¿Es usted un directivo terco? Ojo con la eficacia y el clima laboral
Una de las maneras para contrarrestar dicha actitud es cultivar la humildad y conocer los propios límites. Sin embargo, cuando la perseverancia del ejecutivo se convierte en terquedad, ¿quiénes son los que pierden?
Por: Redacción Gestion.pe
Usted está trabajando con otro directivo que está a su nivel, quien es muy difícil de convencer sobre puntos de vista distintos: se opone muchas veces a iniciativas suyas y de otros directivos, pero, a veces, tras darle vueltas a las decisiones, termina aceptando lo que usted propuso inicialmente.
De por medio siempre antepone e-mails, nuevos análisis, contrasta opiniones de terceros o lo que sea, pero siempre le cuesta ceder.
Usted suele ser más abierto para aceptar otras posiciones, pero como se trata ya de una “guerra de poderes”, empieza también a cuestionar iniciativas de su colega.
Sin embargo, se da cuenta de que van dejando atrás indicadores de negocio y frustrando a sus respectivos reportes directos, consumiendo mientras tanto valioso tiempo directivo.
¿Por qué es tan difícil “ceder” y aceptar otros puntos de vista? ¿Qué busca quien bloquea iniciativas de otros: demostrar su poder, “marcar la cancha” o buscar la mejor decisión?
La perseverancia y el éxito
La perseverancia ha sido siempre considerada como un factor clave para “no rendirse” en el camino al cumplimiento de un objetivo retador y de largo plazo.
Desde la época en que los colonos iban detrás de nuevas tierras, héroes defendían sus naciones y científicos innovadores hasta emprendedores buscaban crear más riqueza, la terquedad ha sido un común denominador para no claudicar hacia el éxito.
Pero cuando la perseverancia se convierte en terquedad, buscaremos solo hacer las cosas a nuestra manera y escucharemos menos.
Por ejemplo, en una encuesta de Gallup entre trabajadores en EE.UU., el 60% describió a sus jefes como orientados a sí mismos y alrededor del 40% como tercos, comparándolos con niños de dos años con poder.
La terquedad en la empresa
En el extremo, un directivo terco seguirá insistiendo en su idea, plan o punto de vista inclusive percibiendo que está equivocado, cuando otros presenten una idea.
Dará una serie de motivos para demostrar que no funcionará y admitirá estar de acuerdo con ideas de otros, sabiendo que terminará haciendo lo contrario. En las empresas, cuando un directivo terco tiene poder, terminará algunas veces ganando victorias “pírricas”, a costa de dañar la eficacia y el clima.
El trasfondo de la terquedad
Detrás de un directivo terco estará su miedo a dejar ir sus propias ideas, convicciones, decisiones y, algunas veces, identidad.
Sin embargo, si queremos cultivar la humildad, más que poner la otra mejilla, tendremos que conocer nuestros propios límites y saber escuchar. El aprendizaje se dará cuando veamos que no se trata de ganar o perder, sino de encontrar la mejor decisión para la empresa y colaboradores.
César Antúnez de Mayolo
Profesor de posgrado – Universidad del Pacífico