Los Salem describen su negocio en el golf, debutante disciplina en Río 2016
G de Gestión. Con la entrada del golf a los Juegos Olímpicos, el deporte se ha revitalizado a nivel mundial; no obstante, en el Perú, únicamente se puede acceder a un campo si se es socio de un club.
Por: Redacción Gestion.pe
“Ya te imaginarás, en nuestra casa se mira, habla y respira golf”, comenta Daniel Salem, padre de Sebastián, jugador del PGA Tour Latinoamérica, campeonato emblema de la región.
Con la entrada del golf a los Juegos Olímpicos, el deporte se ha revitalizado a nivel mundial; no obstante, en el Perú, únicamente se puede acceder a un campo si se es socio de un club. Felizmente, la Federación Peruana de Golf planea implementar un campo público en San Bartolo. También, se espera que la nueva dirección del club Regatas acoja al golf.
Daniel y Sebastián miran con entusiasmo estas iniciativas, ya que permiten el desarrollo de su práctica favorita y la de su negocio. Entre las actividades de Sebastián se encuentran la de ser coach, manejar el equipo de fitting (medir electrónicamente las variables del jugador para determinar sus palos ideales) y dirigir sus programas de Golf Experience y Golf & Strategy.
“Con Golf Experience soy el intermediario para llevar al turista de negocios a jugar al golf. Les brindo una experiencia única: les doy clases y juego personalizado”, explica Sebastián, “y con Golf & Strategy se trabaja el desarrollo de habilidades directivas para la primera línea gerencial”.
Por su parte, Daniel se concentra en el negocio de la tienda del club Golf Los Inkas. “Buscamos ser competitivos y dar a los clientes los mismos precios de equipos acá frente al extranjero”, explica Salem. Aunque los palos de golf sean lo más llamativo, la mayor parte del negocio se la llevan “los consumibles”, como las pelotas y los guantes.
Actualmente padre, e hijo tienen proyectado implementar pro shops en otros clubes, en función del aumento de jugadores. Pese a no detallar las fechas, gracias a la próxima expansión del golf, seguramente se verán pronto.
Por Emilio López de Romaña Rivera