Editorial: Fuera de agenda
Los derrames ocurridos el 25 de enero (en Amazonas) y 4 de febrero (en Loreto) fueron consecuencia de incumplimientos del PAMA de la empresa Petroperú.
Por: Redacción Gestion.pe
DESASTRE ECOLÓGICO. No es la primera vez que sobrevienen derrames en el Oleoducto Norperuano, ni tampoco es la primera vez que Petroperú descuida el mantenimiento de dicha infraestructura. Por ejemplo, en setiembre del año pasado, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) responsabilizó a la empresa estatal por el derrame ocurrido en junio del 2014.
Las infracciones cometidas por Petroperú en ese entonces fueron tres: incumplió su Programa de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA), así como su plan de contingencia (no detectó ni controló a tiempo el derrame) y generó “daño real a la flora y fauna, y daño potencial a la vida o salud humana”. Al parecer, la petrolera no aprende de sus errores.
¿Quién supervisa las actividades de Petroperú? Gracias a una ley promulgada en julio del 2006, quedó excluida del ámbito del Fondo Nacional de Financiamiento del Estado (Fonafe) –que actúa como un holding de las empresas estatales–, de modo que esa tarea recae en el Ministerio de Energía y Minas. Es claro que este despacho no ha estado haciendo su trabajo, porque los derrames ocurridos el 25 de enero (en Amazonas) y 4 de febrero (en Loreto) fueron consecuencia de incumplimientos del PAMA de la petrolera.
Estos nuevos desastres también evidencian que el oleoducto necesita ser renovado, urgencia que probablemente comenzará a formar parte de las promesas electorales. Es que resultará muy impactante ofrecer miles de millones para salvaguardar “el petróleo de nuestro mañana” (como dice la canción). Y si algún candidato se atreve a sugerir que lo mejor sería encargar esa inversión al capital privado, seguramente terminaría siendo vapuleado por “antipatriota”.
Del daño ecológico y humano, en tanto, casi nadie se ha ocupado. Hay que saludar la oportuna reacción del Ministerio del Ambiente (el OEFA está bajo su jurisdicción) y llamar la atención a los candidatos presidenciales por su desinterés –salvo Verónika Mendoza (Frente Amplio) que incluso viajó a la zona afectada–. Los planes de gobierno reflejan esa actitud indiferente pues la mayoría trata el problema ambiental de forma somera. Es alarmante que un tema que realmente es parte de nuestro mañana continúe fuera de agenda.