Editorial de Gestión: Ganadores y perdedores
El efecto de un menor precio del petróleo será, en balance, positivo para la economía mundial.
Por: Redacción Gestion.pe
El PRECIO DEL PETRÓLEO. El mes pasado, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el cártel de productores que controla el 30% de la oferta mundial, decidió no disminuir su cuota de producción, empujando el precio del petróleo aún más, por debajo de los US$ 70 por barril. Desde junio, el precio se ha desplomado 40% y se espera que se mantenga bajo en el mediano plazo.
La caída, pues, no es solo coyuntural. Es verdad que, por el lado de la demanda, el flojo crecimiento mundial ha afectado el consumo. Sin embargo, el shock de oferta es el factor más importante en este caso, y se debe a una considerable mayor producción de petróleo en Estados Unidos, principalmente a través de una nueva técnica que involucra el esquisto o “shale”. En los últimos cinco años Estados Unidos ha aumentado su producción en un tercio.
La lógica detrás de la decisión de la OPEP, encabezada por Arabia Saudita (el país con el menor costo de producción del mundo –alrededor de US$ 5 por barril), es mantener el precio bajo para sacar de competencia a los productores de petróleo de esquisto estadounidenses (que tienen un costo promedio de US$ 57). Pero su estrategia no es una de corto plazo, sino de mediano aliento.
Mientras tanto, el efecto de un menor precio será, en balance, positivo para la economía mundial; particularmente, para los importadores de petróleo como Europa y Japón (los más golpeados con la crisis). Menores precios dejarán más dinero en los bolsillos de los consumidores para ser gastados, mientras que la menor inflación dejará mayor capacidad de maniobra a los bancos centrales para aplicar políticas monetarias expansivas. Es el caso del BCR, que este año se enfrenta a una inflación que bordea el rango meta.
Claro que no todos serán ganadores. Los países exportadores de petróleo (como Colombia en la región) la tienen más complicada y verán un deterioro sustancial de su balanza comercial. Sin embargo, los más vulnerables son aquellos países cuyos presupuestos dependen en gran medida de los ingresos de las petroleras estatales. En este grupo entran Venezuela y Ecuador por ejemplo; el primero de ellos, con una probabilidad cada vez mayor de caer en default.