The Economist eligió ‘el país del año’ de estos seis candidatos

FOTOGALERÍA. Para ganar el premio del ‘país del año’ de The Economist, no es suficiente ser pacífico y rico. El objetivo de la publicación es recompensar las mejoras hechas por todos los países en el mundo durante el último año. Entre los anteriores ganadores están Birmania y Túnez, galardonados por escapar de la tiranía y construir algo parecido a la democracia. Entérese qué país mejoró más en el 2016.

Entre los contendientes de este año está Estonia. Amenazado por Vladimir Putin, es uno de los pocos miembros de la OTAN que cumple su obligación de gastar el 2% del PBI en defensa. A pesar de ser uno de los países más pobres de Europa, sus escolares tuvieron el mejor rendimiento del continente en las recientes pruebas PISA de la OCDE. Los directores de colegio en Estonia tienen autonomía para contratar y despedir y son responsables de los resultados de sus estudiantes. Solo ha pasado una generación desde que Estonia dejó de ser una miserable colonia de la Unión Soviética; ahora parece casi un país nórdico. (Foto: Reuters)
Otro país pequeño en esta corta lista es Islandia (población: 330,000), que fue el país rico con mayor crecimiento en el 2016. Incluso sus futbolistas eliminaron a Inglaterra (población: 53 mlls.) de la Eurocopa. Cabe destacar que el entrenador inglés recibió US$ 4.3 millones de salario al año, mientras que el de Islandia es un dentista a medio tiempo. (Foto: Reuters)
Puede que China sea una dictadura con un aire contaminado, pero el gigante asiático destacó este año en dos aspectos que importan y mucho. Un informe en marzo concluyó que sus emisiones de gas de efecto invernadero podrían haber alcanzado su punto máximo, o probablemente lo harán en la próxima década. Y, a pesar de la desaceleración del crecimiento, unos 14 millones de sus habitantes en zonas rurales salieron de la pobreza en el último año del que se tiene datos (2015), más que en ningún otro lugar. (Foto: Reuters)
Pero no olvidemos la otra República de China, más rica y democrática, que celebró otra elección libre en el 2016. Los votantes eligieron a una moderada Tsai Ing-wen como la primera presidenta mujer de Taiwan. Hasta el momento ella se ha ocupado bien de la intimidación de Pekín; aunque es extremadamente vulnerable a ser decepcionada por Donald Trump si él sella un gran pacto con China. Es tentador ofrecer a Pekín y Taipei un galardón en conjunto y llamarlo el premio a "una sola China". Pero ¿estarían en el mismo podio para recibirlo? (Foto: Reuters)
Canadá ha seguido siendo sobria y liberal, incluso cuando otros países ricos han estado intoxicados por el populismo iliberal. Permanece abierta al comercio y a los inmigrantes: una quinta parte de su población es ahora extranjera, el doble de la proporción en Estados Unidos. Su primer ministro, Justin Trudeau, ha negociado un acuerdo de precios de carbono con casi todas las provincias canadienses y también promete legalizar la marihuana. Justo lo que hubiéramos esperado de un ex entrenador de snowboard. (Foto: Reuters)
La paloma de la paz. Sin embargo, nuestra elección es Colombia, para alcanzar la paz en el 2016. Este fue un logro colosal. El conflicto entre el Gobierno de Colombia y los insurgentes marxistas de las FARC duró medio siglo y cobró quizás 220,000 vidas. En un momento dado, el país estuvo a punto de convertirse en un estado fallido, algo que ahora es inconcebible. (Foto: AFP)
Los guerrilleros de las FARC mataban usando niños en abandono que eran reclutados y ocasionalmente obligaban a abortar a jóvenes guerrilleras. También se dedicaron al narcotráfico, secuestros y extorsiones para financiar su guerra. Las tropas gubernamentales también eran brutales. Algunos de ellos usaban falsos anuncios de empleo para atraer a hombres inocentes a lugares remotos; luego los mataban y decían que los cadáveres eran rebeldes. El propósito era ser considerados héroes y poder conseguir un ascenso. (Foto: AFP)
La pesadilla terminó en el 2016 (toquemos madera). El presidente Juan Manuel Santos llegó a un acuerdo de paz con las FARC y lo sometió a un referéndum. Cuando los votantes lo rechazaron por estrecho margen al considerar que los líderes de las FARC no estaban recibiendo castigos severos, ambas partes se reunieron de nuevo y enmendaron algunas de las objeciones. El nuevo acuerdo viene siendo impulsado a través del parlamento (hubiera sido preferible celebrar otro referéndum). (Foto: AFP)
Pero si los votantes quieren arriesgarse a volver a la guerra, pueden votar en el 2018 por un candidato presidencial que prometa penas más duras para los jefes de las FARC. Mientras tanto, los rebeldes están listos para entregar sus armas. Como la mayoría de los acuerdos de paz negociados, el de Colombia es incompleto e implica desagradables compromisos. Pero la alternativa es peor. Colombia es un digno ganador. (Foto: AFP)

Por: Redacción Gestion.pe