El atractivo de la banca en la sombra
Los bancos en la sombra ayudaron a provocar la crisis financiera. Pero con una mejor regulación, podrían ayudar a evitar la siguiente crisis.
Por: Redacción Gestion.pe
A Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra y el jefe de la Junta de Estabilidad Financiera (FSB), un organismo de control internacional creado para evitar futuras crisis financieras, se le preguntó recientemente que identifique el mayor peligro para la economía mundial. Eligió la banca en la sombra (o banca paralela) en los mercados emergentes.
La banca en la sombra, sin duda tiene las credenciales para ser un “cuco” en las bolsas mundiales. Es enorme y de rápido crecimiento en ciertas formas y poco entendida- una herramienta poderosa para el bien, pero, si se gestiona con descuido, un potencial explosivo.
El FSB, que define el shadow banking como un financiamiento otorgado por instituciones distintas de los bancos, considera que representa una cuarta parte del sistema financiero mundial, con activos de US$ 71 billones a principios del año pasado, un aumento desde los US$ 26 billones en la década anterior. En algunos países, los bancos en la sombra están expandiéndose aún más rápido: en China , por ejemplo, crecieron en un 42% sólo en 2012.
Pero no hay acuerdo acerca de lo que cuenta como banca en la sombra. El núcleo es el crédito (de todo, desde las sociedades fiduciarias de préstamo de China a los esquemas occidentales de préstamos peer-to-peer y los fondos del mercado monetario). Una definición más amplia, sin embargo, incluye cualquier actividad de tipo bancario llevado a cabo por una empresa no regulada como un banco: pensando en los sistemas móviles de pago ofrecidos por Vodafone , las plataformas de negociación de bonos creados por las empresas de tecnología o los productos de inversión comercializados por BlackRock .
A medida que lee nuestro informe especial, servicios como estos están proliferando porque los bancos ortodoxos están siendo afectados por las pérdidas sufridas durante la crisis financiera y son acosados por una mayor regulación, requisitos de capital más elevados, problemas legales interminables y multas durísimas.
Los bancos están reduciendo gastos, recortando préstamos y cerrando divisiones enteras. En Estados Unidos, por ejemplo, a los bancos de inversión ya no se les permite negociar por cuenta propia, sólo por cuenta de clientes. Los bancos británicos, por su parte, han reducido sus préstamos a las empresas en casi un 30% desde 2007, con Barclays confirmando planes para despedir hasta 14,000 empleados. Los bancos en la sombra están llenando estos vacíos.
Fragilidad
Nadie está demasiado preocupado por la competencia para los bancos en sus negocios secundarios: si, por ejemplo, Google puede ayudar a las personas a administrar su dinero de manera más eficiente, se le agradece. El asunto es el crédito.
En cierto modo, es bueno que el crédito fuera del sistema bancario se esté expandiendo. Los bancos están regulados por varias razones: tienen grandes “descalces de plazos” (se toman préstamos de dinero en gran medida por periodos cortos mientras que se entregan créditos en largos plazos), un enorme apalancamiento y se enredan en formas complicadas con otras instituciones financieras, por lo que son especialmente frágiles. Y cuando se meten en problemas, los contribuyentes tienden a terminar en el gancho, porque los gobiernos garantizan los depósitos y a la vez temen los efectos de dejar caer a esas instituciones grandes y complejas. Así que si algunos préstamos se están moviendo desde los bancos a entidades menos peligrosas, el sistema financiero debe ser más seguro.
Por estas razones, Carney debería ser más feliz si, por ejemplo, un fabricante de cerveza británico toma un préstamo a largo plazo de un fondo de pensiones o de una aseguradora de vida, con obligaciones a largo plazo, en lugar de acudir a un banco. Si el préstamo va mal, el acreedor perderá dinero, pero sin el efecto explosivo del apalancamiento, ni la elaborada red de contrapartes, ni tampoco los depositantes exigiendo su dinero ahora; las pérdidas en una institución tienen menos probabilidades de dañar a otros.
Sin embargo, si los bancos en la sombra están mal regulados, puede ser tan peligrosos como aquellos que están muy iluminados. Uno de los principales culpables de la crisis financiera fue el “vehículo de inversión estructurado”, una entidad jurídica creada por los bancos para vender préstamos reenvasados como bonos. Estos eran teóricamente independientes, pero cuando se metieron en problemas arrastraron a los bancos que los habían creado.
Otra fuente de inestabilidad fueron los fondos del mercado monetario, a través de los cuales las empresas y las personas invierten dinero extra en períodos cortos. Estos habían sido considerados como libres de riesgo. Cuando se hizo evidente que no lo eran, sufrieron una fuga de inversores.
Dinero oscuro en China
El desastre enseñó a los reguladores lecciones útiles. Los bancos en la sombra que causaron los mayores problemas tuvieron grandes descalces de plazos, o no tenían suficiente capital para absorber pérdidas.
Los más problemático de todos fueron aquellos cuyas dificultades infectaron a los bancos, porque los bancos les habían prestado dinero o les habían proporcionado un respaldo de algún tipo. No sorprende que los bancos en la sombra que se crearon exclusivamente para tomar ventaja de un régimen regulatorio menos exigente, resultaran ser tan frágiles y peligrosos como los bancos.
Las nuevas regulaciones de muchos países tienen como objetivo hacer imposible este tipo de “máscara”. Ahora los bancos deben incorporar los vehículos de inversión estructurada en sus balances, por ejemplo.
Los fondos monetarios deben ser titulares de más liquidez, para protegerse contra las corridas de inversores. Límites de apalancamiento han sido impuestos o están siendo considerados para muchas formas de bancos en la sombra.
Sin embargo, como las inquietudes de Carney sugieren, el trabajo de hacer bancos en la sombra seguros está lejos de ser completo. Por ejemplo, los reguladores estadounidenses siguen permitiendo que algunos de los fondos del mercado de dinero sigan sugiriendo que un inversor no puede perder dinero en ellos. Estas entidades deberían ser forzadas a ser más honestas.
Pero el mayor peligro se encuentra en China, donde el arbitraje regulatorio está ocurriendo a una escala alarmante. En ese país los bancos están prohibidos de expandir los créditos a ciertas industrias, y de atraer depósitos ofreciendo altos rendimientos. Sin embargo se realizan ambas cosas indirectamente, a través de bancos en la sombra de varios tipos. Algunas empresas están configurándose como pseudo-bancos: Por ejemplo un astillero hace una tercera parte de su dinero con operaciones financieras.
Es difícil imaginar que todos los préstamos de los bancos en la sombra, otorgados a plantas siderúrgicas no rentables y promotores inmobiliarios sobre extendidos, darán sus frutos. A pesar de todo, se anima a los inversores a participar en una serie de rescates que hasta ahora han evitado gran parte del daño de los préstamos que no pueden ser devueltos.
Esta es una crisis propiamente dicha. No arrastrará a China porque el gobierno puede utilizar a los bancos estatales para atemperar sus efectos, y tiene suficiente dinero en efectivo para gastar pródigamente y arreglar las cosas. Pero podría costar mucho. Cuanto menos se demore el régimen en detallar que activos están protegidos, los inversores más rápido tendrán más cuidado sobre los riesgos. La banca en la sombra puede hacer que las finanzas sean más seguras, pero sólo si está claro que tipo de dinero está en línea.
Tomado de la Revista The Economist