Las startups ‘Uber de algo’ ya no entusiasman a los inversores
Ahora están perdiendo la paciencia puesto que a varias de estas firmas les está tomando más de lo esperado volverse rentables.
Por: Redacción Gestion.pe
(Bloomberg) Unos meses atrás, una startup que se llamara a sí misma “la Uber de x”, o de y o de z merecía al menos una mirada de los fondos de capital de riesgo. Ahora, es más posible que los fondos pongan los ojos en blanco y digan: “no, basta, otra más”
En los últimos cinco años, los inversionistas han puesto miles de millones de dólares en empresas de Estados Unidos que se jactan de tener un servicio tipo Uber –para pasear perros, para formar filas, de limpieza de casas—, un sector conocido como la economía a demanda. Ahora están perdiendo la paciencia puesto que a varias de estas firmas les está tomando más de lo esperado volverse rentables.
Como resultado, los fondos de capital de riesgo están asignando valuaciones menores que las del año pasado, inspeccionan más de cerca los números y están menos propensos a inyectar capital nuevo. Al lunes último, 30 startups de servicio a demanda habían recibido financiamiento en fase temprana este año, de acuerdo con CB Insights, comparado con 61 en el primer semestre del año pasado.
Con los fondos de capital de riesgo clamando por ganancias, las startups de servicio a demanda deben transitar por una delgada línea entre espantar a los usuarios por los precios altos, o irritar a los inversionistas al consumir demasiado dinero, dijo Tim Young, socio general de Eniac Ventures.
“Han caído en desgracia con los inversionistas”, dijo, “lo que significa que tienen que ser muy eficientes en cuestión de capital. Y por lo tanto están constantemente al borde del acantilado”.
El fracaso de Homejoy
La opinión respecto a la economía a demanda comenzó a cambiar con el fracaso de Homejoy. Habiendo levantado US$38 millones dos años antes, la compañía de servicios de limpieza estaba presionada a crecer rápidamente y, en la típica táctica de las startups de servicio a demanda, ofreció descuentos –exprimidores de margen– para atraer más usuarios. Aquejada por una hemorragia de dinero y sin posibilidad de conseguir nuevos fondos, Homejoy murió.
Desde entonces, Sidecar, la empresa de traslados compartidos, y el servicio de entrega de comida Spoonrocket han quebrado. Algunas compañías como Zirx, que ofrece servicio de valet parking, han evolucionado y adoptado nuevos modelos de negocio. Mientras tanto, Y Combinator, la incubadora líder de Silicon Valley, dice que se están presentando menos empresas “Uber de algo”, según Jared Friedman, socio de la firma.
Nada de esto es para decir que el concepto “a demanda” se está esfumando. Es un concepto que ha revolucionado el comportamiento de la gente. Los compradores se han acostumbrado a obtener la gratificación de inmediato con sólo presionar su smartphone; los empleados que buscan extras temporarios transportando personas o recogiendo compras de marihuana tienen más control sobre sus horarios. Las mejores startups –Uber, Lyft, Doordash, Instacart—tienen tiempo y dinero para averiguarlo.
Pero las barreras para la rentabilidad son más arduas que como se previeron originalmente. La mayoría de las empresas de servicio a demanda alardean de contar con algoritmos que teóricamente hacen que el trabajo intensivo sea más eficiente. Por ejemplo, una compañía como Doordash dijo que al agrupar las órdenes de comida en tandas, el número de entregas de comida por hora crece. A los inversionistas les dijeron que las empresas de servicio a demanda reducirían los costos hasta el punto de poder hacer dinero con cada una de las transacciones.
Aún no funciona de esa manera. A diferencia de una típica empresa de software o de apps, Doordash necesita un ejército de personas para proporcionar el producto. Sí, es cierto que esas compañías han logrado contratar fuera de la ley laboral y sin pagar beneficios. Pero muchos de sus empleados son gente que dispone de poco tiempo, y esperan horarios flexibles y están constantemente buscando el próximo trabajo temporario. Como resultado, Doordash tiene que competir con otros servicios de delivery y transporte compartido, lo cual es la receta para costos de reclutamiento y retención altos. Con la rentabilidad aún esquiva, Doordash se vio obligada a aceptar precios más bajos por acción en la suscripción de capital del año pasado.