El Brexit sumerge a los pescadores de la Unión Europea en aguas turbulentas
Las flotas de Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Irlanda, Polonia y Suecia, los países más afectados, pescan un tercio de sus capturas en la zona económica exclusiva que rodea las islas británicas.
Por: Redacción Gestion.pe
Bruselas (AFP).- Reino Unido se felicita de poder retomar el control de sus ricas aguas pesqueras con su divorcio de la Unión Europea pero los pescadores europeos temen perder su acceso a esta zona que representa un tercio de sus capturas.
Cuando Londres se dispone a activar oficialmente el 29 de marzo el proceso de divorcio, los pesqueros europeos reagrupados en una nueva coalición, la European Fisheries Alliance, lanzaron el pasado miércoles una señal de alarma en la Eurocámara.
Las flotas de Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Irlanda, Polonia y Suecia, los nueve países más afectados, pescan un tercio de sus capturas en la zona económica exclusiva que rodea las islas británicas.
A corto plazo, el fin de la pesca en aguas británicas podría reducir en un 50% los beneficios de los pescadores. A largo plazo, hasta 3,000 empleos a tiempo completo en los pesqueros correrían peligro, advierte la coalición.
“Los pesqueros europeos [sin contar Reino Unido] desembarcaron en aguas británicas casi ocho veces más de pescado y marisco, en peso, que los barcos británicos en el resto de las aguas de la UE”, apunta Ian Napier, consejero para el centro marino NAFC con sede en las islas Shetland.
Acuerdo ‘mutuamente ventajoso’
Su informe publicado en enero pone de manifiesto una flagrante desproporción. De media entre 2011 y 2015, los barcos europeos capturaron 700.000 toneladas de pescado y marisco” por un valor de 530 millones de libras (unos 612 millones de euros) “en aguas británicas”.
En cambio, los barcos británicos recogieron 92.000 toneladas por unos 110 millones de libras (127 millones de euros) en aguas del resto de la UE, señala.
En su libro blanco presentado en febrero, el gobierno británico estima que a ambas partes les interesa encontrar un acuerdo “mutuamente ventajoso” que responda a las expectativas de las comunidades de pescadores de todos los países.
Reino Unido, que no come lo que pesca, exporta principalmente al resto de la UE. Salmón, bogavante, cangrejos… El mercado de más de mil millones de euros depende casi en un 70% de sus socios europeos, según la European Fisheries Alliance.
La industria pesquera no es de las más importantes ni en Reino Unido ni en ningún país de la UE, pero es vital para la supervivencia de algunas comunidades, desde Concarneau a Rostock, pasando por Gdansk o Galway.
Reino Unido además no tiene la capacidad para pescar la totalidad de los límites de capturas autorizadas en sus aguas, una cuota puesta en marcha por la UE para garantizar la viabilidad de los recursos y evitar la sobreexplotación.
¿Los británicos permitirán el acceso a los barcos de la UE? “Todo dependerá del tipo de Brexit”, es decir del futuro acuerdo (o no) de Reino Unido con los 27, analiza el francés Alain Cadec, presidente de la comisión de Pesca del Parlamento Europeo.
Variable de ajuste
“Está claro que los dos retos [el libre acceso de las embarcaciones europeas a aguas de Reino Unido y el acceso de las capturas británicas al mercado europeo] están estrechamente vinculados y no pueden separarse”, estima.
En ningún caso, el sector no debe servir de “variable de ajuste” en las negociaciones del Brexit, reitera este eurodiputado del Partido Popular Europeo (PPE, derecha).
La UE cuenta desde los años 1970 con una Política Pesquera Común que busca gestionar de manera sostenible sus recursos. Y, como señala el diputado europeo socialdemócrata Richard Corbett, “los peces tienen esa enojosa costumbre de nadar de aguas de un país a otro”.
“El Brexit es la oportunidad para Reino Unido para revitalizar su industria pesquera, estabilizar los ecosistemas amenazados y crear miles de nuevos empleos”, afirma Lasse Gustavsson, director ejecutivo en Europa de la oenegé de defensa de los océanos Oceana.
“Pero únicamente si se pone fin a la sobreexplotación”, asegura el responsable de esta organización, que critica habitualmente las cuotas a su juicio demasiado elevadas de los europeos.