La presencia de las mineras chinas en el Perú
A propósito de la venta de Las Bambas, lea el articulo de Cynthia Sanborn, Directora del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico
Por: Redacción Gestion.pe
Por Cynthia Sanborn
Directora del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico
Con la venta del proyecto Las Bambas por US$5,850 millones al consorcio MMG, cuyo socio principal es la empresa estatal China Minmetals, la inversión china ocupará el 30% del portafolio total de inversiones mineras proyectadas en los próximos años. Y con ello también surgen preguntas respecto al impacto de esta importante presencia china en nuestro país.
¿Las empresas chinas operan de forma distinta a otras en este sector? ¿Reaccionan de manera diferente que sus pares occidentales ante los conflictos sociales o las demandas regulatorias?
La industria minera en China ha tenido serios problemas ambientales y laborales, lo cual ha provocado dudas sobre la capacidad de sus empresas de cumplir con altos estándares globales. Pero las empresas chinas en el exterior tienen la ventaja de poder acceder a mejor financiamiento desde su banca de fomento para invertir en recursos humanos, tecnología de alto nivel y programas de inversión social. Para las nuevas autoridades chinas, además, mejorar la reputación y la eficiencia de sus empresas tiene alta prioridad. ¿Esto se refleja en los nuevos proyectos chinos en el Perú?
Hay al menos 14 empresas mineras chinas operando aquí, principalmente estatales pero también algunas privadas. La mayoría de sus inversiones está concentrada en cobre o hierro y la mayoría está en la fase de exploración o construcción. Veamos la experiencia de algunas de ellas antes de generalizar. En Piura, por ejemplo, el Consorcio Zijin ha enfrentado la misma resistencia que los previos dueños occidentales del proyecto Rio Blanco, por lo tanto, decidió parar y posiblemente vender. Sus compatriotas aprenderán de sus errores. En Ica y Junín encontramos las únicas dos minas operativas en manos chinas: Shougang Hierro Perú y Toromocho de Chinalco. Estas representan dos extremos en cuanto a imagen y conducta corporativa.
La trayectoria de Shougang, dueño de Marcona Mining desde 1992, está plagada de conflictos laborales y sociales. No obstante, un estudio reciente de Irwin y Gallagher compara su desempeño con varias otras empresas, incluyendo Antamina, Buenaventura, Doe Run, Volcan y Yanacocha, y concluye que ninguna cumple con los más altos estándares para esta industria, y que la empresa china se ubica en un punto medio. Su conclusión es que las autoridades peruanas han sido laxas en la regulación de todas las empresas en operación en este sector.
Chinalco ha invertido considerable tiempo y recursos en su nueva operación, realizando un cuidadoso proceso de reubicación del pueblo de Morococha y construyendo instalaciones de mayor calidad que las otras empresas en la zona. Por su tamaño y audacia, los ojos del mundo han estado sobre ellos. Sin embargo, tuvo un derrame de afluentes en sus primeros días de operación, hacia dos lagunas cercanas, y la OEFA dispuso el cierre temporal de la operación hasta que hicieran los cambios necesarios en la obra para evitar accidentes futuros. Ahora tendrán ojos más críticos encima.
Entonces, ¿qué podemos esperar de China Minmetals? Hace dos semanas, tuve la oportunidad de conversar con Weijun Xie, gerente de Desarrollo de Recursos de esta empresa, y enfatizó la participación de Minmetals en el programa UN Global Compact LEAD, y sus avances en el control de riesgos ambientales, la conservación de energía, la seguridad laboral y las relaciones comunitarias en sus operaciones internacionales. “Ver para creer”, dirán algunos, pero ya representa un contraste favorable con la trayectoria cuestionada de Glencore en el mundo.
En el Perú, Minmetals tiene el 60% de Lumina Copper, operadora del proyecto Galeno en Cajamarca. Según fuentes locales y su propio Informe de sostenibilidad, la empresa mantiene un acuerdo firmado con la comunidad de La Encañada que abarca compromisos ambientales, agropecuarios, empresariales, educativos y de empleo local. Sin embargo, el proyecto está frenado por las protestas de sus vecinos, no contra los chinos sino contra el proyecto Conga de la empresa norteamericana–peruana Yanacocha.
Entonces, ¿hay un “estilo chino” de hacer negocio en este sector? Hasta ahora, la respuesta sería “no”. La presencia china es demasiado reciente y diversa para extraer conclusiones definitivas; aunque sí se puede hablar de algunas características de estas empresas que llamen la atención: su relación con el Estado chino, su menor experiencia con sindicatos y medios y su escaso conocimiento del Perú. Pero antes de ensayar premisas al respeto debemos exigir que nuestras autoridades, periodistas y organizaciones de sociedad civil monitoreen y regulen el desempeño de todas las empresas por igual en una industria que es por naturaleza de alto riesgo ambiental y social.