Mano dura de Trump contra inmigrantes preocupa a agricultores estadounidenses
La mano dura contra la inmigración en Estados Unidos puede significar un encarecimiento de los abarrotes. Se podría elevar los precios de los alimentos en hasta 6% mientras mengua la producción estadounidense de frutas, verduras y ganadería.
Por: Redacción Gestion.pe
(Bloomberg) Recientes redadas por parte de las autoridades de inmigración estadounidenses enfocadas en inmigrantes indocumentados están generando una oleada de angustia en el sector agrícola de Estados Unidos, que depende en gran medida de trabajadores extranjeros.
Se han hecho cientos de arrestos en al menos seis estados durante la última semana. Eso dejó a trabajadores indocumentados temerosos de viajar y a los productores agrícolas evaluando si pueden arriesgarse a contratarlos, según organizaciones que representan a ambos grupos.
Los productores agrícolas del oeste de Estados Unidos ya han lidiado con la merma en la oferta de mano de obra, en parte por la intensificación en la seguridad fronteriza durante años, dijo Pete Aiello, gerente general de Uesugi Farms con sede en Gilroy, California.
Él teme que las cosas empeoren este año y su compañía no esté en condiciones de hallar suficientes contratistas.
“El ánimo no es bueno”, comentó Aiello, y agregó: “Se trata de una agitación bastante significativa”.
Trabajadores contratistas
Uesugi cultiva pimentones y chiles, repollo de napa, maíz dulce y fresas en 5,000 acres (2,023 hectáreas) en California, Arizona y México. Su experiencia sirve para ejemplificar la de muchos productores agrícolas en esa parte del país.
Durante el máximo nivel de trabajo de temporada, Uesugi toma cerca de 600 trabajadores contratistas, la mayoría de ellos nacidos en México, para que ayuden a recoger, seleccionar y envasar sus verduras y frutas.
Más de la mitad de los trabajadores agrícolas estadounidenses son indocumentados, según la American Farm Bureau Federation. Las amenazas del presidente Donald Trump contra los inmigrantes podrían provocar el alza de las cuentas de abarrotes, ya que los agricultores y las empresas ya tienen que lidiar con la escasez de mano de obra, según estudios del buró y del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Las recientes series de redadas fueron parte de la orden emitida el 25 de enero por el gobierno de Trump para tomar medidas contra los 11 millones de indocumentados que se estima viven en Estados Unidos.
El gobierno está enfocado en “proteger la seguridad de nuestro país mediante la exigencia de cumplir la ley a nivel interno”, señaló durante el fin de semana el asesor en políticas de la Casa Blanca Stephen Miller.
“Hay mucha ansiedad en el país por temas laborales”, dijo Kristi Boswell, directora de relaciones con el Congreso en el Farm Bureau, una agrupación de la industria, con sede en Washington. “Es un verdadero problema y está haciendo que los agricultores tomen decisiones difíciles”, agregó.
Fuerza laboral agotada
Las medidas de Trump tienen el potencial de dejar sin mano de obra las plantas procesadoras de carne y las granjas, y la amenaza se presenta en momentos en que ya hay signos de una fuerza laboral agotada.
“Seguimos viendo algunas señales de escasez de mano de obra que afectan la disponibilidad de personal a través de la industria, en especial para operaciones nuevas, que es otro factor que podría influir en el crecimiento de la producción para toda la industria en el 2017”, dijo Bill Lovette, el máximo ejecutivo de Pilgrim’s Pride Corp., uno de los mayores procesadores de carne en Estados Unidos, en una teleconferencia con analistas realizada el 9 de febrero.
La mano dura contra la inmigración también puede significar un encarecimiento de los abarrotes. Un método que contemple solo exigencia de cumplir y no reforma podría elevar los precios de los alimentos en hasta 6% mientras mengua la producción de frutas, verduras y ganadería, según el estudio del Farm Bureau.
También podría generar más dificultades para los agricultores y ganaderos luego de años de derrotas en los mercados de agricultura causadas por el peor hundimiento en los ingresos agrícolas estadounidenses desde la década de 1970.
Incluso El Vaticano está sintiendo el impacto del temor.
Conferencia en California
Probablemente la asistencia será menor a la planeada en principio para una conferencia programada para esta semana, la Reunión Mundial de Movimientos Populares, una iniciativa del papa Francisco que aspira a convocar a organizaciones que trabajan con inmigrantes a través de grupos basados en la fe.
Algunas personas habían planeado asistir a la reunión en Modesto, California, y ahora están desistiendo porque tienen miedo de viajar considerando su estatus en cuanto a documentación, dijo Jennifer Farmer, vocero de PICO (People Improving Communities through Organizing), una agrupación comunitaria que ayudó a planear la conferencia.
“Tenemos a algunos de nuestros miembros trabajadores registrados para ir, pero ellos tienen miedo de volar, considerando el clima que existe”, explicó Hunter Ogletree, un organizador del Western North Carolina Workers Center en Morganton. Muchos de los miembros de la agrupación trabajan en plantas avícolas, indicó. “Definitivamente hay miedo”, sostuvo.
En Milán, Missouri, la población de inmigrantes ha sido golpeada, dijo Axel Fuentes, un organizador de la Rural Community Workers Alliance. Muchos de sus miembros trabajan en granjas de porcinos, mataderos y fábricas procesadoras de alimento.
“Será una crisis en comunidades aisladas como Milán”, sostuvo Fuentes; agregó: “Las empresas dependen en gran medida de inmigrantes y refugiados”.
En Uesugi Farms, la empresa está particularmente preocupada porque a diferencia del cultivo de trigo u otros granos, cultivar pimentón y chiles demanda mucha mano de obra, y las operaciones “siguen dependiendo de manos”, explicó Aiello, cuyo padre, Joe, se hizo cargo del negocio hace más de tres décadas en un acuerdo de apretón de manos con su dueño original, George Uesugi.
“Se lo he estado diciendo a quien quiera escuchar: o bien importas tu mano de obra o importas tu comida”, afirmó Aiello, “a menos que los ciudadanos estadounidenses estén dispuestos a hacer este trabajo, algo a lo que no se han mostrado dispuestos de hacer”, advirtió.