Ni el escándalo de la carne podrida hace que Brasil coma menos
En Brasil, los carniceros informan que las ventas se mantuvieron relativamente estables, según la consultora Scot Consultoria, que realiza una encuesta semanal con productores de carne en el estado de Sao Paulo.
Por: Redacción Gestion.pe
(Bloomberg) La carne podrida podrá ser motivo de alarma en la mayor parte del mundo, pero el apetito de los brasileños por la carne de res sigue fuerte.
A poco más de una semana de que las autoridades federales acusaran a por lo menos 20 empacadoras de sobornar a inspectores del Gobierno para aprobar la venta de carne de res y pollo contaminada o podrida, parece que muchos brasileños siguen comiendo sus filetes como antes.
Puede que muchos nunca hayan bajado el consumo. En un país que produce el 20% de las exportaciones de carne roja del mundo y el 40% de su carne de pollo, comer carne —y especialmente de res— prácticamente forma parte del ADN nacional.
Para la mayoría, la carne de vaca barata de Brasil es un ingrediente básico del almuerzo y la cena.
Aunque los allanamientos realizados por la policía el 17 de marzo en los mataderos fueron “espeluznantes”, Aline Polycarpo, una diseñadora de 37 años, dice que nunca dejó de comprar carne.
“En ningún momento se me pasó por la cabeza”, dice en un supermercado de Río de Janeiro. “Tengo una hija pequeña y creo que la carne de vaca es esencial para ella”.
Es difícil encontrar cifras oficiales sobre ventas y consumo tan pronto después del estallido del escándalo mundial, que llevó a algunos de los principales compradores de carne del mundo a fijarle límites a la carne brasileña.
Pero en Brasil, los carniceros informan que las ventas se mantuvieron relativamente estables, según la consultora Scot Consultoria, que realiza una encuesta semanal con productores de carne en el estado de Sao Paulo.
Abrafrigo, la asociación brasileña de productores de carne de vaca, afirma que quizás las ventas bajaron un 10% nacionalmente. “La principal percepción es que los brasileños siguen comprando carne de res”, dice el portavoz Norberto Staviski, “pero ahora tienen más cuidado”.
Desplome
Si bien sin dudas es perjudicial, la caída en las ventas nacionales es la mitad de severa que el desplome de las exportaciones y ofrece cierto consuelo a los productores brasileños, que venden el 80% de su producción en su país.
Los primeros datos semanales del Ministerio de Comercio de Brasil mostraron que el promedio de exportaciones diarias de carne cayó 19$ del 20 al 26 de marzo, otro golpe para una economía que trata de dejar atrás la peor recesión de su historia.
Los supervisores de los departamentos de proteínas de dos supermercados de Sao Paulo dicen que las más afectadas fueron las ventas de carne de res, aunque la mayoría de las acusaciones involucraban la producción de carne de pollo.
A medida que el escándalo deja de generar titulares, muchos consumidores ya van volviendo a sus viejos hábitos de compra.
Es el caso de Márcia Nascimento, una trabajadora social de 60 años de Sao Paulo que afirma que suele comprar unos 8 kilos de carne de vaca por semana para su familia, de cinco miembros (el estadounidense promedio come poco más de 440 gramos por semana).
Ella reemplazó la carne molida y los filetes por carne de pollo en los días posteriores a las acusaciones, no sin protestas de su familia, pero estaba lista para volver a su rutina de siempre.
“Mi familia prefiere la carne de vaca”, dice, parada en el pasillo de carnicería de su supermercado. “Podría hoy intentar comprar un buen corte de carne, si este tiene buena pinta”.