Carlos Anderson: VeróNomics

“Por ninguna parte del plan hay un reconocimiento de la necesidad de inyectarle a la economía nacional una buena dosis de confianza”.

Por: Redacción Gestion.pe

Los economistas del Frente Amplio –Pedro Francke, Óscar Dancourt, Humberto Campodónico, Germán Alarco, Alan Fairlie, etc., los originales de la Gran Transformación– identifican tres líneas principales de su plan económico: reactivar, diversificar y redistribuir. Imaginamos que en ese orden de cosas, aunque por ningún lugar se habla de secuencia, lo cual significa que probablemente se intente hacer todo a la vez, probablemente con énfasis en distribuir.

Para reactivar, proponen “una política macroeconómica procíclica” basada en tres medidas principales: 1) un aumento de la inversión pública en dos puntos del PBI (unos 4,000 millones de dólares); 2) “reducir”, repito, “reducir” la tasa de interés de referencia del Banco Central de Reserva (BCR) y facilitar fondos para la peque- ña empresa y el agro y 3) elevar la RMV a 1,000 soles. ¿Y por qué no a 2,000 soles o a 3,000 soles, ya que estamos generosos? Se plantea el aumento de la RMV como elemento reactivador de la demanda, ignorando lo poco de interesante que nos enseña la teoría económica acerca del papel de las expectativas y lo inútil que resulta este tipo de esquema “reactivador”.

Aumentar la inversión pública se cae de maduro. La pregunta, sin embargo, es qué tipo de inversión pública. ¿Otra refinería de Talara a lo Campodónico? ¿Con qué cuadros? ¿Con qué sentido estratégico? Se trata de una declaración de intenciones sin siquiera una identificación mínima de los proyectos que podrían transformar la economía peruana.

Por ninguna parte del plan hay un reconocimiento de la necesidad de inyectarle a la economía nacional una buena dosis de confianza que despierte alegremente “los espíritus animales”. Por el contrario, se habla de la necesidad de cambiar la Constitución, sabiendo que no tendrán los votos necesarios para hacerlo. Se proclama que “la política monetaria corresponde a todos, no solo al BCR” (Marco Arana dixit) y se hace explícita la dirección de política monetaria con un claro sentido de determinación política que pone así en riesgo la independencia del ente emisor.

La segunda línea es la… (suspenso)… tan tan tan tan…¡¡Diversificación Productiva!! Wait a minute! ¿No hemos escuchado ya antes esto? ¿No se llama igual al plan impulsado por el ministro Ghezzi? ¿O se llama igual pero es otra cosa? ¿Nuevamente eso de impulsar parques industriales sin contar con el ecosistema (clústeres de empresas, centros de investigación y capital de riesgo) requerido para que dichos parques sean algo más que simples proyectos inmobiliarios?

Y para impulsar la innovación, la ciencia y la tecnología, ¿para qué fortalecer al Concytec? ¡No! Vayamos directamente a la creación de un Ministerio de Innovación, Ciencia y Tecnología. A fin de cuentas, si el Gobierno del presidente Humala ha significado que el número de empleados públicos pase de un millón a un millón y medio de trabajadores, un ministerio más qué importa. Aunque, pensándolo bien, habría que preguntarse qué planes tienen para otras instituciones “ministeriales”, como el Ceplan, institución de la que su expresidente del periodo agosto 2011-marzo 2012 (siete meses), Germán Alarco, fue defenestrado justamente por tratar de convertirlo en una repetición del malhadado Instituto Nacional de Planificación.

El objetivo de redistribución –señalizada mediante el aumento de la RMV a 1,000 soles y la eliminación de las rebajas tributarias del ministro Segura– se reforzará con aumentos a los programas sociales tipo Pensión 65 (duplicando el monto y la cobertura hasta alcanzar un millón de beneficiarios) e introduciendo nuevos programas, como el de Pensión Mujer, para proporcionarles un ingreso a las amas de casa, en reconocimiento a su enorme contribución a la economía nacional. Todo muy bonito, muy loable. Pero sin un mínimo de análisis—por ejemplo de carácter actuarial para saber a qué nos estamos comprometiendo o cuáles serán las fuentes de financiamiento permanente para esquemas de gastos también permanentes. Solo deseos y pronósticos de aumentos de la tributación.

En suma, un plan de acción como para despertar los espíritus animales, pero de terror y espanto.

Carlos A. Anderson economista