Editorial de Gestión: ¿La tercera es la vencida?
El presidente Humala exhortó al Congreso a que acepten a su Gabinete como si fuese una obligación, argumentando a favor de “los intereses del país”.
Por: Redacción Gestion.pe
VOTO DE CONFIANZA. Por segunda vez consecutiva, el Congreso le negó el voto de confianza a Ana Jara y a su Gabinete Ministerial. El Ejecutivo tiene hasta hoy para negociar una salida a este dilema.
El problema es que justamente la torpeza política del oficialismo, encabezada por la actitud de Ollanta Humala, es la razón principal por la que estamos metidos todos en este lío.
En primer lugar, de no ser por la crisis al interior de Gana Perú hace un mes, que terminó con la salida de cinco congresistas de la bancada por los mecanismos que utilizó el partido (una orden desde Palacio) para definir al presidente del Congreso, la votación se hubiera llevado sin mayor problema.
En segundo lugar, esta no es una situación nueva para el Ejecutivo. En marzo, el Gabinete Cornejo que es virtualmente el mismo que este también sufrió demás para conseguir el voto de confianza luego de que el Congreso se había abstenido en primera votación.
Ahora, sin embargo, la actitud del oficialismo ha sido todavía más intransigente que la vez anterior, cuando se vio obligado a negociar con el PPC-APP. Entre la primera y la segunda votación nadie en el Gobierno ofreció alguna concesión o mostró voluntad de negociación con la oposición.
Por el contrario, Humala exhortó al Congreso a que acepten a su Gabinete como si fuese una obligación, argumentando a favor de “los intereses del país”. Parece no entender el presidente Humala que exactamente lo mismo podría argumentar la oposición en cuanto a sus exigencias.
Pero la amalgama que es la oposición, por otro lado, tampoco es ninguna santa. Mientras que puede ser productivo para la democracia que la oposición ejerza su poder para resistir la permanencia de ministros con indicios de corrupción o ineficiencia, esta no debe usar el voto de confianza al Gabinete Ministerial para negociar sobre otras cuestiones, menos las que pueden resolverse en el Congreso mismo.
El ruido político en las circunstancias económicas en las que estamos no es bueno para nadie.