BBVA Research: El efecto de la autoconfianza en el conocimiento financiero

La implementación de actividades que refuercen las actitudes personales, junto con programas de educación financiera y aprendizaje por la práctica en cursos tempranos, permitiría maximizar los efectos de las intervenciones que persiguen mejorar las habilidades financieras de las generaciones futuras.

Por: Redacción Gestion.pe

La formación de un nuevo gobierno en España y la composición actual del Congreso, sin mayorías claras, nos está llevando como sociedad a la búsqueda de consenso en temas de gran calado entre los partidos políticos durante el desarrollo de esta legislatura. Tres de esas grandes áreas tan mencionadas corresponden a la educación, la economía y las pensiones. La combinación de éstas se asocia al funcionamiento financiero de individuos y familias, que es una pieza esencial para el bienestar económico. Sin embargo, los conocimientos en materia de finanzas entre la población son todavía escasos. Episodios todavía recientes, como las consecuencias derivadas de la adquisición de productos financieros demasiado complejos por parte de la población, son una muestra de la importancia de la educación financiera para la toma de decisiones. Los modelos teóricos muestran que el fomento de la educación financiera —mejor aún si es dentro del sistema— aumenta el bienestar. La combinación de conocimientos y la práctica definen la parte cognitiva de las capacidades financieras individuales. Pese a ello, también hay factores no cognitivos como la autoconfianza que afectan a la manera en la cual los individuos procesan la información y toman sus decisiones financieras.

En BBVA Research hemos realizado un estudio utilizando datos de las pruebas de PISA Educación Financiera a estudiantes de 15 años en España. En este estudio mostramos que los estudiantes con mayores niveles de autoconfianza obtienen mayores calificaciones en las pruebas de conocimientos financieros. Dichos conocimientos junto con las actitudes personales determinan, en parte, el comportamiento financiero de los agentes. Sin embargo, una mayor autoconfianza entre los jóvenes debería ser ponderada teniendo en cuenta el riesgo que conlleva un exceso de confianza en uno mismo a la hora de tomar decisiones que pueden afectar a nuestro bolsillo. Aunque cierto nivel de autoestima mejora el bienestar, un exceso puede resultar contraproducente. Esta idea también se refleja en los resultados que se obtienen cuando se incluye la perseverancia en nuestro análisis.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los individuos no saben a ciencia cierta cuáles son sus propias habilidades cognitivas. Por esta razón, la motivación frente a un examen podría explicar, en parte, el resultado que se obtenga en él. En línea con este argumento, cabe resaltar el vínculo existente entre motivación y autoconfianza. Ambos factores no cognitivos interactúan para determinar los resultados en las pruebas que miden los conocimientos financieros. Los resultados sugieren que mayores niveles de autoconfianza en los sujetos refuerzan la motivación a la hora de actuar.

Además de las características inherentes al individuo, hay otros factores que también determinan las capacidades en materia de educación financiera. Por un lado, encontramos evidencia de que componentes de índole personal, tales como la madurez y el género, son importantes a la hora de explicar dichas capacidades financieras. Estudiantes que nacen al principio del año obtienen mejores resultados con respecto a aquellos nacidos al final del año. Por otro lado, un mayor estatus sociocultural y económico de la familia mejora las habilidades financieras del estudiante.

Una cuestión que merecería la pena ser discutida por todas las partes interesadas (especialmente partidos políticos, sistema educativo y agentes sociales) es en qué medida las diferencias generadas por las características socioeconómicas y del entorno podrían ser compensadas con el refuerzo de las características relacionadas con la personalidad. El continuo cambio de estas a lo largo de la vida podría convertirlas en un instrumento a considerar en el diseño de políticas no sólo en el ámbito de la educación, sino en otros como la economía y las pensiones. La implementación de actividades que refuercen las actitudes personales, junto con programas de educación financiera y aprendizaje por la práctica en cursos tempranos, permitiría maximizar los efectos de las intervenciones que persiguen mejorar las habilidades financieras de las generaciones futuras.

Por Alfonso Arellano y Noelia Cámara
BBVA Research España