Editorial: Ajuste en la cumbre
La economía peruana figura entre las que sufrieron los recortes más pronunciados en las proyecciones (respecto de las publicadas en abril).
Por: Redacción Gestion.pe
Junta de Gobernadores FMI-BM. Recesión en Brasil, hundimiento en Venezuela, enfriamiento en Chile, Colombia, México y Perú. Ya se sabía, pero las Reuniones Anuales del FMI y el Banco Mundial (BM), que culminaron ayer, sirvieron para recordarnos la enorme influencia que ejerce China sobre el resto de economías, en particular sobre las emergentes.
La menor demanda de este país por productos básicos –la principal especialidad de América Latina– es la causante de la llamada “crisis de los commodities”. Y el frenazo de los emergentes obligó al FMI a revisar su proyección del crecimiento de la economía global para el 2015: 3.1%, la tasa más baja en seis años. El título del informe que el organismo presentó, ni bien iniciada la cumbre (“Ajustándose a precios más bajos en las materias primas”), lo dice todo.
La economía peruana figura entre las que sufrieron los recortes más pronunciados en las proyecciones (respecto de las publicadas en abril). Por ejemplo, el organismo ya no espera que este año el PBI crezca 3.8% sino 2.4%, pero otro dato nos regala cierto consuelo: nuestro PBI es ahora el sexto mayor en América Latina, ubicación que antes ostentaba Venezuela.
Las recetas que tanto el FMI como el BM ofrecieron para acometer el ajuste no son novedosas: continuar liberalizando, mejorar el manejo de las cuentas fiscales, combatir la corrupción, etc. La participación de los bancos centrales fue clave para amortiguar los efectos de la anterior crisis (la financiera), pero en estos momentos existe incertidumbre sobre el papel que desempeñarán para reducir el impacto del nuevo golpe.
Las recomendaciones del FMI para superar crisis suelen surtir efecto luego de prolongados periodos de duros ajustes. Y con frecuencia, sus proyecciones no pasan el test de la exactitud. Christine Lagarde, su directora gerente, se ha referido al riesgo de pérdida de credibilidad del organismo, aunque no hablaba de la cuestionable efectividad de sus recetas y análisis, sino a la postergada reforma de su estructura. Es que los países desarrollados tienen más representación y algunos como Estados Unidos no están dispuestos al cambio. Quizás cuando los emergentes tengan mayor participación, las recetas para los ajustes sean más realistas.