Editorial de Gestión: Las apariencias no engañan
La simple percepción de corrupción es un problema en sí mismo.
Por: Redacción Gestion.pe
CORRUPCIÓN. La semana pasada, Transparencia Internacional publicó su último Índice de Percepciones de la Corrupción. Perú, sin ser una sorpresa para nadie, ha vuelto a ocupar el puesto 83 de 177 junto a países como Burkina Faso, El Salvador, Jamaica y Zambia, con un puntaje total de 38 sobre 100. No es sorpresa, pues en agosto, la VIII Encuesta Nacional sobre percepciones de la corrupción en el Perú, realizada por Ipsos Apoyo, ya había revelado que la corrupción y las coimas son el segundo problema más grave para los peruanos, solo detrás de la delincuencia y la falta de seguridad (que sabemos son problemas bien graves).
Sin embargo, cada día parece que seguimos retrocediendo en este ámbito.
El reciente escándalo entre el ministro de Justicia, Daniel Figallo, y la exprocuradora anticorrupción adjunta, Yeni Vilcatoma, por ejemplo, seguramente no ayudará mucho en este ámbito (en el de la percepción). Si bien el audio presentado por la exprocuradora no muestra pruebas de que el ministro haya querido influenciar el comportamiento de la Srta.
Vilcatoma, quien además no es quien decide si debe aplicar o no la figura de colaboración eficaz, sí muestra un inusual e impropio interés por parte del Ejecutivo para conocer el caso de Martín Belaunde Lossio.
No hay que olvidar tampoco que el ministro también se reunió con el fiscal a cargo de este caso, Marco Huamán, en los días previos. Y claro, este comportamiento es aún más sospechoso cuando el investigado es una persona cercana a la pareja presidencial y uno de los financistas de sus campañas presidenciales.
Independientemente de si ha habido algún acto de corrupción en este caso o no, la simple percepción de corrupción es un problema en sí mismo.
Mientras más corrupción se perciba en el Estado, mayor será la tolerancia de la gente hacia la misma (no olvidemos el “roba, pero hace obra”), lo que pone en marcha un círculo vicioso en favor de la corrupción. En un sistema así, la confianza en las autoridades se esfuma, la inversión se ve afectada ante la falta de garantías y la gobernabilidad se hace más precaria.
Por ello, tenga razón o no, se le debe brindar toda la protección que merece a la Srta. Vilcatoma. Es vital usar este ejemplo para promover que los empleados públicos denuncien casos de corrupción de sus superiores si es que tienen las pruebas del caso.