Los emergentes en su laberinto

Opinión

Por: Redacción Gestion.pe

Las economías emergentes experimentarán un entorno retador en los próximos cinco años. De hecho, el FMI prevé un deterioro importante en el crecimiento de este bloque. De acuerdo con las más recientes proyecciones de este organismo, las economías emergentes crecerán a una tasa de 5% por año; cifra que, si bien es superior a la que registrarán las economías avanzadas, sugiere que la capacidad de crecimiento de las economías emergentes se habría reducido después de la crisis del 2008 (estas economías crecían en 7.7% anual durante los cinco años previos al 2008).

El “nuevo estado normal” en el que se encuentra ahora el mundo desarrollado tendrá repercusiones sobre el desempeño económico de los países de más rápido crecimiento. A los Estados Unidos y el Reino Unido les ha tomado casi 18 meses salir de la fase contractiva del ciclo económico, un proceso de recuperación que es 80% más largo que el que se registró después de todas las recesiones de los últimos 50 años. Por su parte, Japón y la eurozona no parecen poder salir del estado de recesión y presiones deflacionarias que experimentan ya desde hace cinco y tres años, respectivamente. Mientras tanto, la China continúa con el compromiso de consolidar un nuevo modelo de crecimiento que implica un menor crecimiento en el futuro.

Como resultado, el crecimiento mundial se reducirá a 3.9% anual en los siguientes cinco años, luego de crecer 5.1% en el quinquenio previo a la crisis internacional.

Sin embargo, el impacto más importante deriva del cambio en la estructura de la demanda global por bienes y servicios, y su efecto sobre la estructura de precios relativos (los términos de intercambio) en países emergentes. Dado que los dos principales motores del crecimiento económico (los Estados Unidos y el Reino Unido) son economías ya urbanizadas e industrializadas, basadas en el sector servicios, y al mismo tiempo grandes productores y exportadores de materias primas, su crecimiento genera un impacto mucho menor sobre la demanda de estos materiales que el crecimiento de la economía china. En pocas palabras, este cambio en la demanda global reducirá el crecimiento de nuestros precios de exportación en relación a los de nuestras importaciones.

Por otro lado, el entorno de bajas tasas de interés propició una nueva ola de otorgamientos de crédito y deuda en países emergentes. El resultado: el ratio de deuda-PBI para este bloque ha pasado de 111% en el 2008 a 151% en el 2013 (un crecimiento de 36%). Esta cifra cobra mayor relevancia en un contexto en el que la capacidad de endeudamiento para estos países (medido a través de la tasa de crecimiento del PBI) será cada vez menor y el costo de financiamiento (medido por la tasa de interés) empezará a subir en respuesta a la recuperación norteamericana.

La combinación de estos factores generará una importante desaceleración del crédito y mayores presiones devaluatorias sobre las monedas emergentes, siendo los países más vulnerables aquellos con abultados déficits en cuenta corriente, elevado financiamiento con capitales de corto plazo y alta dependencia de financiamiento en moneda extranjera.

Así, un contexto global menos favorable exige la búsqueda de un nuevo motor de crecimiento de largo plazo. Las reformas estructurales enfocadas a promover proyectos públicos y/o privados en infraestructura con financiamiento público, tendrían un efecto positivo de corto y largo plazo sin elevar el nivel de endeudamiento sobre PBI; en particular, en países con altas necesidades de servicios básicos como los de este bloque económico.

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