La dificultad de sentirse europeo a 7,000 kilómetros de distancia, en Sudamérica

En las últimas elecciones europeas del 2014 hubo una abstención del 90% de la población guayanesa, que acusa altas tasas de desempleo, inseguridad y desigualdades sociales.

"La mayoría de la población es muy pobre. Viven en una región subdesarrollada del mundo pero tienen una moneda (el euro) de ricos", reflexionó.

Por: Redacción Gestion.pe

EFE .- En la Guayana Francesa, a 7,000 kilómetros de la Europa continental, el sentimiento de pertenencia a la Unión Europea es difícil de compartir entre sus habitantes, con un estilo de vida más cercano al caribeño que al comunitario.

En las últimas elecciones europeas del 2014 hubo una abstención del 90% de la población guayanesa, que acusa altas tasas de desempleo, inseguridad y desigualdades sociales.

La visita esta semana del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, a la región, ha significado un nuevo intento de remover el sentimiento de pertenencia de sus 259,000 habitantes a Francia y la Unión Europea (UE), un proyecto del que se sienten tan alejados emocionalmente como físicamente.

En el departamento de ultramar francés, enclavado en Sudamérica, entre Brasil y Surinam, los supermercados son Carrefour, los bancos Crédit Agricole, las matrículas de los automóviles europeas, se paga en euros y todo el mundo habla y escribe un buen francés, aunque en la calle lo que más se escucha es “criollo”.

La temperatura, el ritmo de vida, la flora y fauna, con un 95% de superficie de selva, hacen evidente su ubicación amazónica y es difícil hacerse a la idea de que jurídicamente uno está en Europa.

Aunque para sus habitantes, la mayor diferencia con Francia y la UE es la calidad de vida y las expectativas de futuro para las futuras generaciones.

En el mes de marzo, las revueltas tomaron gran envergadura y París se comprometió a desembolsar más de 2,000 millones de euros en la región, un compromiso que los habitantes no ven cumplido, sobre todo los jóvenes, especialmente azotados por el desempleo.

Essere, de 37 años, en paro y miembro del colectivo de protestas Pou Lagwiyan Dékolé, dijo a Efe que es difícil que la Guayana se sienta europea “cuando hay población en algunas regiones que sufre todavía malnutrición, tasas elevadas de mortalidad infantil y todavía hay hasta lugares sin agua ni electricidad”.

Mejor opinión tienen de Francia y Europa George y Georges, que van al mismo instituto y tienen los mismos años (17), aunque físicamente son muy distintos. El primero es de origen brasileño y el segundo chino. Ambos, buena muestra de la diversidad étnica del país, sueñan con salir de la Guayana y estudiar en la universidad en Francia.

“A diferencia de gente más mayor como nuestros padres, nosotros sí que nos sentimos de la Unión Europea”, cuentan ambos estudiantes, que aprovechaban esta semana el gentío por la visita de su también presidente a la región para recoger fondos para su viaje de fin de curso a Nueva York.

Preguntada sobre el desarraigo continental de la población de Guayana, la comisaria europea de Política Regional, Corina Cretu, explicó a Efe que la población no siempre es consciente de las infraestructuras que paga la UE y las posibilidades que abren programas educativos como Erasmus.

Distinto panorama sobre el sentimiento de pertenencia a la Unión Europea dibujó a Efe Yves, un agricultor de 57 años que vive en una pequeña población rural junto a Cayena y vende los frutos de su cosecha dos veces por semana en el mercado central de la capital.

“Sentirnos europeos no, algo franceses, pero nuestra cultura es otra”, explicó el criollo, que dijo no sentirse sorprendido porque en las últimas elecciones europeas solo votara un 10% de la población.

“De eso (las elecciones al Parlamento Europeo) no recuerdo que nadie hablara, de las legislativas francesas sí se comentó más”, dijo el guayanofrancés, quien reconoció no haber votado “nunca”.

El mismo diagnóstico sobre el desapego a Europa e incluso a Francia hace Jean, un exfuncionario francés de 63 años que aceptó las condiciones ventajosas (un plus del 40% sobre su salario) del traslado a Guayana hace 30 años y tras su separación conyugal dijo no tener ya motivos para volver.

“Francia ha abandonado a la Guayana. Le interesa militarmente, pero poco más. A Macron o a Juncker les da igual este lugar, solo les importan los negocios”, dijo a Efe.

“Aquí existen enormes desigualdades. Los que no viven de la administración pública francesa están en paro o malviven”, dijo el funcionario retirado, que explicó que los altos sueldos de los trabajadores públicos llegados de la “metrópoli” y la construcción hace unos años de la base espacial de Korou han encarecido artificialmente el coste de la vida.

“La mayoría de la población es muy pobre. Viven en una región subdesarrollada del mundo pero tienen una moneda (el euro) de ricos”, reflexionó.