentó lo que describió como una buena noticia: la fiscal general estadounidense Loretta Lynch se mostró compasiva con la Concacaf y dispuesta a no ver a la organización como autora sino como víctima.
En tal sentido, podría beneficiarse con US$ 190 millones como resarcimiento, dijo Gandhi. No obstante, advirtió que para conservar la buena disposición del Departamento de Justicia, la organización debe cooperar y adoptar reformas –o corre el riesgo de un juicio.
En el Sheraton, en medio de un almuerzo con sándwiches y agua embotellada, los pesos pesados de la región analizaron sus opciones.
“En realidad, somos afortunados por tener otra oportunidad”, dijo Paul Hewlett, secretario general de la Asociación de Fútbol de las Islas Vírgenes británicas. “Si no incorporamos reformas, podríamos terminar con el agua hasta el cuello”.
Es una verdad particularmente dolorosa para los miembros del Caribe. La Concacaf redujo los subsidios, generando una nueva austeridad para los países miembros. Randy Harris, que representa a Barbados, dijo que ya no le alcanza el dinero para contratar un buen entrenador.
“Estamos en una situación de crisis”, dijo Harris. “Reconocemos que el negocio del fútbol no puede seguir como de costumbre”.
En las últimas horas del viernes, los miembros de la Concacaf acordaron tentativamente respaldar la iniciativa de reforma, tanto para ellos como para la FIFA .
Es imposible saber si ese consenso se mantendrá en Zúrich, sobre todo teniendo en cuenta la historia reciente. El año pasado, la policía suiza utilizó dos reuniones de FIFA para arrestar funcionarios , incluido Webb. Los fiscales estadounidenses han dicho que hay más por delante.
No sorprende, pues, que los templos del fútbol internacional estén nerviosos. Este año, en tanto la Concacaf se preparaba para los eventos en Zúrich esta semana, un empleado preguntó: “¿Qué hacemos si arrestan a alguien en la reunión?”. Una risa nerviosa recorrió la sala.