De Birmania a Uganda: Ocho destinos para viajeros de aventura
Desde una isla paradisíaca de Andamán hasta la zona de caza favorita del dictador Idi Amin: ocho escondites secretos para dar rienda suelta a su espíritu explorador.
Por: Redacción Gestion.pe
El pasado mes de marzo, Ranulph Fiennes, uno de los mejores exploradores contemporáneos del mundo, declaró a The Times que no hay nuevas tierras por descubrir. Esto es cierto – todo está ya sea mapeado, fotografiado, ‘blogueado’ y/o compilado en una guía a todo color. Lo que no es verdad es que usted tenga que ser el primero en llegar a un sitio para disfrutar de su encanto.
La complicada geopolítica, los sensibles problemas de seguridad y la difícil logística significan que hay un montón de lugares donde aún puede volver realidad sus sueños de explorador y aventurero. Mire un poco más de cerca el mundo y verá como muchas zonas, antes peligrosas, están abriendo sus puertas a los turistas.
El truco para recorrer y disfrutar estos lugares es encontrar especialistas que pueden sacar un conejo de un sombrero –o poner un helicóptero en un desierto en casi cualquier parte del mundo– para así descubrir territorios fronterizos cuyas reputaciones están a menudo en desacuerdo con sus realidades, desde Chad hasta Irán y el Cuerno de África hasta las selvas de Afganistán.
Zakouma, Chad.
En la frontera sur de Chad, donde este país sin litoral linda con el sur de Sudán, es posible encontrar una de los últimos grupos de elefantes de África Central en su hábitat natural. Las milicias árabes los han cazado por su marfil durante siglos. Ahora los conservacionistas los están defendiendo, con una historia de entrega notable desarrollada en el muy lejano Parque Nacional de Zakouma.
Mergui Archipiélago, Birmania.
En virtud de la regla de 50 años de la junta militar de Myanmar, las 800 islas que conforman el archipiélago de Mergui, en la costa suroeste de Myanmar fueron cerradas a los visitantes. A medida que el país abrió sus puertas luego de las elecciones cuasi democráticas del 2008, este paraíso de Andamán ha revelado sus encantos, incluyendo la cultura gitana de la tribu indígena Moken de Mergui, sino también, sobre todo, algunos de las mejores y más vírgenes playas del mundo.
Provincia de Oro, Papúa Nueva Guinea.
Papúa Nueva Guinea tiene una mala reputación respecto a la seguridad debido a sus tribus en guerra. Pero fuera de las provincias de la sierra y la deshonesta capital, Port Moresby, se encuentra un pequeño pedazo de paraíso: las zonas boscosas de la provincia de Oro, que llegan a un azul mar Salomón. La gente de mar apacible, junto con las cascadas de 100 pies de Edenic escondidas en el fondo de los fiordos, descarta todos los clichés violentos de Papua Nueva Guinea.
Depresión de Danakil, Etiopía.
En el tiempo del explorador y escritor sobre viajes Wilfred Thesiger (a mediados del siglo 20), se decía que la tribu Afar de Danakil tenia una inclinación por cortar los testículos a sus enemigos y colgarlos alrededor de sus cuellos. Que encantadores. Hoy, sin embargo, tienen hábitos más agradables, transportando sal en grandes caravanas a través del impresionante paisaje lunar de la depresión de Danakil – uno de los lugares más calientes, más bajos y más surrealistamente hermosos de la tierra, que, gracias a sus lagos ácidos, brillante manantiales amarillos y filones burbujeantes de lava, parece como si hubiera sido arrebatado del carrete del 2001 del señor Stanley Kubrick: Una odisea del espacio. No, estas fotos no han sido retocadas.
Kidepo, Uganda.
Durante la época del dictador ugandés Idi Amin, Kidepo –en la frontera noreste del país– fue uno de los lugares favoritos para ir de caza del autodenominado “Señor de todas las bestias de la tierra y peces del mar”. Luego esta región se vio azotada por conflictos de tierras y robo de ganado entre las tribus de Karamojong, que estaban armadas con metralletas AK-47. Pero ahora la paz reina en las sabanas de color miel de Kidepo, donde las nubes pasan tan bajo que rozan el lomo de los búfalos que pastan en las zonas ribereñas.
Nubra, India.
En la India, en un punto donde el Himalaya marca la frontera con Pakistán y China, se encuentra el oculto Valle de Nubra. Durante años, esta región estaba fuera de los límites debido a la Línea de Control en disputa que dividía la India, Pakistán y el glaciar de Siachen, que sigue siendo la zona de guerra más alta del mundo. Hoy en día es más sencillo obtener los permisos para viajar a esa zona, lo que permite a muchos viajeros intrépidos presenciar de primera mano el espectacular paisaje del valle montañoso, las dunas de arena y los templos budistas, que hacen eco con un nuevo canto de paz.
Islas Banda, Indonesia.
No es la guerra la que ha mantenido a los bañistas alejados de las paradisiacas islas Banda, sino la geografía. Conocidas por sus aguas cristalinas, grutas empinadas, inmensos corales y vibrante vida marina, las islas están a cinco horas en avión desde Yakarta (si es que la pista de aterrizaje está operativa), a pesar de ser parte de un mismo archipiélago. Anteriormente una de las zonas de bienes raíces más codiciadas en el mundo, por sus ricas cosechas de especias, las islas Bandas tienen una historia particularmente interesante. En el siglo 17, cuando la nuez moscada de Banda era más valiosa que el oro, los holandeses intercambiaron la isla de Run, que mide tres kilómetros por dos, por Manhattan. Hoy en día todavía se pueden ver vestigios de esto, en la arquitectura colonial presente en las islas.
The Valley of the Assassins, Irán
En las montañas Alborz de Irán se encuentran una serie de ciudadelas persas, construidas bajo el culto de los Asesinos del siglo 10, que, en su momento, prometieron a sus potenciales habitantes la recompensa de jardines llenos de leche. Un viaje a través de esta cordillera, que se eleva sobre el mar Caspio, fue documentado por Freya Stark en un libro The Valleys of the Assassins: and Other Persian Travels, publicado por primera vez en 1934. Esta ruta ahora se está abriendo al mundo en un lugar tan topográficamente extraordinario como culturalmente mal interpretado.