Mario Draghi o el protector del euro con pruebas inagotables

El presidente del Banco Central Europeo tiene en las tendencias socialistas, que vienen desde Francia, una nueva traba en su plan para rescatar la zona euro; bloque fuertemente afectado por la crisis de deuda.

(Foto: Reuters)

Por: Evelyn Coloma

Hasta antes de las elecciones en Francia –y con ello las nuevas perspectivas de una renegociación del pacto de estabilidad fiscal en la UE, que restarían énfasis a la eliminación del déficit en favor de políticas que fomenten el crecimiento-, Mario Draghi era para muchos economista el hombre que había salvado el euro.

En el Perú, analistas como Waldo Mendoza, elogiaban su capacidad para dirigir la autoridad monetaria europea y disipar las preocupaciones sobre las finanzas públicas dándoles dinero barato a los bancos, de manera que con un poco de empuje de los gobiernos, puedan comprar deuda soberana.

Un tipo singular
Mario Draghi sorprende. Cuando se daba por hecho que un alemán forjado en la ortodoxia económica sucedería a Jean-Claude Trichet al frente del Banco Central Europeo (BCE), Alex Weber, presidente del Bundesbank y candidato favorito de Alemania, salió de carrera. Todo cambió, la candidatura de Draghi empezó a brillar y los líderes de la eurozona terminaron escogiéndolo.

Con 64 años, el italiano, doctor en economía por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), parecía tener una misión imposible: asegurar la estabilidad de precios atendiendo a las demandas de Alemania y lidiar con las presiones para sacar de la crisis de deuda a Portugal, Irlanda, España e incluso a su natal Italia.

Y apenas asumió la presidencia de la institución más importante de la zona euro volvió a sorprender. Debutó en noviembre con un sorpresivo recorte de la tasa de interés en 25 puntos básicos a 1.25%. Casi un mes después, usando la misma corbata azul oscuro anunció otro recorte hasta el mínimo histórico de 1%.
El mensaje fue claro: el BCE de Draghi sería más decisivo y pragmático.

Reservado
“Mario es reservado -comenta un ex colega de Draghi a Reuters. Escucha cuidadosamente y se toma su tiempo antes de tomar una decisión. Pero cuando lo hace, se involucra del todo”.

Y cuando medita una decisión, quienes lo conocen aseguran que su concentración es envidiable. “Una característica que mantiene desde que estudiamos en el MIT es su habilidad para identificar qué es importante a tiempo y concentrarse exclusivamente en ello”, cuenta Francesco Giavazzi, profesor de economía, quien compartió aulas con Draghi en los años 70.

Así, su personalidad es diferente a la de su predecesor francés, quien buscaba involucrarse en todas las decisiones. “Mario asume como personales las cuestiones estratégicas y relevantes, lo demás lo delega a su equipo”, explica Domenico Lombardi, miembro del FMI y de la junta directiva del Banco Mundial.

De hecho, el italiano ha dejado claro que una vez fuera del edificio del BCE en Frankfurt, su trabajo ha terminado, asegurándose de tener tiempo para hacer ejercicio (le apasiona el golf) y para compartir momentos con su esposa, aunque pocas veces se les ve juntos en público.

Su perfil reservado y cuidado extremo con su vida privada son resultado, para muchos, de la pérdida de sus padres en plena adolescencia.

Hijo de un ejecutivo banquero y una madre bioquímica, Draghi tuvo una niñez acomodada en Roma. Tras la muerte de los esposos, Mario y sus hermanos menores fueron criados por una tía. Se licenció en Economía por la Universidad de La Sapienza, bajo la dirección del profesor Federico Caffe. Y ya graduado del MIT pasó a trabajar en el Banco Mundial en Washington por seis años.

En 1991 regresó a Italia a trabajar como director general del Tesoro de ese país y después se unió al banco de inversión estadounidense Goldman Sachs. También ha enseñado en Harvard y recientemente presidió el Consejo de Estabilidad Financiera, un regulador global de la banca.

Abierto
Pocos tienen la experiencia de Draghi. Y, sin embargo, lo que más reconocen sus compañeros europeos es el tiempo que pasó en Estados Unidos. “Tiene esa actitud estadounidense más preventiva de lo que hemos tenido en el BCE”, detalla Lombardi.

Su trato es otro. Mientras los reguladores del BCE se referían al francés como “Trichet”, a su actual jefe lo conocen como “Mario”.

“En su último periodo Jean-Claude Trichet era muy rígido revela a Reuters un miembro del BCE quien prefirió mantener el anonimato. Cuando alguien decía algo en lo que él no estaba de acuerdo, Trichet discutía agresivamente para desalentar a los demás de seguir esa idea”.

“Draghi es muy diferente. Él motiva la discusión. Quiere estimular el pensamiento creativo. Las cosas son mucho más abiertas”, asevera la fuente.
Su estrategia

En diciembre, aparte de bajar la tasa de referencia, el italiano anunció sus operaciones de financiamiento a largo plazo. Con los denominados LTRO (Long Term Refinancing Operation), el BCE le garantizó a la banca europea cerca de medio trillón de euros en la primera fase de préstamos a tres años.

“Esto es lo que salvó al euro, en mi opinión”, considera Giavazzi. “Si Draghi hubiera lanzado la compra de bonos de la misma magnitud de forma compulsiva, el Bundesbank y los alemanes lo habrían matado. En cambio, yo creo que él logró esencialmente lo mismo de una forma que le permitió sobrevivir políticamente”.
Sin embargo, el italiano deberá seguir luchando para que con políticas muchos más flexibles los países mantengan la intención de reducir su déficit para superar eventualmente la crisis de deuda que acecha Europa. ¿Cuál será su próximo paso? El mundo lo espera.