Terrorista Maritza Garrido Lecca dejó la cárcel tras 25 años
Maritza Garrido Lecca no fue a su casa de El Rosedal, en el distrito de Miraflores, como se esperaba, sino que partió rumbo al norte del país.
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Por: Redacción Gestion.pe
A las 2103 horas de la noche del lunes, Maritza Garrido Lecca abandonó el penal Ancon II, tras cumplir su condena de 25 años por terrorismo. A un día del aniversario de la captura del cabecilla de Sendero Luminoso Abimael Guzmán, la salida de la bailarina de ballet se da en medio de otras excarcelaciones que han renovado temores de un rebrote de la violencia en el país.
La excarcelada, criada en un hogar católico de clase media alta, sorprendió ya que los medios esperaban que se dirija a su casa en Miraflores, pero finalmente tomó rumbo a Casma, donde llegó a las 3:00 am para descansar.
Garrido Lecca, quien escondió a Abimael Guzmán, fue capturada el 12 de septiembre de 1992 junto al líder senderista. También se encontraba su novio y cómplice Carlos Incháustegui, quienes fueron vigilados y capturados por miembros de Grupo Especial de Inteligencia (GEIN).
Guzmán, quien lideró desde 1980 a uno de los grupos más violentos de América Latina, se escondía en el segundo piso de la casa de Surquillo de la bailarina de ballet junto a su esposa Elena Iparraguirre y otros miembros de la cúpula senderista. En el primer piso operaba una academia de ballet para niños.
Hoy con 52 años y enfundada en una casaca roja y bufanda verde, Maritza Garrido Lecca abandonó el penal Ancón II sin brindar declaraciones a la prensa.
Se subió a la camioneta gris de su hermano Javier Garrido Lecca con rumbo a Casma (Hotel Las Poncianas). Ahora se especula que irá a Chiclayo a reunirse con su expareja Carlos Incháustegui.
“Ya cumplió su condena y a partir de ahora nosotros estaremos vigilantes”, dijo a periodistas la ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello, poco antes de la excarcelación de la bailarina de ballet y danza contemporánea.
Luego de un cuarto de siglo de su captura, simpatizantes de Sendero Luminoso buscan legalizar su movimiento con otro nombre, Movadef, tratando de participar en la política del país sin rechazar la guerra interna que en dos décadas dejó al menos 69,000 muertos y desaparecidos, según el Gobierno.