Editorial: Económicamente infelices

“En cuanto a seguridad ciudadana, ya aprendimos que el problema no se soluciona cambiando ministros”.

Por: Redacción Gestion.pe

Reformas sociales. La espera desespera. No estamos hablando de la ansiada confirmación oficial de los resultados de la segunda vuelta, sino de esperas que llevan varios años por reformas no realizadas. Como se ha vuelto usual, las grandes cifras macro van bien –aunque no tanto como cuando empezó el Gobierno de Humala–, por eso hay una ciudadanía que está descontenta con la salud pública, la educación y la seguridad. Será en esos campos, y en otros, como lucha contra la corrupción y el narcotráfico, así como acceso a la justicia, donde el nuevo Gobierno tendrá que emprender grandes y profundos cambios –o podríamos decir, ¿kambios?–.

Uno de los pocos éxitos del Gobierno de Ollanta Humala ha sido continuar la reforma de la educación, aunque recién pudo acometerla cuando nombró como ministro del sector a Jaime Saavedra, a fines del 2013. O sea, esperó más de dos años, un lujo que su sucesor no podrá darse con las que faltan, porque el descontento de la población irá en aumento. Si algo podríamos recomendarle al nuevo Gobierno, es mantener al equipo de Saavedra y continuar con su trabajo.

La reforma de la salud no ha sido exitosa, principalmente porque no se ha atacado un problema clave: la calidad del servicio (sobre todo la atención a los pacientes). Creemos que ese error se debe a que, a diferencia de lo ocurrido con la educación, no se ha tomado en cuenta que los profesionales de la salud también tienen que ser evaluados continuamente, aunque no sea de su agrado y sus sindicatos se opongan.

En cuanto a seguridad ciudadana, ya aprendimos que el problema no se soluciona cambiando ministros a cada rato. Para atacarlo de raíz, hará falta reestructurar a la Policía Nacional, aunque eso no será suficiente si instancias como el Poder Judicial y el Ministerio Público continúan actuando de manera cuestionable, una conducta que tampoco ayuda a ponerle freno a la corrupción, aunque se sigan emitiendo normas que en el papel se vean efectivas (como la reciente Ley 30424).

El reto no es fácil y el nuevo Gobierno deberá ponerse a trabajar desde el primer minuto, pues dentro de dos años las urnas le tomarán examen con los comicios regionales y municipales.