Carlos Anderson: El BCR y el nuevo fujimorismo

“La ‘casi’ afiliación política de los flamantes nuevos directores es un tema de preocupación en vista de la excelente reputación de la que goza el BCR en el mundo de las finanzas internacionales”, advirtió el economista Carlos Anderson en su columna de opinión publicada hoy en el diario Gestión.

Por: Redacción Gestion.pe

Por Carlos Anderson
Economista

La mayoría fujimorista en el Congreso de la Republica ha logrado su primer gran éxito en materia de política económica: insertar en el Directorio del Banco Central de Reserva a tres de sus más destacados portaestandartes: José Chlimper, Elmer Cuba y —aunque nominado formalmente por el aprismo— Rafael Rey. De esta manera, un directorio que se ha distinguido por su carácter eminentemente técnico durante los últimos 15 años, presenta a partir de hoy un cariz que —por lo menos en parte— aparece con un claro sabor “político partidario”.

Pero si la “casi” afiliación política de los flamantes nuevos directores es un tema de preocupación en vista de la excelente reputación de la que goza el BCR en el mundo de las finanzas internacionales y, en particular, entre los banqueros centrales, hay dos aspectos que —en mi opinión— son todavía más graves: posibles conflictos de interés en materia económica y riesgos de carácter reputacional.

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Veamos. Para nadie es un secreto que la imagen del Sr. Chlimper está seriamente dañada a partir de su involucramiento en el escándalo de unas grabaciones adulteradas que jugaron un rol protagónico en los últimos días de la campaña electoral. De igual manera, para nadie es un secreto que dicha participación puede terminar eventualmente en alguna acusación/investigación de carácter penal. De concretarse dicho escenario, probablemente sea la primera vez que una persona clave para la toma de decisiones en materia de política monetaria y cambiaria, deba de manera simultánea defender su buen nombre en los tribunales. Una situación impensable en los bancos centrales del mundo con los que hoy en día se nos compara tan favorablemente.

Elmer Cuba es un destacado economista y columnista del Diario Gestión. Pero además de ser un destacado economista y director de Macroconsult, es alguien muy cercano al mundo de la política. Tanto es así que hasta fungió de padrino putativo del excandidato presidencial Julio Guzmán hasta su sorpresiva conversión a la fe de un supuesto “nuevo fujimorismo”, llegando a ser considerado como ministro de Economia —“in-waiting”— de la Sra. Keiko Fujimori.

En declaraciones a la prensa, el Sr. Cuba ha señalado que su actuación en el Directorio del BCR será de carácter técnico y no político. Y yo le creo. Pero no es eso lo que me preocupa. Me preocupa que además de miembro del Directorio del BCR, pueda seguir siendo socio-director de una empresa como Macroconsult que “se especializa en evaluar el impacto de las decisiones de política económica”. Obviamente, un asiento en el Directorio del BCR coloca al Sr. Cuba en una posición más que privilegiada, posición en el Directorio del BCR de la que—a propósito— también disfrutó otro socio-director de Macroconsult, Drago Kisic, hasta hace muy poco.

No quiero decir que—necesariamente— vaya el Sr. Cuba a hacer uso y abuso de su sitial de privilegio en el Directorio del BCR, pero como reza el viejo adagio romano: “La esposa del César no solo debe ser honesta, sino parecerlo”.

Del Sr. Rafael Rey no hay mucho que decir. Sus anteriores cargos como ministro de Industria y luego como ministro de Defensa, y embajador del segundo gobierno aprista lo pintan como una persona sólida en temas de gestión pública, pero no nos dice nada acerca de su manejo y/o entendimiento de los complejos temas relacionados con la política monetaria y cambiaria. Para contrastar lo adecuado o inadecuado de su nombramiento, basta contar una pequeña anécdota procedente de los Estados Unidos: allí, el Congreso norteamericano rechazo en el 2011 la postulación del Premio Nobel de Economía Peter Diamond a un cargo de director de la Reserva Federal por “no contar con los conocimientos técnicos adecuados, al ser el Sr. Diamond especialista en economía laboral y no un experto en teoría o política monetaria”. Jejeje.