Editorial de Gestión: Dos banderas a media asta

La última encuesta de Datum indica que la aprobación del presidente subió tres puntos porcentuales para llegar al 33%. Lo interesante de este mes es que el cambio al alza corresponde a un aumento pronunciado en el sector urbano.

Por: Redacción Gestion.pe

PULSO PERÚ. La imagen de Ollanta Humala vio una pequeña mejora respecto al mes anterior, de acuerdo a la última encuesta de Datum. La aprobación del presidente subió tres puntos porcentuales para llegar al 33% y su desaprobación cayó al 61%. Hasta ahora nada anormal, pues la popularidad del presidente suele fluctuar unos cuantos puntos por mes sin obedecer a ninguna tendencia en particular. Lo interesante de este mes, sin embargo, es que el cambio corresponde a un aumento pronunciado en el sector urbano de siete puntos que compensa a un bajón en el espectro rural que lo lleva a su peor nivel histórico de popularidad en el campo.

Por otro lado, exactamente hace un año –cuando Humala tenía 30% de aprobación- tan solo el 9% consideraba al actual gobierno como el más corrupto de nuestra historia reciente. Hoy, esa fracción ha aumentado al 15%, mientras que, paralelamente, la aprobación del mandatario ha seguido el mismo patrón.

Una explicación a esta aparente contradicción es la ya conocida tolerancia que tienen los peruanos hacia la corrupción siempre y cuando venga acompañada de una gestión competente (el 36% de los encuestados cree que los peruanos son propensos a aceptar la corrupción). Otra explicación más verosímil, no obstante, apunta a que los casos de corrupción en los gobiernos regionales expuestos últimamente sean asociados al Gobierno Nacional por la mayoría de la población. Como prueba de esta hipótesis está el hecho de que este año, 7% más de peruanos consideran a los gobiernos regionales dentro de las instituciones más corruptas del país (y no es para menos tomando en cuenta que, de los 25 líderes regionales, 22 de ellos están actualmente investigados por el Ministerio Público, cinco de ellos con prisión preventiva y uno prófugo).

Lo curioso de estos resultados es que la campaña presidencial de Ollanta Humala se basó largamente en enfrentar la corrupción particularmente la del Gobierno saliente y en presentar un modelo que beneficiaría a las personas con menores recursos, particularmente en el sector rural. Hoy parece estar perdiendo ambas batallas. Por lo menos en lo que a percepción respecta.