Estas son las calles más bonitas del mundo, elija su preferida
FOTOGALERÍA. De calle en avenida, de paseo en callejón, esta es una selección de los adoquines y pavimentos más bonitos que hemos encontrado en el globo. Escoge calzado cómodo, enchufa el modo urbanita y disfruta del callejeo.
Calles peatonales de Agueda (Portugal). Durante el verano, la ciudad de Agueda se vuelve un escenario de fantasía gracias a los paraguas flotantes que cobijan a los paseantes de los impíos rayos de sol. Así, desde hace unos años, todas las calles peatonales del centro se visten con esta liviana techumbre de colores, que bien merece un paseo… ¡y una foto de Instagram!
Royal Mile (Edimburgo, Escocia). La calle más conocida de Edimburgo también es una de las más bellas de la zona. Su nombre es Royal Mile, y haciendo honor a él, mide una milla escocesa. Paseando por sus 1,8 kilómetros podremos disfrutar del castillo de la ciudad, con su antigua explanada dedicada a la quema de brujas; de The Hub, una iglesia con torre en forma de aguja reconvertida en sede del Festival de Edimburgo; de Gladstones´ Land, una rica casa del siglo XVI que ha sido rehabilitada para ser visitada y de la Catedral de St Giles.
Washington Street (Brooklyn, Nueva York; Estados Unidos). Washington Street posee todo lo que un turista puede querer fotografiar de Nueva York: las casas de ladrillo visto de Brooklin, las sobrias escaleras de emergencia, el Puente de Manhattan y un toque indudablemente urbano. Vale, quizá le falten los rascacielos, pero lo compensa con una perspectiva no tan trillada de la ciudad… Por ahora. Poco a poco, su panorama se está convirtiendo en uno de los más fotografiados de la Gran Manzana. ¡Corre antes de que sea mainstream!
Calle de Hertford Bridge (Oxford, Reino Unido). ¿Qué tendrán los puentecitos que unen edificios que nos vuelven locos? El de Oxford, constatemente comparado con el de Venecia, ejerce una atracción casi magnética en los visitantes de la bella ciudad estudiantil. Tenemos que reconocerle que, más allá de la coquetería intrínseca de este pasillito aéreo, las muchas leyendas que corren en torno a él aumentan su atractivo. Nuestra preferida: la que cuenta que se le conoce como Puente de los Suspiros (al igual que el de Venecia) por ser el lugar donde los alumnos y alumnas de Hertford College, uno de los primeros mixtos de Oxford, tenían que separarse para entrar en sus respectivos dormitorios.
Heerstraße (Bonn, Alemania). Esta callecita de Bonn se convierte, durante unos pocos días de abril, en un lugar como salido de un cuento de hadas. Sucede cuando los cerezos florecen y cubren de un cálido color rosado los árboles y el suelo, que recibe los pétalos caídos con infinita paciencia centenaria. Entonces, para los locales, cualquier excusa es buena para desviarse y pasar por esta ruta que, gracias a su explosión primaveral, se ha hecho famosa en todo el mundo.
Calle Larios (Málaga). La calle Larios es, para el malagueño, un paisaje de vida imprescindible, y para el turista, una foto de vacaciones inexcusable. Pero, sobre todo, es una arteria viva de la ciudad, cuyo entorno cambia conforme cambian las estaciones y las fiestas en las que los lugareños toman parte. Así, en verano, se cubre con toldos para hacer más soportable el proverbial calor del sur (excepto si hay terral, que ahí nada puede salvarte); durante la feria, se adorna con una enorme puerta que representa algún motivo malagueño (y su inauguración es todo un acontecimiento provincial); cuando llega la Navidad, se engalana con extravagantes luces que hasta abren telediarios; cuando llega el Festival de Cine, se viste de largo con su alfombra roja… Las transformaciones de esta preciosa calle tienen lugar continuamente: ¡descúbrelas!
Rúa do Franco (Santiago de Compostela, Galicia). La rúa do Franco, estrecha, oscura y misteriosa, guarda todavía la herencia de los taberneros medievales, que se asentaron allí para atender a los peregrinos. Ellos eran los francos, un término que designaba a cualquier caminante llegado a través de los Pirineos, proveniente de la ‘Nación Franca'. Hoy día, la calle también acoge muchísimos establecimientos hosteleros, y aún conserva, grabados en piedra, símbolos como la concha, que identifica algunas de las casas como posesiones del Cabildo compostelano, el árbol –símbolo de San Martiño Pinario- o las cinco estrellas del escudo de la Universidad de la ciudad.
Brouwersgracht (Amsterdam, Países Bajos). Los lectores del periódico local Het Parool eligieron el Brouwersgracht como la calle más bonita de Ámsterdam. Y decimos "el Brouwersgrach" porque resulta que es un canal, pero como aquí no distinguen entre uno y otro… Sus llamativos edificios, que corresponden a antiguos almacenes de mercancías, fueron antes fábricas de cerveza (de hecho, el nombre del lugar significa en neerlandés "canal de los cerveceros"). Hoy en día han sido convertidos en viviendas en las que, sobre todo después de un paseo en bicicleta, nos encantaría vivir.
Paseo de los Tristes (Granada). El Paseo de los Tristes no se llama realmente así, pero se le conoce popularmente por este nombre porque era por aquí era por donde, antiguamente, pasaban los cortejos fúnebres camino del cementerio. Hoy, el lugar ciertamente llama a la melancolía, con su vegetación ribereña y salvaje, su adoquinado de otro tiempo y su imponente vista de la Alhambra. Pero, sobre todo, el sentimiento que despierta en el viajero es de conmoción, gracias a una hermosura difícil de igualar.
Calles de Spello (Italia). Tanto es el afán de los habitantes de Spello por poseer vías de ensueño que participan cada año en el concurso ‘Finestre, Balconi e Vicoli Fioriti', que premia la calle más bonita de la ciudad. No obstante, el amor de estos pequeños Hans por la jardinería no acaba ahí: cada verano celebran Le Infiorate, un evento en el que se cubre la calle principal con una alfombra de dos kilómetros de largo dibujada con pétalos de flores. ¡Hay verdaderas obras de arte!
Rozenhoedkaai (Brujas, Bélgica). No hay rincón en Brujas que no despierte un suspiro, pero Rozenhoedkaai se lleva la palma. No obstante, esta panorámica, fotografiada por miles de personas al año, esconde algo más que belleza, pues aquí comenzó la mismísima ciudad de Brujas en el siglo IX. La fundaron los vikingos, que lo consideraban un lugar extraordinario desde el que lanzar sus incursiones al interior del país, y por ello lo bautizaron como "Brygga", que significa puerto pero, sobre todo, abrigo o refugio.
Calle del Mercado (Molivos, Lesbos; Grecia). Se clasificó como la calle más bonita del mundo en una votación de la enorme comunidad de Bored Panda, y es fácil ver por qué. Esta calle de Molivos, en la hermosa isla de Lesbos, representa una de las muchas zonas empedradas de la ciudad, adosada por antiguas casitas de pescadores de tejado rojo reconvertidas en cafés, restaurantes y galerías de arte. Molivos mantiene esta belleza ancestral gracias a unas estrictas ordenanzas municipales en el terreno de la conservación, que hacen posible que podamos admirarnos ante sus estrechas callecitas habitadas por flores tal como lo hacían los viajeros hace cientos de años.
Lombard Street (San Francisco). La visión del tramo zigzageante de Lombard Street en San Francisco parece una broma: su tramo entre Russian Hill y Hyde Street se trazó en zig zag para evitar un vertiginoso 27% de pendiente. En cada curva, un jardín. ¿Qué mejor manera de entrener la vista, y el estómago, mientras se bajan las ocho curvas más famosas del mundo?
Via Margutta (Roma). Buganvillas, adelfas, geranios, paredes de hiedra, improvisados puentes verdes entre edificio y edificio… ¿y Audrey Hepburn? Una calle estrecha, coqueta, de la Roma vieja con encanto y situada muy cerca a la Piazza di Spagna fue el lugar donde descansaban Gregory Peck y Hepburn en la película Vacaciones en Roma: Via Margutta sigue siendo hoy uno de esos secretos a voces de la ciudad, donde vivió el mismísimo Federico Fellini.
Rua Gonçalo de Carvalho (Porto Alegre, Brasil). Esta calle, en la que parece que podemos caminar sobre las copas de los árboles y no por debajo, lucha por ser la más bonita del mundo. Y lo está consiguiendo. Situada en Porto Alegre, capital del Estado de Rio Grande do Sul, la Rua Gonçalo de Carvalho llena hasta los topes de ramas y hojas del árbol Tipuana Tipu. La propia ciudad inició una campaña en Internet considerando, con orgullo, que esta calle era "la más bonita del mundo" y pidiendo su consideracion de "patrimonio ambiental". La verdad es que lo merece.
Ishibe-Koj (Gion, Kyoto). En las calles de Gion se escucha un incesante tic-tac-tic-tac… Proveniente de los zapatos de madera de las geishas de Kyoto. Gion es el distrito de estas musas japonesas y sus calles, recuerdos de un Imperio que todavía no ha sucumbido a las grandes construcciones modernas ni a los edificios contemporáneos ni a los rascacielos inalcanzables. La calle más conocida es Ishibe-koj, austera, sencilla, estrecha… te encontrarás solo rodeado de madera, pisando grandes losas de piedra y pasando por ryoteis (restaurantes) y los típicos ryokan (hoteles).
Avenida Álvaro Obregón (La Roma, México D.F.). El D.F. es ruidoso, frenético y tan inabarcable como chelas te bebes en una noche. Pero Colonia Roma tiene un ambiente que calla al resto de barrios de la ciudad: aquí se baja el ritmo y se vive entre cafés modernos, pulquerías tradicionales y galerías de arte locales. Su arteria principal es la Avenida Álvaro Obregón (inicialmente bautizada como Avenida Jalisco) ancha, arbolada y de edificios que mezclan el estilo colonial con el grafiti. Fotografiable hasta las últimas consecuencias.
Calleja de las Flores (Córdoba). Mete barriga y, si eres alérgico al polen, mejor quédate en un extremo de la calle más pequeña y presumida de Córdoba: la calleja de las Flores es, según la cordobapedia, un azucaque (vamos, una calle sin salida). Aquí los vecinos adornan las blancas paredes y los balcones con el mismo esmero que los patios, con geranios y alhelís, con mucho verde y much rojo moteando las paredes de este callejón sin salida tan atrapante como coqueto.
Cais da Ribeira (Oporto). Sin duda, la mejor panorámica que podemos obtener de la ciudad es desde la arteria de agua dulce, desde el Duero. Para ello, recomendamos acercarse a Cais da Ribeira (la zona más animada de la orilla), donde las casas se apiñan en un caótico orden de azulejos y ropa tendida, sobre bares, restaurantes, terrazas y frente al Duero. Allí mismo podrás informarse de las ofertas y travesías de las diferentes navieras que programan tours de una hora pero también de hasta diecinueve, para vivir el Oporto más fluvial (incluso existe la opción de navegar el Duero por la noche, con cena romántica incluida).
El Gran Canal (Venecia). No es trampa. Es Venecia y aquí la gran mayoría de las calles son canales. El obvio ganador, entre librerías húmedas y galerías y museos de arte sin fin, es el Gran Canal. Éste tiene forma de S, trazando una curva que divide a la ciudad en dos, solo unidas por las románticas (y caras) góndolas y los vaporettos.
Shomben Yokocho (Tokio, Japón). El Tokio tradicional, ese que se esconde entre edificio contemporáneo y rascacielos de negocios, descansa en callejuelas como Shomben Yokocho, un conjunto de pequeños restaurantes y bares que llenarán de aromas tradicionales este reducto en el centro de la ciudad.
Calle Manoel Carneiro, Escalera de Selarón (Río de Janeiro, Brasil). Aquí no se patea: se asciende. 215 escalones hechos de diferentes mármoles, teselas, colores y mensajes inundan la calle Manoel Carneiro, las Escaleras de Selarón de Río de Janeiro. La escalera empieza en Teotonio Regadas en el barrio de Lapa y culmina en la iglesia de Santa Teresa. En este ascenso escalonado se fimaron infinidad de escenas y videoclips (difícil olvidar a U2 en 'Walk On').
Rue Petit Champlain (Quebec, Canadá). Se dice, se comenta, que la Rue Petit Champlain es la calle comercial más antigua de América del Norte. Al igual que sus famosas escaleras, las Breakneck Stairs (las escaleras rompecuellos por los resbalones en invierno…) son también las primeras escaleras de Quebec (fueron construidas a principios del siglo XVII). Se caracteriza por su estrechez, cuestión que no le impide ser una de las más paseadas y fotografiadas (su arquitectura, heredera del estilo Nouvelle France, el inspirado en la Normandía de los siglos XVII y XVIII).
Ocean Drive (Miami). Todo el esplendor art déco y vintage del Miami de otra época renace en Ocean Drive, imprescindible una caminata por esta calle peatonal y sofisticada que alberga las joyas arquitectónicas más alucinantes de ese estilo en América (hay tours organizados por la Miami Design Preservation League y el Art Déco Welcome Center).
Acorn Street (Beacon Hill, Boston). Una de las primeras calles adoquinadas de Boston que se matiene como tal, pequeña, estrecha (como dos vacas, según las mediciones del siglo XIX), con edificios de ladrillo visto de estilo colonial y un halo de otra época, en la que esta calle estaba habitada por mercaderes y artesanos, que silencia cualquier sirena procedente de otra calle. Uno de los tesoros más fotografiados de la ciudad de Boston.
Calle Shan Tang (Suzhou, China). Nos subimos a una góndola china para recorrer la calle más bonita de Suzhou (y posiblemente, de las más bellas en China): Shan Tang. Marco Polo bautizó esta población como la Venecia de Oriente, por la similitud y belleza de sus canales con la ciudad italiana. Situada a 40 minutos de Shanghai, la mejor forma de conocer el centro histórico de esta encantadora ciudad es navegando en una de sus góndolas de madera por 'calles' como ésta.
Gran Vía (Madrid). Cierto que en Madrid hay calles coquetas, modernas y con carácter como la calle del Pez, pequeñas y de otra época, como el callejón de San Ginés. Pero al rey lo que es del rey: la Gran Vía, centenaria ya, cuenta con el mayor número de teatros por metro cuadrado de la capital. Es más, recibe el sobrenombre del Broadway español, ahí es nada. Sólo hay que pasearse por ella al caer el sol para que sus 'bombillitas' hagan magia y quedes atrapado bajo su encanto para siempre. Acompañan edificios tan míticos como el de Telefónica o sobre el que cuelga el neón de Schweppes Bienvenidos a Madrid.
La calle Azul (Chefchaouen). En Traveler mantenemos que Chefchaouen es la ciudad en la que te sentirás como en el fondo de una piscina. Es por ello que sus calles tienen que encontrarse en este ranking. Paredes enlacadas, suelos blancos y puertas y ventanas de un azul claro pero intenso. De entre todas, hay algunas que viven pintadas de azul desde el suelo al techo, ¿un color ahuyenta a las moscas? ¿un color que sirvió a los judíos para reemplazar el color verde del Islam? No sabemos la teoría correcta, pero sí sabemos de la sensación terapéutica de recorrer estas calles.
Nerudova (Praga). ¿A qué os recuerda el nombre de Nerudova? Es casi imposible no recordar al escritor chileno Pablo Neruda. O, más bien, a Jan Neruda, el periodista checo que vivió en esta calle. Colorida, pintoresca, animada, viva… Y empinada. Nerudova es el camino directo para llegar al Castillo de Praga. En esta calle vivían nobles y burgueses, cosa que se nota en las fachadas de los edificios. Busca la casa de los Tres Violines, la Casa del León DOrado o la casa de la Llave Dorada. Fotografiables y "enamorables".
Rua Augusta (Lisboa). Lisboa tiene el encanto de lo viejo, de lo nuevo y de la mezcla de ambos en una simbiosis inigualable. Rua Augusta es una de sus avenidas más conocidas, un paseo comercial necesario aunque no se compre ni una pipa: es una calle amplia, brillante, de obligado paso para captar toda la esencia de la ciudad. Pasar por debajo de su Arco Triunfal tras haber dejado pasar un típico tranvía… Delicia lisboeta.
Neal's Yard (Londres). Que Londres tiene más de una calle destacable es un hecho, pero quizás la más pintoresca y llena de vida sea la pequeña pero matona Neal's Yard, situada en Covent Garden entre Shorts Gardens y Monmouth Street. Un oasis artístico al que solo llegan los turistas más avezados (o despistados) y donde todo llama al relax y a lo natural, como su restaurante vegetariano Wild Food Cafe (atención, que sus muestras de chocolate son adictivas) y la mítica herboristería Neal's Yard Remedies.
Mermaid Street (Rye, Inglaterra). Una de las calles con más (interesante) historia de Inglaterra. Mermaid Street es la joya de la corona de Rye al igual que lo es mítico Mermaid Inn, cuyos sótanos originales datan del siglo XII (los añadidos, de estilo Tudor, son posteriores, del siglo XVII). Esta histórica posada era el refugio de contrabandistas que se escondían en esta calle que hoy en día mantiene la esencia medieval inglesa en cada uno de sus adoquines.
La Rambla (Barcelona). Como pasa con Madrid, hay que darle al rey lo que es del rey: La Rambla, pese a los turistas, pese a los vendedores ambulantes, pese a TODO, sigue siendo la joya de la corona de las calles de Barcelona. Además de las 100 cosas que tienes que hacer y saber sobre esta gran avenida, no puedes olvidar girar la cabeza para observar los edificios claves que deja a su paso, como los palacios March, Moja y Virreina, la iglesia de Betlem o la exótica Casa Quadros. Sin embargo, hay dos elementos que determinan la riqueza de La Rambla: el Teatre del Liceu y el mercado de La Boquería.
Rue Norvins (París). Quizás París es la ciudad más difícil en esto de decantarse por una calle bonita. La adoquinada Rue Oberkampf, repleta de pequeñas cafeterías y diminutos bares, perfecta para tomarse unas copas y olvidarse de la vida urbanita entre árboles y flores; la colorista Rue Crémieux, muy cerca de Gare de Lyon, y de fachadas coloreadas en un Pantone exquisito… Y Rue Norvins. Nos decantamos por esta última, peatonal, adoquinada, estrecha, con el encanto de París en sus boulangeries y bistrós pero, ante todo, por el efecto sorpresa que produce el ir caminando por ella, pasar su suave curva y ¡zas! Montmartre en todo su esplendor.
Österlånggatan (Estocolmo). Gamla Stan en Estocolmo es el casco histórico de la ciudad, recogido en casas palaciegas de colores, altas y estrechas con el puerto a un paso. Entre sus calles más conocidas, se encuentra Österlånggatan, Västerlånggatan y la estrechísima Mårten Trotzigs Gränd (solo de 90 centímetros de ancho). Hoy en día, Österlånggatan, Västerlånggatan siguen siendo epicentros comerciales de Estocolmo, venas fundamentales en el ir y venir de la ciudad, con comercios de locales y grandes cadenas, pero con el encanto inigualable de las fachadas del histórico centro de la ciudad.
Carrera 4 (Cartagena de Indias, Colombia). Una silenciosa revolución palpita en la tranquila ciudad colonial de Cartagena de Indias (hoy Cartagena a secas). Vista desde lejos, podría parece que no pasa nada desde que García Márquez ejerciera sus primeros años de oficio como periodista. Error. El megadespegue internacional de la ciudad está a punto de producirse. Adentrarse en el Casco Viejo de esta ciudad amurallada es todo un viaje en Delorean, a una época colonial brillante en la que todavía queda toda la esencia en calle como la Carrera 4, a través de la que poco a poco se va dejando ver la iglesia de San Pedro Claver.
High Line (Nueva York). Quizás trampeamos un poco con esta "calle", pero vamos a echarle morro: High Line es, en realidad, un parque, un jardín urbano que vertebra varios kilómetros de Nueva York entre pasarelas de madera, bancos y flora autóctona. Construido sobre las antiguas líneas de ferrocarril en 2009, es el paseo definitivo en y sobre Nueva York: aquí el verdor está en el aire.
Calle de los Ciegos (Jerez). El aire andaluz que tiene esta calle no se puede aguantar. Esta vía estrecha, peatonal, blanca hasta decir basta y con árboles esqueléticos enraizados en las paredes es un gozo en Jerez. A sello de identidad dado por su sencillez y belleza, se le une un producto: el que se genera en las bodegas González Byass con sede en esta calle.
Oderberger Strasse (Berlín). Berlín es monumental, histórico, un puzzle de edificios nuevos, viejos, destruidos y renovados, ocupados y rehabilitados, y siempre adornados por grafitis. Su caos es su seña de identidad. Pero hay lugares donde todo se ordena en una especie de magia extraña, como en el barrio de Prenzlauer Berg, el escenario de la bohemia burguesa de Berlín, repleto de treintañeros primerizos en la cosa de la maternidad y de expatriados –italianos, portugueses, españoles– con contrato laboral estable. ¿Resultado? Pequeñas casas de colores, alineadas en grandes paseos con negocios de autor en cada puerta. Una oda a 'lo cuqui' en calles tan bonitas y activas como Oderberger Strasse.
Temple Bar (Dublín). La noche se vive aquí: en Temple Bar. ¿Quién le da nombre a qué? ¿El Temple Bar a la calle o la calle al bar? Sea como sea, está más que claro que los dos son compatibles a la perfección en una cosa: entender la noche dublinesa como nadie y sumarse a ella. El Temple Bar Pub, por supuesto, es de obligada visita. Y un paseo diurno en bicicleta por esta zona, te dejará ver, tras la neblina resacosa de la cerveza dublinesa, que esta calle tiene vida, marcha y además, es bellísima.
Calle Brasil (La Habana). La Habana antigua, la del romanticimos viejo, desconchado, la de las fachadas coloniales de interiores derruidos, la de grandes galerías con arcos infinitos… Esto es la calle Brasil, con un gran final: El Capitolio.
Calle Jauniela (Riga). ¿Riga? En serio, Riga. Calle a calle, esta ciudad está respirando aires modernos por doquier. Riga hipster entre arquitectura Art Noveau. Y uno de sus epicentros, la calle Jauniela. Casas de madera de estilo medieval tardío, fachadas del siglo XVIII, renovadas en limpios acabados que mantienen la esencia modernizando su interior… Hoy en día, los edificios que antes ocupaban artesanos y algún que otro burgués, hoy se llenan de hoteleros y barmen. Las terrazas de Jauniela son perfectas para disfrutar el latido de la ciudad desde un solo lugar.
High Street (Chester, Inglaterra). Estilo Tudor hasta la última consecuencia: esto es High Street, en Chester, un paseo (comercial, eso sí) por otra época. La parte negativa es que es tan pintoresca, tan de otra época, que siempre está llena de gente. Con sus suelos de piedra, sus arcos de madera y las inconfundibles puertas y ventanas estrechas y altas, pisar esta calle de Chester es volver al medievo tardío inglés.
Por: Redacción Gestion.pe