“Un buen diseño arquitectónicoes como una bomba en positivo”

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Por: Redacción Gestion.pe

José Orrego tiene una cartera de 30 proyectos que en este momento diseña. La página web de Metrópolis, su estudio de arquitectos, revela una larga lista de edificios corporativos hechos y por hacer, casas, restaurantes y clínicas.

“He diseñado un millón de kilómetros”, confiesa divertido desde su oficina en Surco. Este año, además, fue el comisario en la segunda incursión del Perú en la Bienal de Venecia, el evento más importante de su profesión en el planeta.

Orrego recuerda que el Perú, en las décadas de los sesenta y setenta, era uno de los países junto a Brasil y Argentina que lideraba las corrientes arquitectónicas en la región. Hoy la realidad es otra. Hay un boom de la construcción, pero la arquitectura no ha sido parte protagónica.

“El arquitecto fue perdiendo presencia en el Perú. Un motivo fue la crisis de los ochenta, porque se dejó de hacer obras; otro es que los concursos de diseño para las obras públicas se dejaron de hacer” (ver recuadro).

¿Dónde está hoy el espacio para expandir la arquitectura?

Un espacio interesante son los edificios públicos. En el espacio privado hay una evolución (…) Después de 20 años de crecimiento sostenido, recién nos empezamos a imaginar que el país es viable. Perú quiere consumir vanguardia, todas las ideas nuevas están pegando antes que en otros países de la región. El empresario peruano es muchísimo más receptivo para esa vanguardia.

¿Se trata de una evolución?

En el Perú, la arquitectura está todo por decir. En clínicas está todo por hacer, en colegio, en hoteles, en oficinas, en centros comerciales permanentemente se innova. En provincias hay casos en que se están haciendo cosas más innovadoras que en Lima.

¿Cuál es el edificio que aún lo asombra en Lima?

A mí siempre me ha gustado el edificio de Interbank de Paseo de la República, porque de alguna forma fue un gesto importante en este cambio de la percepción de la arquitectura. Más allá de la parte estética, fue un hito que demuestra que había gente que creía en el Perú.

¿En esa zona ahora hay una suerte de competencia?

Un buen diseño es como pequeñas bombas en positivo. Cuando uno hace un proyecto de impacto, inevitablemente la zona cambia y se genera más valor. Eso también ha sucedido en el Óvalo Gutiérrez, donde la propia actividad comercial ha sido un generador de ideas.

Pero pese a estas ‘bombas en positivo’, ¿Lima no crece de manera ordenada?

En Lima todas las intervenciones urbanísticas son dramáticas, nada es fácil, porque no hubo reserva ni planeamiento. En 40 años la ciudad ha crecido de 2 millones de habitantes a 10 millones, el crecimiento ha sido salvaje. Igual creo que hay otros problemas estructurales. Es una ciudad con más de 40 virreinatos, cada distrito es un feudo. En París hay una sola autoridad.

¿Cómo debería diseñarse Lima?

Es una ciudad que debe crecer en vertical porque el suelo se ha vuelto absurdamente caro y escaso. En Lima se diseñan los edificios chatos y con solo una cara al frente dos muros al costado y uno a la espalda. Lo que hay que hacer es que sean edificios de cuatro caras.

¿Qué tan caro es el precio del metro cuadrado en la ciudad?Hay precios en zonas valiosas que son surrealistas y eso se debe a que no hemos planificado bien. En el modelo gringo el precio no es tan caro, porque el planeamiento ha permitido que haya una fase de conectividad entre los diferentes espacios de la ciudad.

Una ciudad posible

Cuando José Orrego terminó sus estudios en la Universidad Ricardo Palma decidió que haría su carrera en el Perú. En 1997 fundó Metrópoli. Desde su propio estudio se ha hecho cargo de proyectos en Estados Unidos, Panamá, Guatemala y hasta en la India.

En Lima ha diseñado casas de playa, el boulevard del Jockey Plaza, espacios en el MegaPlaza, hoteles como el Novotel, restaurantes como Popeyes, Don Belisario o la línea más joven de Bembos o el Panchita de Gastón Acurio en Miraflores y hasta el nuevo edificio que está por inaugurar la Universidad del Pacífico.

En su cuenta de Facebook, aparece la imagen de un edificio en la avenida República de Chile en el Cercado.

“Desarrollamos este proyecto dentro del Centro Histórico de Lima, con una propuesta que respete el lenguaje clásico de las fachadas siguiendo los criterios fijados por el Instituto Nacional de Cultura”, indica.

¿Cómo mejorar el centro de Lima?

Hoy en día te sale más caro recuperar un edificio en el centro que hacer uno nuevo. Esa plata deberíamos deducirla de impuestos. Se deberían crear políticas promotoras, pero no solo en el centro de Lima. El recuperar monumentos debería ser un buen negocio. Hay gente que prefiere tirar una casona y pagar la multa, porque es más barato que restaurar.

¿Por qué no lo es?

Porque todas las normas son restrictivas y no promotoras. Todo es muy complicado de implementar, porque no existe una autoridad competente que pueda tomar las decisiones. Lo único que puedo hacer es convencer a un alcalde a actuar con una norma específica y demostrarle al resto de alcaldes que esto funciona.

¿Es complicado invertir en el centro?

Mucha gente tiene miedo de intervenir en los centros históricos. En algunos países se pueden hacer edificios nuevos, pero aquí las autoridades son muy conservadoras y eso crea miedo a intervenir e inhibe a muchos.

¿Es una actitud no solo en el centro?

En el mundo tienes dos corrientes: una es la inglesa y la francesa que buscan hacer cosas innovadoras en monumentos, y la otra corriente es la florentina que dice: “Mejor que se hunda Venecia antes de tocarla”. Nosotros estamos más en la órbita de los italianos, y eso genera inmovilidad en el centro.

Dificultades

“Los clientes tienen que ser pesados”, indica José Orrega. “Tienen que ser pesados, porque lo que están buscando es que nosotros aportemos a la ecuación de valor”. A renglón seguido refiere que tiene clientes que trabajan años con su estudio.

El boulevard del Jockey Plaza lo hizo sabiendo que este cambiaría, que crecería, que se trataba de una suerte de calle de moda en la que aparecerían más y nuevas marcas. Ya son tres las modificaciones, las marcas se han multiplicado y hasta hay un piso más, una pileta, un techo.

“Eso significa que tuvimos una visión de crecimiento, si no hubiésemos pensado en algo, hubiésemos tenido que botar a medio Jockey para expandirnos, pero ahora hay espacio para hacer una tienda del tamaño de H

¿Es un cambio constante?

Los centros comerciales nunca dejan de ser modificados hasta el último día. En los malls cualquier hipótesis inicial puede ser superada por la realidad, hay que tener cierta arquitectura abierta que nos permita ir cambiando.

¿Qué es lo más complejo que han hecho en 25 años?

Centros comerciales, porque son proyectos dinámicos que nunca terminan. Primero porque uno debe conocer bien el negocio; un mal proyecto diseñado puede ser muy absurdamente costoso. Yo debo conocer del negocio de cines, comida, tiendas por departamentos para que cuando venga el operador yo debo darle una acción válida para que él la tome.

¿Y es posible hacer una calle de moda?

Lo que pasa es que hay un bloqueo de parte de las autoridades que creen que ayudar al vecino es darle residencialidad, es decir, convertir al distrito en un extenso dormitorio.

Hay que hacer distritos que funcionen y no solamente en el tema de residenciales. Hay cosas que los vecinos no pueden procesar y el alcalde debe de asumir a favor de un beneficio que se vea a través del tiempo.

¿Pero es posible una calle de este tipo?

Un problema es que el lujo jala lujo. Ninguna marca quiere ser la primera en llegar, por lo que para hacer una calle de esas debemos hacer un consenso entre las marcas para juntarse. Louis Vuitton se compró una casa de al lado de la Embajada de España en la avenida Basadre, pero en ese momento la municipalidad se puso bastante dura. San Isidro no se da cuenta de que se está haciéndose harakiri comercial.

¿Y cuál es el espacio más costoso a la hora de diseñar?

Lo más caro por metro cuadrado es una clínica, por la cantidad de instalaciones que tiene, luego viene un hotel por el nivel de acabados, después pueden venir oficinas premium.

¿Qué se viene en la arquitectura?

Estamos entrando a una generación de edificios de uso mixto. Hacemos proyectos en los que en la primera planta es comercio y en la parte superior, vivienda.

“Si yo lo comparo con la gastronomía, considero que Perú debería transitar ese camino, porque todavía no lo ha hecho”.

“El problema es que en algún momento se comienza a confundir arquitectura con construcción, que son dos cosas diferentes”.

“Muchos promotores manejan al arquitecto como si fuera una partida de cemento”.

José Orrego

Arquitecto

Los concursos de diseño, las obras públicas

y los costos de la construcción

Durante dos décadas cada obra pública se construía, tras la convocatoria de un concurso. Eran tiempos en que los jóvenes se aventuraban a presentar una propuesta. La mejor de todas se hacía realidad. Bajo esta plataforma se levantaba una nueva Lima.

¿Cuándo surgieron los concursos?
Existía una ley promovida por Belaunde Terry, donde todos los espacios públicos y edificios públicos debían pasar por un concurso de arquitectura.
¿En qué momento desaparece?
Cuando se trata de ordenar el Estado en el gobierno de Fujimori se comete un error grave y se eliminan los concursos. Hoy esa pérdida ha ocasionado que mucha gente como los presidentes regionales haga intervenciones en espacios públicos de la peor manera. La arquitectura puede gustarte en algunas cosas, pero responde a una realidad.

¿Una decisión así golpeó a la carrera?
Una de mis preocupaciones en los últimos años es recuperar una institución para una ciudad. En los últimos años lo más visible para un arquitecto eran las casa de playa, pero ver un edificio público era difícil, casi imposible o de una calidad que no valía la pena casi mostrarla. La ley de hoy día faculta que los concursos públicos sean concursos de precio, que los expedientes técnicos se hagan al menor costo. Eso significa que la arquitectura pasa a un quinto plano.

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