“El Estado debe acompañar a las empresas de hidrocarburos que apuestan por el Perú”
G de Gestión. Se necesita políticas públicas eficientes para que “el Perú vuelva a ser un país petrolero”, explicó la presidenta de la Sociedad Peruana de Hidrocarburos. Beatriz Merino adelantó sus planes para que este sector sea uno de los más dinámicos y competitivos del país.
Por: Redacción Gestion.pe
Por Stefano De Marzo
Los retos difíciles no son nuevos dentro de la carrera de Beatriz Merino. Cuando ingresó a la vida pública, dejando de lado su puesto como directora del área andina de Procter & Gamble, el Perú vivía la hiperinflación más alta de la historia económica del mundo. Cuando entró al sector público, dos terceras partes del Perú estaban bajo bandera de territorio liberado de Sendero Luminoso.
Cuando fue presidenta del Consejo de Ministros, el presidente de la República contaba con solo 7% de aprobación. Cuando asumió la presidencia de la Asociación de AFP, lo hizo en un momento en que se debatía políticamente, en medio de una campaña electoral, si debía o no existir el sistema privado de pensiones.
Pareciese que a Merino le huyera del trabajo fácil. En marzo pasado, el joven gremio petrolero la nombró su presidenta. Su misión es impulsar una industria petrolera que se encuentra en su peor momento en décadas, y volverla competitiva y moderna. Merino quiere revertir la producción declinante de petróleo en el país.
Una actividad que producía 195.000 barriles de petróleo diarios en 1981 y que hoy produce cerca de 60.000, según cifras de PeruPetro. Y “si seguimos en esa dirección vamos a llegar a los 40.000”, comenta preocupada, teniendo en cuenta que el Perú consume 150.000 barriles al día y gastó US$ 3.664 millones en importar petróleo en el 2011 de países, como Ecuador, Panamá, Nigeria o Angola.
“Hay que tener un punto de inflexión en esta industria para que detenga su camino declinante y empiece a crecer como corresponde”, señala, decidida, la ex defensora del pueblo. “Si el sector privado de hidrocarburos está apostando por el Perú, le toca al Estado acompañar con políticas públicas rápidas y eficientes para que el Perú vuelva a ser un país petrolero”, añade.
Gran desafío el que ha aceptado Merino y más en un momento en el cual el tema petrolero no está dentro de la agenda política pública prioritaria y teniendo una estructura de Estado que no está diseñada para promover esta industria. “Entonces hay que hacer una propuesta de rediseño”, afirma, enérgica.
Desafío a cuestas
“Colombia cambió su destino en siete años”, recalca Merino en alusión a la experiencia colombiana que en el 2006 rediseñó su sistema de contratos petroleros con un sólido liderazgo del gobierno detrás de la iniciativa. El vecino del norte duplicó su producción en siete años. “El Perú, perfectamente, puede hacer lo mismo en la misma cantidad de tiempo”.
Para ello, su equipo trabaja de manera ardua para presentar antes de fin de año la propuesta del sector respecto de lo que debe ser la política pública en temas de petróleo y energía: el Libro Blanco de los hidrocarburos”.
La idea es convertir a las empresas petroleras peruanas en competitivas frente a otras plazas de la región y del mundo. Debido a que por cada pozo que se explora en el país, por ejemplo, se exploran diez en Colombia y de cada diez pozos explorados, solo dos son descubiertos. “Entonces hay que explorar mucho, hay que abaratar esos costos”, refiere. Se debe, según Merino, asegurar una autonomía energética que sostenga el crecimiento económico que viene teniendo el Perú.
“Quienes me entrevistan del exterior me dicen: ¿Cómo puede un país con el desarrollo económico mostrado por el Perú tener una producción de petróleo declinante?”, refiere con evidente frustración.
La Sociedad Peruana de Hidrocarburos señala que el momento de tener ese punto de inflexión es ahora. Los precios del petróleo están bien altos y estables. Pero, además, es hora de “dar un marco regulatorio eficaz, rápido y transparente”, asegura.
Responsabilidad por delante
Habiendo sido ella quien presentó el primer proyecto de ley de consulta previa en el Congreso, Merino posee una sensibilidad especial por este tema. “La consulta previa no es una generadora de conflictos”, señala, muy seria. “Nada garantiza más en una democracia la sostenibilidad de una inversión que esa participación de las comunidades”, enfatiza, tratando de ser lo más clara posible.
La exdefensora es igual de precisa cuando se trata de los límites de la consulta. “Decirle a las comunidades que tienen el derecho del veto es una maldad, es deslegitimar la herramienta. En un Estado de derecho, solo la autoridad elegida, en este caso el gobierno nacional, tiene la capacidad de tomar una última decisión”, apunta Merino.
Por otro lado, considera las catástrofes ecológicas como la peor noticia para una empresa petrolera, no solamente por lo que significa en términos medioambientales, sino porque es también un tema de negocios. “Afecta de manera instantánea el valor del patrimonio y accionariado de las empresas”, explica. “Aquí estamos para hacer las cosas bien. Ahora le toca al Estado hacer su parte”.
Cuando Merino trata de explicar de dónde surge su energía para enfrentar problemas de grandes magnitudes, ella cita una respuesta de Sigmund Freud. “Cuando le preguntaron de dónde sacó la energía y la fuerza para hablarle sin tapujos a una sociedad tan conservadora como era la europea, él contestó: Porque mi madre me quiso mucho”, comenta en alusión a su madre, fallecida en febrero de este año. “Mi madre era una mujer luchadora y guerrera, y me enseñó que cuando las cosas se hacen con amor, todo lo demás acompaña”, finaliza.