Alberto Rebaza, el coleccionista de arte que persigue un estilo propio
El presidente del Comité de Adquisiciones de Arte Contemporáneo del Museo de Arte de Lima ostenta una innumerable cantidad de obras de arte contemporáneo peruano que integra en diferentes espacios de su vida.
Por: Sandra Vargas Gutiérrez
Para comprar arte basta tener cierta cantidad de dinero. Para coleccionarlo hace falta más que una pila de billetes.
“La compra en sí misma es solo acumulación. El coleccionismo, en cambio, es pasión, curiosidad e interés”, explica Alberto Rebaza, presidente del Comité de Adquisiciones de Arte Contemporáneo del Museo de Arte de Lima (MALI).
Rebaza habla con conocimiento de causa. Colecciona obras de arte desde los años 90. Entonces se enfocó en el arte contemporáneo peruano y, con el paso del tiempo, amplió su colección a arte latinoamericano contemporáneo con obras desde México hasta Chile.
Posee pinturas, arte conceptual, geométrico, figurativo, minimalista, fotografías, instalaciones y esculturas adquiridos en viajes de negocios o de placer.
Su colección es tan amplia que ya perdió la cuenta de cuántas obras tiene. “No las he contado ni deseo hacerlo”, sostiene. Su atención, más bien, se centra en la investigación del mundo artístico.
“Para coleccionar arte hay que tener curiosidad, disciplina y autenticidad. Comprar para decorar la pared, hacer la finta o por inversión son malas razones para coleccionar”, manifiesta.
Y es que, para él, las obras develan parte de la historia esencial de un sitio: “Cuando uno adquiere arte va entendiendo qué sucede en ese país, cómo es su sociedad, cuáles son sus problemas y de qué manera ven las cosas”.
Puntos extras
Rebaza añade un elemento clave a la hora de coleccionar arte: la integración.
Así pues, considera esencial distribuir las piezas en los espacios en los que uno desarrolla su día a día.
“Es importante convivir con el arte. Yo no busco que mi colección esté apartada de mi vida. Quiero tener todo integrado, que esté en los lugares donde actúo, en mi casa, en el lobby de mi edificio o en las oficinas de mi estudio”, señala.
Allí, por ejemplo, luce una de sus primeras adquisiciones: una pintura del artista peruano Armando Williams.
Pero la mera distribución no lo es todo. Según el coleccionista, el cambio de lugar de las obras también importa para su valoración.
“Hay que perderle el miedo a las obras. Cuando uno se acostumbra a tener una pieza en un espacio, después de un tiempo la mimetiza con la pared y no le presta atención, pero al cambiarla uno vuelve a descubrir nuevos puntos de esa obra”, dice.
El camino a la elección
Al coleccionar obras no se debe priorizar el renombre o el éxito del artista. Lo importante, más bien, es el estilo del propio coleccionista, dice el también miembro del patronato del MALI.
“Hay que ser sincero con uno mismo y comprar las obras que auténticamente gustan. Esto también implica disciplina, al seguir el camino personal, y consistencia”.
Para ello, el coleccionista mantiene una especie de lucha entre continuar siguiendo de cerca a los artistas que a uno le gustan, o descubrir a otros nuevos.
Pero ¿cómo se halla el estilo personal en la adquisición de obras?
El abogado recomienda explorar las ferias de arte: “Son una buena escuela. Más que comprar, uno puede ir y mirar. Así se van encontrando cosas que a uno le gustan y otras que no. Se halla un propio lenguaje y camino”.
Un paso adelante
Junto a su esposa, Rebaza mantiene desde hace casi dos años el proyecto “Residencia de al lado”. Se trata de un espacio y programa dirigido a artistas internacionales con la finalidad de que, entre dos y cuatro meses, conozcan el país, su arte, produzcan obras y las expongan.
“Hemos pasado a un siguiente nivel, que es ayudar a que el movimiento artístico peruano no sea únicamente sólido aquí, en nuestro país, sino que también lo sea en zonas internacionales”.
Hasta la fecha, el proyecto ha recibido a artistas de Polonia, Alemania, España, Venezuela, Argentina y Ecuador, quienes “se han convertido en embajadores peruanos en el mundo”.