Juventud y cambio: las dos caras de una misma moneda

opinión

Por: Redacción Gestion.pe

La palabra juventud puede ser usada como sinónimo de energía, vigor y frescura. Si bien existen discrepancias con respecto a cuándo los seres humanos alcanzamos nuestro máximo potencial como personas; se puede afirmar, en general, que alcanzamos nuestra plenitud física, emocional y mental de manera paulatina, entre los 20 y los 40 años. Así, el ser humano típico ha rebasado ya su edad de madurez después de los 30 años.

En la actualidad, la edad promedio de la población humana es de alrededor de 29 años; mientras que en 1950 era 24 años; y a partir de 1980 hemos envejecido paulatinamente a raíz de 2 años cada diez años.

Sin embargo, este promedio esconde algunas diferencias importantes. En Uganda, uno de los países más jóvenes del mundo, la edad promedio de la población es 16 años. En Japón, el país más viejo del mundo, la edad promedio es 50 años. Estas diferencias de edad entre las sociedades, podrían ser un factor determinante para explicar las diferentes dinámicas sociales que se observa en ellas. La psicología de una sociedad como un todo, parece estar determinada por el nivel de desarrollo psicológico de sus pobladores.

Naturalmente, las poblaciones jóvenes tienden a cuestionar los paradigmas existentes y a proponer alternativas de cambio; sin embargo, este proceso de cambio no tiene por qué generar siempre movimientos en la dirección deseada. En general, los más grandes avances tecnológicos de la historia han sido desarrollados por mujeres y hombres antes de cumplir los 40 años y la edad promedio del ejecutivo típico de Silicon Valley es 32 años.

Sin embargo, también los actos de vandalismo juvenil y de violencia escolar en países desarrollados como el Reino Unido y EE.UU., o los actos terroristas perpetrados por grupos político-religiosos en África y el Medio Oriente, son realizados, principalmente, por el segmento más joven de la población.

Cuando la juventud de la población se convierte en una ventaja que favorece el crecimiento de la economía, recibe el nombre de “bono demográfico” en la jerga de los economistas. Para que este “bono” se materialice, es necesario que los jóvenes encuentren en la sociedad en la que se desarrollan, condiciones favorables que les permitan que ese deseo de transformación se convierta en una energía positiva y no en frustración y violencia.

Coincidentemente, la edad promedio en las regiones que ya experimentaron un importante desarrollo tecnológico supera los 40 años; mientras que las economías con potencial tecnológico (como China) la media se encuentra entre 35 a 40 años. Países latinoamericanos, del Medio Oriente y algunos africanos muestran un promedio de 25 a 30 años; i.e. un potencial innovador que aún no se está aprovechando.

Las condiciones que parecen favorecer la adecuada transformación del impulso creador de la gente joven son la paz social, la oportunidad de acceso a la educación, la equidad y la democracia.

Las condiciones que impiden ese proceso, por el contrario, son la pobreza, la represión y la falta de oportunidades. Es responsabilidad de todos nosotros asegurar que los jóvenes encuentren condiciones favorables para crecer en el futuro.

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