Aislamiento versus liderazgo concertador

Por: Redacción Gestion.pe

*Manuel Romero Caro
ECONOMISTA*

Un aspecto característico del presidente Humala es que en coyunturas políticas complicadas tiende a encerrarse dentro de su círculo más cercano y/o en su alma máter: el Ejército.

Y qué duda cabe que actualmente está atravesando una etapa particularmente difícil: en los últimos doce meses la aprobación de la gestión presidencial ha caído significativamente; la economía está atravesando una fuerte desaceleración; Gana Perú ha sufrido una nueva escisión, al extremo que el fujimorismo tiene el mismo número de congresistas que el oficialismo, y cada vez va a ser más difícil lograr los votos suficientes para impulsar las iniciativas del Ejecutivo.

El problema es que este aislamiento del jefe de Estado con la oposición y con una parte considerable de su propio movimiento político, sucede en un momento en que el Ejecutivo está tratando de recobrar el dinamismo de nuestra economía e impulsar un conjunto de reformas estructurales, las que para lograr su consolidación y continuidad requieren necesariamente de la concertación con las otras agrupaciones políticas.

Es así que, por ejemplo, el presidente Humala mencionó en su mensaje por 28 de julio que se había establecido una “agenda priorizada” para los dos últimos años de su administración, para impulsar las reformas en educación, salud y seguridad, invitando al “compromiso de todas las fuerzas políticas, sociales y del sector privado”, sin indicar cómo es que pretendía lograr dicho objetivo. Es que en la coyuntura política actual, caracterizada por constantes enfrentamientos con el oficialismo, los que a no dudarlo se incrementarán al calor de las contiendas electorales de los dos próximos años, ¿cómo se pretende lograr el indispensable compromiso de la oposición con las reformas priorizadas?

Las reformas estructurales, por la naturaleza de sus procesos, son instrumentos que aunque sus costos se incurren en el presente , rinden frutos a mediano y largo plazo. Por lo que resulta indispensable lograr que los gobiernos que sucederán en el poder a la administración Humala continúen con los esfuerzos que se están iniciando en este Gobierno. Lo ideal sería lograr con las reformas el mismo tipo de consenso que se está logrando en relación a las políticas macroeconómicas en los últimos 24 años.

Como era de esperarse, para enfrentar la difícil coyuntura actual el jefe de Estado recurrió a su círculo más cercano, como lo reflejan los nombramientos de Ana Jara y Ana María Solórzano. Sin embargo, lo que el país necesita en estos momentos de incertidumbre de la población ante la desaceleración de la economía, es justamente lo contrario, un liderazgo concertador, y, lamentablemente, se dejó pasar una brillante oportunidad.

El otro grupo al que recurre Humala cuando la coyuntura política se complica es al Ejército, que es lo que sucedió en diciembre del 2011, en un contexto en que había criticado fuertemente a diversos estamentos representativos de la sociedad civil como el Poder Judicial, el Ministerio Público, los municipios, a la oposición y a los empresarios. Es así que en el Día del Ejército se refirió a los soldados como ‘los guardianes socráticos de la república’, que están más allá del bien y del mal.

Es que existe el riesgo que ante el incremento de los problemas y la imposibilidad de resolverlos se caiga en la tentación de utilizar a las Fuerzas Armadas como componente político que compense el aislacionismo en relación a las demás agrupaciones políticas. Afortunadamente, este no ha sido el caso en esta oportunidad y esperamos que, por el bien de la democracia, esa situación no se concrete.

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