Los 20 lugares que te trasladarán en el tiempo

FOTOGALERÍA. De la misteriosa e impresionante fortaleza inca del Macchu Pichu, en Perú, a las evocadoras ruinas de los templos de Baalbek, en Líbano, y de las iglesias excavadas en la roca de Lalibela (Etiopía) a los intrigantes secretos de la Ciudad Prohibida de Pekín, visitamos 20 joyas del mundo antiguo que cualquier viajero sueña con conocer, como las ruinas de la ciudad jónica de Éfeso, en Turquía.

Tikal (Guatemala). Con el olor palpable de la jungla, la tierra y la piedra, Tikal era hace 1.200 años una ajetreada metrópolis maya. Actualmente, la jungla da una inquietante bienvenida al visitante, entre lianas, gritos de animales y, de vez en cuando, los graznidos de los pájaros que hoy habitan la antigua ciudad. El yacimiento maya más importante de Guatemala es, según los arqueólogos, comparable a la antigua Roma en extensión (26 kilómetros cuadradaos), población y poder político, pero apenas se ha excavado el 10 por ciento de sus edificios. El resto permanece bajo mil años de densa jungla. Para visitarlo, los visitantes se alojan en Flores (a 65 kilómetros) o El Remate, pero si se duerme en el parque se puede disfrutar de un espectáculo único: ver salir el sol desde lo alto de un antiguo templo.
Lalibela (Etiopía). Los monumentos de esta lista se han construido piedra sobre piedra, salvo la ciudad subterránea de Lalibela, el enclave histórico más importante de Etiopía. Las once iglesias monolíticas de este complejo monástico fueron talladas directamente de la roca durante los siglos XII y XIII, de arriba abajo. Peregrinos de todo el país se reúnen aquí para rezar, pues es el centro de la iglesia ortodoxa etíope, una de las ramas más antiguas del cristianismo, que se remonta a la época de Salomón y la reina de Saba. Desde la montaña que se alza sobre Biet Ghiorgis, la iglesia más famosa de Lalibela (en la foto), puede verse la puesta de sol.
Ciudad Prohibida (China). No es una ciudad y ya no está prohibida, algo que la hace aún más desconcertante. El enorme complejo palacial, el mayor del mundo y hogar de 24 emperadores chinos durante 500 años, es el máximo exponente del esplendor dinástico, con enormes salones y magníficas puertas. En ningún otro lugar de China se concentra tanta historia, leyenda e intriga imperial. Durante la Revolución cultural de Mao, militares violentos quisieron destruirlo, pero por suerte se salvó. En la Ciudad Prohibida de Pekín todo es superlativo: entre la Puerta de Tianamen, al sur (por donde se accede), hasta la Puerta del Poder Divino que da al Parque de Jinshan hay casi un kilómetro (y 750 metros de este a oeste), todo rodeado por una muralla de 10 metros de altura y un foso.
Ayuthaya (Tailandia). Pese a haber sido una de las capitales más importantes del mundo y reino siamés durante 400 años, Ayuthaya se ve eclipsada por la cercana Angkor Wat (Camboya). Sin embargo, con sus 'chedi' (estupas) y budas descabezados, ofrece una fugaz visión de glorias pasadas y es fácil imaginar a los fantasmas del imperio acechando entre las ruinas del palacio, otrora repletas de tesoros. En pleno apogeo contaba con 400 templos, pero en 1767, el ejército invasor birmano la arrasó. Actualmente podemos ver más de una docena de ruinas restauradas. Está a una hora al norte de Bangkok, y se puede llegar en barco, autobús y tren. FOTO: GETTY)
Skara Brae (Escocia). Cuando las pirámides egipcias de Giza no eran más que un proyecto faraónico y Stonehenge aún tenía que ser tallada en la roca, el pueblo de Skara Brae, en las Islas Orcadas, ya era un animado centro de la Edad de Piedra. Tras permanecer siglos enterrado bajo las dunas de la costa, en 1850 una tormenta sacó a la luz este complejo de antiguas viviendas. El yacimiento está tan bien conservado que parece que sus habitantes acaben de salir a pescar. Incluso los muebles de piedra (camas, cajas y armarios) han sobrevivido 5.000 años. Cuando se visitan ruinas antiguas a veces cuesta sentir el abismo de los siglos o una conexión con las personas que las construyeron, pero estos soberbios restos prehistóricos causan un efecto inmediato en el visitante. Hay que empezar con la excelente exposición interactiva, seguir con la casa reconstruida y terminar en las excavaciones. Son la mejor ventana a la Edad de Piedra en el mundo. Skara Brae se encuentra en una bahía de arena a 13 kilómetros de Stromness, en Mainland, la isla más grande de las Orcadas.
Éfeso (Turquía). Éfeso es uno de los yacimientos antiguos más increíbles del mundo. Fue una importante ciudad para los griegos y los romanos convirtieron su puerto en la capital de Asia Menor. El templo de Artemisa fue el más grande jamás construido y se convirtió en una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Casi toda la ciudad sigue bajo tierra, y viendo lo impresionante que es lo ya excavado, impresiona pensar lo que queda por descubrir. Todo es admirable, desde las altas columnas de la Biblioteca de Celso (en la foto) hasta el gran anfiteatro. Un fascinante museo muestra casas construidas una encima de otra como si fueran piezas de Lego. La calle principal que atraviesa Éfeso está llena de fabulosos edificios y espectáculos de gladiadores, aunque también es posible explorar rincones más tranquilos e igualmente evocadores, o subir hasta la colina y admirar la extensión de las ruinas. Selçuk es el mejor lugar para alojarse cerca de las ruinas, a las que hay que llegar muy pronto o muy tarde para evitar el calor y, sobre todo, a las hordas de cruceristas. (FOTO: AGEFOTOSTOCK)
Karnak (Egipto). Karnak, cerca de Luxor, fue conocido durante un tiempo como Ipet-Sut (el lugar más amado), una valiente afirmación en un país que alberga Abu Simbel y las pirámides de Giza. Para los antiguos egipcios era el hogar terrestre del dios Amón, un monumental complejo religioso con 25 capillas, obeliscos y una avenida de esfinges que habría llegado a alcanzar los tres kilómetros de largo. Todo es gigantesco, especialmente las 134 columnas en forma de papiro de la sala hipóstila. Arquitectura ciclópea que tras 3.500 años aún sigue impacta. Se puede visitar de 6.30 a 17.30 en invierno y de 6.00 a 18.00 en verano; cada noche se celebran espectáculos de luz y sonido.
Roca de Sigiriya (Sri Lanka). Alzándose sobre la llanura, la simbólica roca de Sigiriya es, sin duda, el sitio más espectacular de Sri Lanka. Las paredes casi verticales culminan en una cima plana donde descansan las ruinas de una antigua civilización, con relieves y frescos. Sigiriya (Roca del León) recibe su nombre por las enormes garras de león que marcan el lugar de la puerta de acceso al antiguo palacio. El entorno, con fosos cubiertos de nenúfares, jardines acuáticos y tranquilos altares, no hace sino aumentar su encanto. Sigiriya está al este de Inamuluwa, entre Dambulla y Habarana.
Cartago (Túnez). Los vestigios de la espléndida ciudad de los cartagineses se hallan desperdigados por Byrsa, un tranquilo barrio residencial costero al noreste de Túnez capital. Se deambula por las excavaciones de este barrio para vislumbrar cómo era la vida en Cartago. Luego se sube a la colina de Byrsa pasando por el foro que levantaron los romanos tras destruir la ciudad, al final de la tercera guerra púnica. Los escasos restos dan testimonio de la fragilidad de los imperios. A Cartago se puede ir desde la capital Tunecina en el tren de cercanías TGM, que conecta las estaciones de Tunis Marine y Hannibal-Carthage. (FOTO: GETTY)
Ruinas de Timgad (Argelia). Por su situación en un país poco visitado por el turismo internacional, las ruinas de Timgad son menos conocidas por los viajeros, incluso por los que se interesan especialmente por el Mundo Antiguo. Pero merecen la pena. Es la más impresionante de todas las colonias romanas del Norte de África, un conjunto extensísimo en el que se pueden distiguir cuarteles, termas, capillas y columnatas. El momento de máximo esplendor de esta colonia militar de Roma fundada por el emperador Trajano fueron los siglos II y III, aunque luego albergó también un fuerte bizantino. Es un claro ejemplo del urbanismo romano, con su plano ortogonal cruzado por el 'cardus' y el 'decumano', en el que destaca el arco de Trajano (en la foto), todavía en pie en medio del conjunto. Timgad está en los montes Aurés y la ciudad de acceso es Batna. (FOTO: GETTY)
Kilwa Kisiwani (Tanzania). En su apogeo en el siglo XIII, Kilwa Kisiwani era la sede de un sultanato y el centro de una extensa red comercial que conectaba los antiguos reinos shona y las minas de oro de Zimbabue con Persia, la India y China. Dada su historia apasionante de riqueza y gloria, extraña un poco que hoy sea un apacible puerto pesquero cociéndose al sol. Aun así, las mezquitas y palacios suahilis en ruinas siguen siendo un tesoro que habla de tiempos pasados. Está a una travesía en 'dhow' de Kilwa Masoko, en la costa este de Tanzania; los guías son obligatorios. (FOTO: GETTY)
Fathepur Sikri (India). Las altísimas puertas de Fathepur Sikri esconden una verdadera obra de arte indoislámica. Esta antigua ciudad fortificada fue la efímera capital del imperio mogol en el siglo XVI, durante el reinado del emperador Akbar. Según la historia musulmana, Akbar construyó la majestuosa ciudad en homenaje al santo sufí local Shaikh Salim Christhi, que predijo acertadamente el nacimiento de un heredero al trono mogol. Una reluciente tumba blanca y etérea en honor al santo languidece en el interior de la inmensa mezquita de Jama Masjid (en la foto), icono de la ciudad y única parte que aún se usa en la actualidad. Se entra subiendo por unas grandes escaleras y atravesando la enorme Buland Darwaza (puerta de la victoria), de 54 metros. El resto es hoy una ciudad fantasma, muy bonita, eso sí. Fathepur Sikri está a 40 kilómetros de Agra y es fácil de visitar en una excursión de un día. (FOTO: GETTY)
Antigua Persépolis (Irán). Muy pocas ciudades antiguas en ruinas son tan cautivadoras como esta. Persépolis, patrimonio mundial, era el centro del gran imperio persa y las escalinatas y puertas monumentales muestran la enormidad que alcanzó. Del mismo modo, las columnas rotas muestran cómo su fin, a manos de Alejandro Magno, fue contundente y sin piedad. Los exquisitos bajorelieves de la escalinata de Apadana y los restos del Palacio de las 100 columnas se acercan a la perfección hecha piedra. Shiraz es una buena base de operaciones para acercarse a ver Persépolis. (FOTO: GETTY)
Butrinto (Albania). Los antiguos griegos y romanos dejaron su impronta en Butrinto, una ciudad comercial fortificada y posterior centro eclesiástico bizantino que hoy se ha convertido en un complejo de ruinas dentro de un pequeño parque nacional. Los restos de una acrópolis, un teatro del siglo III en mitad del bosque (en la foto) y baños públicos con mosaicos son algunas de las decrépitas joyas que aún se mantienen. El bonito lago Butrinto sirve de tranquilo telón de fondo para estas ruinas, a 18 kilómetros de Saranda. (FOTO: GETTY)
Polonnaruwa (Sri Lanka). La ciudad-jardín de Polonnaruwa vivió su apogeo a finales del siglo XII con el rey Parakramabah, tras el saqueo de la primera capital de Sri Lanka, Anuradhapura (que aún puede visitarse). Lo que hace irresistible esta ciudad en ruinas es la sensación de descubrir su día a día en la Antigüedad: sus complejos sistemas de irrigación y la sublime arquitectura, desde stupas gigantes y budas tallados (en la foto), hasta estanques de fotos o bibliotecas. La grandeza decadente de esta metrópolis medieval es fascinante. Está a cuatro horas en autobús de Kandy y a seis de Colombo en tren. Es mejor explorarla en bicicleta. (FOTO: GETTY)
Gran Zimbabue (Zimbabue). En la mayor ciudad medieval del África subsahariana es posible trepar por antiguas piedras y ruinas, explorar estrechas grietas y reflexionar sobre su importancia. La Gran Zimbabue, del siglo XI, es uno de los lugares más espectaculares del país y patrimonio mundial. Se muestra especialmente bella con la luz del amanecer o el anochecer, que le da un aire espiritual. Se recomienda tomar un 'kombi' taxi desde Masvingo hasta el Great Zimbabwe Hotel. Desde allí hay que andar un kilómetro hasta la puerta principal. (FOTO: GETTY)
Caracol (Belice). Caracol ofrece las vistas más espectaculares de Belice desde el edificio más prominente del país, aunque exige cierta voluntad para llegar a contemplarlas: esta ciudad abandonada hace un milenio está escondida en una jungla casi impenetrable. En su momento de máximo esplendor, aquí vivían 150.000 personas, el doble de las que habitan hoy la ciudad moderna de Belice, y rivalizaba con la cercana Tikal (Guatemala). Hoy Caracol está vacía y reta a los aventureros con el accidentado camino que la comunica con la civilización. Sin embargo, merece la pena porque todo lo que se ha excavado es espectacular. Templos y tumbas ocultas, plazas y campos de pelota bellamente restaurados y, por supuesto, la pirámide de juego de Caana (lugar en el cielo) de 43 metros de alura, el edificio más alto de la Belice contemporánea. (FOTO: GETTY)
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Machu Picchu (Perú). Por mucho que uno sepa lo que se va a encontrar, es inevitable sorprenderse al contemplar Machu Picchu desde la Puerta del Sol, sobre todo, después de cuatro días recorriendo el Camino Inca. Pero esta antigua ciudadela no es única solo por el espectacular paisaje que la enmarca, o por cómo se aferra a las laderas andinas, sino porque sigue siendo un enigma total. nadie sabe por qué se construyó, ni por qué se abandonó. Entre las muchas teorías, caben hasta las que apuntan a una zona de aterrizaje para alienígenas. Hiram Bingham, el arqueólogo que encontró las ruinas en 1911 y las excavó durante años creyó que había encontrado Vilcabamba, la ciudad perdida de los incas. Al final, cada visitante se crea su propia teoría cuando llega, no sin esfuerzo, al Templo de la Luna, en la cima del Huayna Picchu, la montaña que se alza sobre las ruinas (al fondo, en la foto). A Machu Picchu los viajeros suelen llegar desde Cuzco en tren hasta Aguas Caliente. Desde el kilómetro 88 se pueden recorrer a pie los 42 kilómetros del Camino Inca. (FOTO: GETTY)
Pompeya (Italia). La ciudad romana, destruida por la erupción del Vesubio en el año 79, es otro de esos yacimientos turísticos que no defrauda. Aquí se sigue sintiendo la amenaza del cercano volcán y al pasear por sus antiguas calles es fácil imaginarse cómo, en un momento, quedó sepultada por las cenizas. Pompeya debió de ser una maravilla, una ciudad fundada en el siglo VII que se había convertido en un sitio de moda en la Bahía de Nápoles para los romanos que querían pasar unos días de descanso. Tenía 66 hectáreas de extensión y todavía no se ha excavado del todo. Pese a ello, es imposible ver en un solo día todo lo que encierra: el foro, un impresionante anfiteatro (el más antiguo en pie del mundo), unas termas, diversas villas y templos, los burdeles con sus llamativos frescos, sus callejuelas y calles con enormes losas donde se pueden ver las rodadas de los carros. Todo parece detenido en un momento, sobre todo cuando se contemplan los moldes de yeso que inmortalizan a las personas encogidas por el miedo ante la repentina llegada de la lava. Impresionante. (FOTO: GETTY)

Por: Redacción Gestion.pe